Ídolo

Ídolo
Morrissey

miércoles, junio 20, 2007

La felicidad del primate

Gracias a chanchullos bien habidos pude conseguir la invitación para la conferencia que Mario Vargas Llosa iba a dictar en Quito ayer. Aunque yo no la llamaría conferencia sino soliloquio “ameno” perfecto y diseccionado para el promedio del público asistente. Quizás el pararme a la salida buscando a alguien que me iba a llevar a la casa fue una seria experiencia de identificación y selección. Por supuesto, ya se imaginarán quienes eran la mayoría de asistentes invitados por el Gran Banco y su Jeque, el Sr. Egas (aunque nunca le nombraron). Un acto burgués puro y sincero, sí, sincero. Desde el principio de la exagerada y mea culpista (sí, un mea culpa disfrazado de aporte cultural) promoción mediática de la conferencia, se sabía que no cualquiera podría asistir. En el periódico decía muy claramente: entrada con invitación. Gracias.

La persona que me regaló su entrada me había dicho: “Cuando vino Evo Morales, cualquiera podía verle”. Pues sí, es cierto, pero no nos olvidemos de que cada estereotipo va acompañado de su políticamente correcto aparataje y estética. Vargas Llosa, derecha, burguesía, público selecto. Evo, izquierda, proletariado, cualesquier hijo de nadie. Simple, directo, y nuevamente sincero. ¿A quién le interesan las falsas ínfulas democráticas? Vargas Llosa no tiene por qué esconder lo que es. Es lo que es y punto.

Por ahí se decía que su visita al Ecuador no era gratuita, que era una movida política de la oposición banquera anti gobiernista. Que era un escupitajo a Correa traer a un intelectual de derecha, radical en su ideología y sin pelos en la lengua para atacar a Fidel o a Chavez. En fin, se dijo mucho sobre el tema, y aunque en un principio también yo llegué a decir: “lo sospeché desde un principio”, luego de escuchar la conferencia creo que su presencia en Quito fue absolutamente literaria. No tanto como escritor sino como figura.

Aunque quizás la simple presencia del escritor sea un referente que remite al neoliberalismo, y aunque hable piedras y ramas, su conocida postura política le saldrá por los poros y ello será suficiente para enfurecer a los izquierdosos que ni cortos ni perezosos se sentirán aludidos. La contra movida sería traer un escritor socialista… ¿Queda alguno? (Que no me tiren piedras por favor).

Vamos, quién da más.

Bueno, quien sabe y a lo mejor con mi credencial de prensa habría podido entrar. El director de una de las revistas para las que escribo me había dicho que vaya… Claro, él tenía la invitación pero yo no. ¿Cómo rayos se supone que iba yo a entrar? Nunca me lo dijo. En fin, me las arreglé bastante bien para ir. Mi amigo dijo que no tenía terno y que por eso no podría ir. A mí me dio igual, desenterré los zapatos de taco que nunca uso, un vestido “champán grand duval” (el de las grandes y pequeñas ocasiones), abrigo para el frío concerniente y listo. ¿Cuál es el problema con eso?

En fin, me vale trozo la postura política de Vargas Llosa. Me interesan sus letras. Nunca he sido aficionada a escudriñar nada más allá del simple acto de la escritura. El acto de vivir debe estar contenido allí, no necesito saber más. Es un grande de las letras hispanoamericanas y eso es innegable. Sin embargo…

Y ahí vienen mis famosos peros…

Retomando ideas de arriba. La “conferencia” de Vargas Llosa fue una sucesiva concatenación (brillante, eso sí) de generalidades. Lo siento, no me aportó nada. Mucha gente salió maravillada de su verbo cuasi divino. Yo no lo creo. Traté de estar atenta y lo conseguí en un 90% (acuso a ese díscolo 10% mis posibles errores de comprensión). Escuché y analicé una a una sus palabras e ideas. Obviedades. Quizás mis expectativas eran demasiado altas, pero al llegar a mi casa me di cuenta de que había llegado sin expectativas. Estaba demasiado ocupada en otras cosas y por eso llegué cuando ya todos estaban adentro.

Por supuesto que no puedo desmerecer el valor paradigmático de las ideas del escritor. Lastimosamente son paradigmas ya desgastados. No porque hayan perdido valor, sino porque muchas son verdades utópicas que no tienen manera de comprobarse. Y sí, sería estúpido cuantificar estos aspectos intangibles de la vida, que únicamente son cualificables. Por ello todo es válido. Y en el proceso de creación retórica, no existen las mentiras. Por eso la literatura, “la buena” (como dijo el autor), es honestidad pura. ¿De qué otra manera sino se podría ser fiel al acto de crear? Acto que procedería de lo que se conoce como creatividad, que según la psicología jungiana es inconciente. Hasta qué punto el acto dialogal se convierte en un plano meramente dialéctico (aludiendo a su significado en la doctrina platónica). La idea pura, impráctica e inmaterializable puede -a través de la lógica y su apropiado uso lingüístico- hacernos creer en mundos simulados.

