El poder de desmenuzar y quedarse con lo más impactante. ¿Existe acaso alguna manipulación que sea beneficiosa? Y lo digo porque manejar la totalidad de la información resulta imposible. En estos tiempos, luego de que los conceptos de conocimiento y sabiduría están relativizados, no es viable saberlo todo. Posiblemente día a día, la información se incremente cual bacterias en caldo de cultivo, a la vez que la solidez del pensamiento y su evolución se estancan dentro de un modelo de crecimiento socio cultural en donde, aquello que “hay que saber” se ha convertido en un guión armado gracias a esquemas reproducibles. En copias y reproducciones calculadas de un desarrollo que apunta hacia el mantenimiento de un establishment de acuerdo con las leyes del mercado. Y queda demás decir que el Capital cada día más rige sobre el Estado, lo quieran o no.
Precisamente ese conocimiento que día a día se nos va de las manos, es transformado en coyuntura e información desechable, para que finalmente las esferas de poder puedan llevar un control total del contexto. Sin embargo, y pese a que ciertas maneras y recursos reveladores puedan sonar maniqueístas y parcializados, muchas veces son necesarios estos desmembramientos del juicio de las cosas. Total, la reproducción fiel de los hechos es irrealizable, y dentro de toda composición de juicio y pensamiento hay siempre un criterio selectivo. El hecho del lenguaje ya implica una selección y una acomodación de acuerdo con la lógica sintáctica. Uno piensa como habla. Es por ello que en este punto hablaré del cine de Michael Moore, el cual es tan punzante, decidor y revelador como parcializado y selectivo. Es el gran tomador de la parte por el todo, sin embargo aunque su función de vociferador de los sin voz, de héroe chismoso y protector de los pisoteados aveces puede sonar autocomplaciente, la importancia de las “verdades” que destapa no pierde valor frente a los recursos que utiliza para conseguirlo. Su agudeza radica en el lenguaje que él mismo se ha fabricado. En esa ironía “ingenua” y a la vez sagaz que maneja a la perfección.
Precisamente ese conocimiento que día a día se nos va de las manos, es transformado en coyuntura e información desechable, para que finalmente las esferas de poder puedan llevar un control total del contexto. Sin embargo, y pese a que ciertas maneras y recursos reveladores puedan sonar maniqueístas y parcializados, muchas veces son necesarios estos desmembramientos del juicio de las cosas. Total, la reproducción fiel de los hechos es irrealizable, y dentro de toda composición de juicio y pensamiento hay siempre un criterio selectivo. El hecho del lenguaje ya implica una selección y una acomodación de acuerdo con la lógica sintáctica. Uno piensa como habla. Es por ello que en este punto hablaré del cine de Michael Moore, el cual es tan punzante, decidor y revelador como parcializado y selectivo. Es el gran tomador de la parte por el todo, sin embargo aunque su función de vociferador de los sin voz, de héroe chismoso y protector de los pisoteados aveces puede sonar autocomplaciente, la importancia de las “verdades” que destapa no pierde valor frente a los recursos que utiliza para conseguirlo. Su agudeza radica en el lenguaje que él mismo se ha fabricado. En esa ironía “ingenua” y a la vez sagaz que maneja a la perfección.
Esqueletos informados
Siguiendo la misma línea argumental, estética y narrativa, Sicko, el último documental del contestatario Moore, es una nueva denuncia al sistema capitalista neo liberal, desde el negocio infame de las aseguradoras privadas. Increíblemente el “american dream” no cubre el aspecto de la salud de la población, y en EEUU básicamente si usted no tiene un seguro de salud privado, ya puede irse muriendo antes de hora. Pero según lo que muestra el documental, lo más terrible no resulta ello, sino la inverosímil y hasta ridícula realidad de las compañías de seguros, que de seguro dejarán morir a sus clientes por “un puñado de dólares”.
No soy amiga de contar las tramas de películas, pero necesariamente debo remitirme a un hecho presentado en el documental: el inicio de toda esa patraña. Nixon. Por supuesto, quién más si no. Aquel hombre sin sangre en la cara que fue capaz de mentir sin inmutarse a un país entero (por no hablar del mundo entero), quien no conforme con acabar con sus pesadillas rojas, quizás fue el mayor gestor durante la segunda mitad del S.XX de la construcción del sistema como lo conocemos hoy. No hay nada gratuito en las políticas de manejo gubernamental que actualmente vive ese país (y muchos otros), ni en la construcción de la sociedad como la conocemos hoy. Favorecer siempre al capital, lo que se traduce simplemente en el enriquecimiento de los de arriba. Todo ello con la simple ecuación: menos servicio, más ganancia.
