Ídolo

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Morrissey

lunes, marzo 26, 2007

Todo es cultura, todos somos artistas...

Ay Dios mío, qué pasó. Qué ha pasado desde que las nuevas nociones de democracia y pluralidad, han exigido que ya no se hable de la cultura sino de "las culturas". Gracias, un punto a favor de los sociólogos, antropólogos y hasta folkloristas, por qué no. Ganaron. Resulta que ahora dentro del saco de "Las culturas" entra todo. Sí, todo lo que a usted se le ocurra que tenga que ver con el desarrollo social (llámese TODO).
Porque dentro de los elementos socio culturales, políticos e históricos entra todo. ¿De qué pluralidad estamos hablando? Cuando las discusiones acerca de la cultura se vuelven densas y pastosas porque hay que incluir a "todos y a todas" antes de herir suceptibilidades y que le califiquen a uno de defensor de "la cultura elitista". Lo popular, lo popular... que si el valor de la cultura popular y las expresiones "no cultas del pueblo"... Resulta que ahora se sataniza lo culto, malentendido como exclusivista y segregatorio por ser considerado "diversión cara". Sí, todas las comillas son de adrede, porque es absurdo caer en acepciones facilistas y ligeras.
Qué pasa cuando uno entra a un foro de discusión, taller o panel sobre CULTURA, y se vuelve una mixtura amorfa de cualquier cosa, porque cada uno quiere meter por donde más entre lo que considera como cultura. Desde discusiones de género, pasando por minorías, estudios antropólógicos, arqueología, sicología, folclor, deportes, fútbol. En fin, todo entra, quién da más. Está claro, la tendencia actual es la de sociologizar la cultura, es decir, el término cultura. Democratizarlo para volverlo un bolsillo de payaso en donde quepa todo. Desde fulano que es artesano y vende pipas talladas, hasta sutano que practica shamanismo, pasando por mengana que practica yoga, quien está sentada junto a perico de los palotes, el cual es teatrero callejero y medio hippie, que tuerce los ojos a los espectáculos del teatro Sucre. Por favor, no tengo que decir mucho para exponer la estupidez que esto significa.
No digo que todo aquello no pertenezca a la cultura en sí entendida como un proceso del conglomerado social, pero hay que separar términos y acepciones. Porque la hibridez que de repente la palabra posee, hace imposible ordenar necesidades, prioriodades, e incluso estructurar políticas culturales eficaces, si no sabemos a ciencia cierta de lo que estamos hablando.
Dejemos la sociología a un lado, la antropología, y fijémonos en una cosa: No podemos ponernos en la postura de defensores de las culturas populares (para que no me corrijan uso el plural) en detrimento de lo que es considerado como culto, primeramente. Y en segunda instancia, es terriblemente necesaria una separación de orientaciones e intereses. Vamos, que es estúpido unir a un shamán con un cantante lírico como parte de lo mismo. No lo es. Separemos contextos, por favor.
Por ello, es menester reunir todo lo que tiene que ver con las artes y las letras por un lado (elitista o no), y lo otro (que ahí sí, ni siquera sé de qué se compone) separarlo en lo que realmente es. Con ello me refiero, coyunturalmente a los foros y asambleas de cultura que se están dando con respecto a la próxima ¿apertura? ¿creación? ¿funcionamiento? del Ministerio de Cultura.
A veces creo que teorizar prácticas desde el punto de vista de la sociología, hace mucho daño. El juego del mucho abarca poco aprieta...

viernes, marzo 23, 2007

¿Ravi Shankar chill out?