El poder de simulación que tiene la palabra es tan potente, que por ello -aludiendo a palabras Vargas Llosianas- la literatura es imprescindible para la vida. Su tesis es: sin literatura no se puede vivir, la vida es mejor con ella. Quien lee (literatura) vive una mejor vida. Con esto el escritor se refiere a la ficción (narrativa, poesía). Interesante idea ésta, pero bastante manoseada ya que bien conocido es el desencanto de la realidad que el mundo post-moderno sufre. Aunque quién sabe si siempre ha sido así. Por supuesto que todo el mundo sabe que la literatura y la ficción en general son formas evasivas de la realidad. Que el nivel perceptivo de los sentidos es subordinado por el de la idea al momento de construir puntos de fuga que disparen vidas paralelas.

El mundo de los anhelos ha existido desde siempre. Es tan antiguo como el hombre y más viejo que el lenguaje. Eso lo tengo por seguro. Pero en realidad discrepo en ese punto de que quien lee (literatura de ficción) lleva una mejor vida. Quizás lleve una mejor calidad de vida en este país en donde leer novelas es un lujo, o tal vez su nivel de conocimiento universal se amplíe si lee a Kafka, Cervantes, Orwell o Sheakspeare (citados por Vargas Llosa). Pero lanzar conjeturas como que se es más feliz de esta manera, no lo sé. He visto gente ignorante (sin usar peyorativamente este término), tremendamente feliz. He conocido grandes lectores convertidos en amargados gracias a lecturas desoladoras. Y también he sido testigo de grandes satisfacciones, propias y ajenas, leyendo obras maestras. La literatura es un arma de doble filo, no se puede polarizar hacia un solo lado su valor. Por supuesto él mismo terminó presentando la antítesis de su planteamiento. Un contra argumento que finalmente presentó como que la literatura probablemente no nos hará más felices pero sí más libres… ¿Qué mayor felicidad que la de ser libres?

Y quizás Vargas Llosa enfrentó el asunto desde el punto de vista más equivocado y simplón: la decimonónica discusión de si la literatura es una pérdida de tiempo o una distracción banal, versus eso que la literatura es vital para la construcción de la vida. No va por ahí la cosa. Más bien se debería, si por esas vamos, desentrañar el verdadero poder de la literatura sobre la vida, tanto para el bien como para el mal. Creo que la discusión de la felicidad va por otro lado. El creernos seres superiores por poseer una supuesta cultura venida de los libros es una postura verticalista y obtusa. Y hablo de superioridad intelectual, la misma que, según Vargas Llosa, sería aquella que deviene en bienestar mayor. No lo creo así. El escritor habló de que a partir del Renacimiento (¡oh, y de pronto todo se iluminó!), la sucesiva evolución del pensamiento devino en progreso gracias a esos seres inconformes y díscolos (la necesaria rebeldía). Gracias a ello es que el conocimiento se ramificó y prácticamente las ciencias humanas se volvieron tecnicismos. La filosofía y las ciencias humanas –sin hablar de las ciencias exactas- quedaron para los estudiosos. Vivimos la era de las especializaciones. Me pregunto si será bueno o malo que la erudición prácticamente sea algo imposible de conseguir en estos tiempos. O que el concepto de “sabio” haya perdido figura. Pienso que en la diversificación del conocimiento se produjo una simplificación de las ideas. La categorización y sistematización de las ideas fue el preciso paso a la materialización de las mismas. El momento material que vivimos (no me refiero a dinero ni posesiones) es producto de una necesaria desmitificación del pensamiento abstracto.

Y la literatura hoy en día es precisamente esa vuelta a lo abstracto. Refiriéndome como abstracto a aquello intangible e inmaterial del anhelo.

Volviendo al tema, según el autor esos seres díscolos (usó varias veces estas palabras) son precisamente aquellos que la literatura produce. Tampoco creo que necesariamente deba ser así. Creo que la inquietud y la inconformidad frente a la realidad pueden nacer desde otros gérmenes, aun menos gregarios. Pero es cierto que la sobre conciencia también puede adquirirse gracias a ese mundo que se abre entre las páginas de un libro.

(Tengo demasiadas ideas, esto se está volviendo interminable, pero ya voy a concluir)

Quizás deba volver al título de la conferencia “La Literatura y la vida”, y con esto mostrar que ese tema es tan universal y amplio, que prácticamente entra todo. El mérito de Vargas Llosa es la concisión y la ilación de ideas. Y por supuesto, ser un disertador para todo público, lo cual es lo más importante a mi parecer. Talvez mis impresiones no sean trascendentales tomando en cuenta que filáticamente yo me esperaba algo más profundo y reflexivo (quizás esa ilusa profundidad tenga un fondo más cercano de lo que uno pensaría) . Algo que se me “revelara”. Qué ingenuo de mi parte. La conferencia no pudo estar mejor preparada para el momento social. Nunca habló de política, todos entendieron, los organizadores quedaron bien. No hubo ofendidos. Definitivamente hay maestros de lo políticamente correcto. Qué pena no ser uno de ellos.

