¿Uno y largo? O ¿Varios y cortos? No se adelanten, que no me refiero a lo que están pensando… Hablo del amor o del romance, o mejor dicho, de la pasión. El otro día hablaba con unos amigos. Uno de ellos al hablar de un tema que ahora no viene al caso, utilizó el término “chullas”. Yo paré a raya y le dije, algo indignada: “pensé que ese término ya había desaparecido del léxico quiteño”. Y es que esa palabrita despectiva hasta los años ochentas servía para calificar a aquellas chicas que disfrutaban de su sexualidad, por así decirlo, “libremente”. Esta calificación siempre fue injusta y peyorativa, pues en hasta cierta época cualquier chica que tuviera relaciones –por más que fuera con un solo hombre- antes del matrimonio, era una “chulla”. Al dejar que mi amigo explicara qué es lo que él conocía como chulla, me enteré que hoy en día se utiliza ese término como sinónimo de prostituta.
Luego de la conversación me quedé con una sensación agridulce. Por un lado, como dijo una de mis amigas que me acompañaba ese rato: “hoy en día todas somos chullas”. Sí, en la acepción más antigua de esa palabra, actualmente todas las chicas que hemos pasado por más de una mano, seríamos en los años 50 unas chullas. Y es que todo ha cambiado. Lo que antes era el amor hoy es sólo el anhelo dormido de alguna abuelita. Las mujeres hemos cambiado las relaciones únicas y largas, por las pequeñas y cortas. No generalizo, ojo, pero son muy pocas las mujeres en la actualidad que se casarán con el único príncipe de sus sueños, Hoy en día, príncipes de nuestros sueños hay en cada esquina.
Por otro lado, la otra cara de la moneda de mi sensación de ese día, fue alegría: hoy los hombres han desaparecido el concepto original de “chulla” porque simplemente ya no se aplica a esta realidad, en la que a las mujeres cada vez menos se les exige virginidad. Bien por ellos, eso de alguna forma significa un cambio de mentalidad. Pero no del todo, porque la mujer “pica y pasa” tampoco le gusta del todo al ecuatoriano.
Ok, después de toda esta perorata, quiero ir al grano. Si la convención social del amor único y eterno poco a poco se ha ido desmoronando, ¿será que estamos contentas con lo logrado? La posibilidad de tener varios romances cortos y apasionados nos seduce, y sentir cosas extremas nos da vida, pero para muchas mujeres, el sabor de la pérdida o del fin de una relación, aún sigue siendo insoportable. Sospecho que dentro de toda nuestra facha de mujeres liberadas –hablo de las generaciones actuales- se abre paso un hilito (a veces soga) de añoranza del pasado. Dentro de cada una de nosotras habita una mujer con deseos de ir de la mano de un mismo hombre durante toda la vida. Un amor apasionado, fuerte y único. Pero las cosas generalmente vienen por partes y es por eso que casi siempre se puede escoger o lo uno, o lo otro: largo y algo aburrido, o corto e intenso. Ustedes deciden.
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