Hay algo de inhumano en la música electrónica. No, mejor dicho. Todo es inhumano. Le falta espíritu, carne, víscera. Y sonaría absurda la relación inversamente proporcional con el rock o el jazz, porque los instrumentos son seres inanimados. Ahí pasa algo como transfusión de condumio, un instrumento sudado o babeado contiene ya ADN humano, es casi antropomorfo cuando es explotado por el músico. No creo en realidad que se convierta en una extensión de su cuerpo, en un miembro generado por meiosis. Es más bien un hijo parido quién sabe cuando, que nació muerto pero bello y a quien hay que devolverle la vida. Dr. Frankenstein, a parir alma o en su defecto a arrancarse un pedazo de ella y con la varita mágica de la electricidad y sus manos (o boca, o pies) revivir al inerte. Pero ojo, no es tan fácil. Sólo un acto sincero de desprendimiento o alumbramiento podrá dar carne y sangre a la voz del recién parido. Un segundo parto, interpretativo.
El filtro de la computadora -no hace falta decirlo- despelleja al músico. Pero no para mostrarnos sus músculos, tendones y ligamentos, sino que lo despelleja literalmente hasta desaparecerlo. Carnicero, Jack the Ripper. Hay alma en la música electrónica, debe heberla (sino cómo tantos disfrutarían hasta casi el éxtasis tántrico), pero es un alma de bytes. Un frankenstein creado por el mismo Frankenstein hijo. Hay mano de carne y hueso, y espíritu humano detrás de todo ello, claro, pero filtrados.
Y aunque ahora todo está digitalizado y, a menos que escuchemos intepretaciones en vivo, al parecer todo se convierte en lo mismo. Pulsaciones, bytes. Transferencias. Pero, créanme, la sinceridad no es filtrable, llega como es, y es capaz de traspasar fortines virtuales. Es capaz de barrerlo todo y llegarnos, nítida, a decir:

We were talking about the space between us all
and people who hide themselves behind a wall of illusion
never glimpse the truth
then it's far too late when they pass away

We were talking about the love we all could share
When we find it to try our best to hold it there with our love,
with our love we could save the world
if they only knew

Try to realize it's all within yourself no one else can make you change
And to see you're really only very small and life flows on
within you and without you

We were talking about the love that's gone so cold
and the people who gain the world and lose their soul
They don't know, they can't see
Are you one of them

When you've seen beyond yourself
then you may find peace of mind is waiting there
And the time will come when you see we're all one and life flows on
within you and without you

George Harrison

viernes, marzo 16, 2007

De no tener hambre e indigestarse

Recupero la idea de la ligereza como fuente de sosiego. Pero me refiero a la ligereza estomacal, no a la de mente o espíritu. Quizás sea la mismo, y en última instancia se consigan efectos similares, o talvez ésta sea una puerta para alcanzar las dos anteriores.
Ayuno a la medida: ¿De qué sirve ayunar si no cuesta exfuerzo alguno? No comer por falta de habre no significa ayunar. Claro, la noción de ayuno implica sacrificio, más allá de cualquier relación con religiones o prácticas espirituales. Qué se yo, recuerdo a David Bowie, anoréxico, negándose a comer, pasándola mal de hecho. ¿Hay que pasarla mal para ayunar? ¿El ascetismo debe ser siempre tan mal pagado? Lo sé, hablo con la misma ligereza de mi estómago, que no ha recibido alimento desde hace horas, sí, por falta de hambre. Tengo una tarea que no quiero cumplir, y en lugar de ella, me pongo a dar vueltas a temas inútiles. Sí, quizás la renuncia, el acto de desprenderse, es en sí un dolor completo que no trae ni lleva nada más. Por que lo que viene después, es tan desconocido como para el común de los seres, las recompensas póstumas del asceta.
Si luego del corte del acto, se sufre, es parte de otra cosa y no del acto en sí. El acto de desprendimiento es ajeno siempre porque nos cuesta infinitamente hacerlo. Lo ajeno no está en lo que se llevan de nosotros, sino en ese SE impersonal. "Se llevan". Alguien más tiene que hacerlo para que funcione, por ello el acto de desprenderse es un desdoblamiento del yo. Un yo bipartito que expulsa a un otro, quien será el encargado de llevarse aquello que debemos extraer. Como una muela al dentista. Él se lo lleva. Volvernos ajenos es lo que nos duele, ser otro. La alteridad es siempre dolorosa porque es ladrona. Un robo que permitimos con el último exfuerzo de soledad. Ser dos para sobrevivir.

Para ayunar, alguien más debe robar el alimento que iba a ser ingerido por uno. Ese otro se indigestará toda la noche, por su ración extra de comida. Que quede advertido.