Yo aún sigo pensando que el hecho de leer ficción no te dará una mejor vida, pero sí diversas posibilidades. O quizás una sola, la del ensimismamiento. O te de aliento, o te derrote antes de empezar a morir. Ser más inteligentes y/o cultos no nos hace ser más felices. Adquirir una ultra conciencia no nos da la clave de la felicidad pero nos advierte de mucho. El aviso de salida, el pre-conocimiento, la anticipación, el antemano...

Aún me produce felicidad ver a una persona hermosa en la calle, y si me mira mejor… probablemente esta sea la felicidad del primate, pero es felicidad al fin y al cabo….

9 comentarios:

Anónimo dijo...

>¿Qué mayor felicidad que la de ser libres?

Sartre no estaría tan de acuerdo contigo, y justamente leer La náusea fue uno de los primeros piedrazos que me lanzó la literatura y me dejó bajoneado por un buen tiempo.

Dalila dijo...

Hiscariotte,

Esa pregunta retórica no obedece a algo que yo creo sino que la hice contextualizando los paradigmas de Vargas Llosa. El concepto de libertad es muy ambiguo y polifacético. No creo que exista unidad en el concepto materializado de "libertad". Por lo tanto ese anhelo de desprendimiento del todo, como un peso estancador, es decir, la libertad entendida como la antítesis del yugo (cualesquiera que este fuese)es precisamente eso que idealmente podría conocerse como la felicidad máxima.

Unknown dijo...

Vargas Llosa es algo que muchos intelectuales de derecha o de izquierda aspirarian ser. Lo quieres o lo odias pero le tienes un respeto cercano al temor reverencial... su venida me suena a jugarreta del banco, pero lo supo manejar. Interesante personaje

Dalila dijo...

Ludovico,

Creo que ese tipo de segmentaciones pronto caerán en desuso (si no lo han hecho ya)como ya lo hicieran en su tiempo lo de escritores píos e impíos (o herejes)

León Sierra dijo...

Yo si que creo que existe otra mirada lúcida desde los socialistas, ahí veo a Saramago no tan maniqueo y muy puro y muy sabio y muy humano.

Y muy crítico también, no lo crees?

Hay un nuevo arte de la intelectualidad de derechas que es el arte del disfraz y la representación: nada por aquí, nada por allá, y te saco un hámster de la chistera, luego te olvidas de los zapatos de tacón, el vestido grand duval, Evo morales y hasta la perimetral, durante la hora y media de la conferencia, ese país, con nombre de línea imaginaria no tiene problemas, sino que estás en la burbuja de lo supremo, lo cultural.

¿Has leído a Ludovico Silva?

Anónimo dijo...

Concuerdo con lo de que sus ideas no fueron novedosas, y hasta cierto punto tradicionales, pero tú misma te contestas cuando hablas de Vargas Llosa como figura. La mayoría de personas que asistieron, tal vez no lo hayan leído, pero es una figura mediática. Y como dices, la elocuencia que posee es una característica que hoy por hoy vale la pena observar, sobre todo cuando la fragmentación, la dispersión, y otras cosas son evidentes en los discursos de las personas que han malentendido la posmodernidad, en este aspecto.
Sobre la idea de la felicidad, pues creo exactamente lo mismo. Es un poco ingenua su afirmación sobre la literatura llevándonos a ella. A lo que sí nos lleva es a ser libres, entendiendo esta palabra en sus varios matices. Y la libertad también puede resultar una carga pesada, como Sartre lo hiciera evidente.
Qué bueno que todavía exista este espacio de diálogo de ideas.
Saludos,

Dalila dijo...

Camaleón,

Creo que aveces mi tono irónico no se entiende... En fin estoy siendo sutilmente incidiosa al describir los previos de la conferencia. Y eso de la sinceridad de presentarse como un intelectual de derecha no es una apología de ello. Es simplemente decir que Vargas Llosa se muestra tal cual y eso por sí mismo no está mal.

El maniqueísmo está en todo y en estos momentos, es inevitable. Pero creo que a mi juicio, basta con saber para sí mismo que se tiene una postura y una opinión frente a las cosas, y así acudir a estos sitios o a mitines políticos de izquierda, sin que se le mueve un solo pelo a uno de sus convicciones. Eso. (por eso no tengo ningún problema en ponerme el grand duval, eso no me aporta ni me quita nada)

Con respecto a lo de los intelecutales de izquierda, por supuesto que hay algunos. Lo decía a manera de ironía debido al escenario político actual en el que estamos...mmmm

Por cierto, no he leído a Ludovico Silva. Me gustaría que me digas algo sobre él.

Saludos,

Dalila dijo...

Mirabella,
Excelente observación la del malentendimiento de la post modernidad y la fragmentación del discurso. Pero no nos olvidemos que la elocuencia y la consecuencia, son valores suceptibles a la polaraización de su uso. No olvidemos que un discurso redondo puede ser el padre de la manipulación.

En fin, gracias por el comentario. También creo que los espacios de diálogo y la discusión de ideas son muy necesarios. Normalmente no se puede andar por la vida hablando sobre cieros temas que el resto suele evadir, más que por desconocimiento, por no saber cómo tratarlos.

saludos,

Anónimo dijo...

Oye... Qué pasó con tus fotos media llucha en Hi5???