Y así, mostrando las argucias simplonas pero prácticas y funcionales, el negociado aplicado al sector de la salud es desvelado, lastimosamente sin mucho eco hasta ahora. Una cinta magnética (quién sabe cómo la consiguió) que contiene una conversación entre Nixon y algún asesor, nos deja perplejos al mostrar un diálogo al más puro estilo “el malo de la película”. Sí, increíblemente allí se habla del “excelente” negocio de las aseguradoras privadas, con risitas malvadas de satisfacción y todo. Y yo que pensaba que eso sólo pasaba en los dibujos animados que ve mi sobrino o máximo lo escuché del señor Burns de los Simpsons…
Todas las artimañas posibles e imposibles se barajarán para que si usted tiene cáncer por ejemplo, su tratamiento sea declarado como “no necesario”. Gente limpiando su conciencia y exponiendo los mecanismos de estas empresas ladronas, quienes luego de recibir bonos económicos por más pacientes rechazados, se les cayó la moral al piso y decidieron hablar. Casos y más casos de ciudadanos americanos, quienes al no tener seguro médico estatal (En los EEUU no existe la aseguración universal), han debido quedarse en la calle por pagar sus cuentas, ya que las empresas de salud contratadas, simplemente buscaron mil pretextos para no autorizar tratamientos, aún publicitándose con cobertura total. En su tradicional estilo jocoso, Moore presenta el listado de los cientos de condiciones preexistentes por las que un paciente podrá ser rechazado: con la música de la guerra de las galaxias y el fondo de pantalla espacial, las palabras se suceden unas a otras como en los créditos eternos de una película interminable. Y por otro lado, los peores casos: gente que ha muerto por enfermedades graves cuyos tratamientos y medicinas fueron denegados.
Por otro lado está la compra de poder. Uno a uno desfilan los senadores con un recuadro que les persigue cual su sombra mientras entran en alguna sesión especial u homenaje de cualquier cosa. Cada uno de estos letreritos muestra la cantidad con la cual fueron comprados por las grandes empresas de seguros y las farmacéuticas. Incluso Hillary Clinton, quien sería boicoteada por querer aprobar una ley de salud universal, lucía muy tranquilamente su cartelito de cifras (editado por el cineasta, claro). La esquizofrenia paranoide y psicoótica del comunismo está bien protegida detrás del mundo de la fantasía. Solo está admitido en el cine y uno que otro librito, eso sí, sin que se suba ni medio tono del tono permitido.
Quién diría.
Un pobre médico "comunista" inglés, pagado por el estado, quien vive en una casa de un millón de dólares...
La otra cara de la moneda -y allí es cuando más hecha mano del sarcasmo- son los viajes utilitarios a países con aseguración de salud universal, para mostrar que incluso en el primer mundo los “estatal” no es sinónimo de comunismo. Países como Canadá, Francia o Inglaterra en donde médicos, hospitales y demás servicios de salud son pagados por el estado pero con dinero del pueblo. El sistema de impuestos. Al parecer y según lo que Moore nos quiere descubrir, ello funciona. Y tanto así nos lo muestra, que no duda en llevar a Cuba cual balseros a un grupo de héroes bomberos del 11-S, en donde, por supuesto, la salud es gratuita. El grupo de héroes enfermos es atendido y más de una lágrima se derrama al ver cómo sus medicinas son irrisoriamente baratas allí, y son tratados como gente…
Muchas reflexiones quedan, esto es simplemente un pequeño sacudón. Aunque Michael Moore retacee la realidad y la presente a su conveniencia para denunciar un hecho social, no deja de tener un papel relevante su activismo desde el cine. Si John Lennon desde sus happenings y sus canciones bregó algún día por la paz y fue la piedra en el zapato del sistema, hoy en día necesitamos aún más esas voces desde las artes, con todo su contingente virtual y su poder mediático para de alguna manera despertar a la población del sueño narcótico en el que vivimos… No hay que subestimar el poder del show. Y después de todo, siempre es necesario un escupitajo al sistema…
Muchas reflexiones quedan, esto es simplemente un pequeño sacudón. Aunque Michael Moore retacee la realidad y la presente a su conveniencia para denunciar un hecho social, no deja de tener un papel relevante su activismo desde el cine. Si John Lennon desde sus happenings y sus canciones bregó algún día por la paz y fue la piedra en el zapato del sistema, hoy en día necesitamos aún más esas voces desde las artes, con todo su contingente virtual y su poder mediático para de alguna manera despertar a la población del sueño narcótico en el que vivimos… No hay que subestimar el poder del show. Y después de todo, siempre es necesario un escupitajo al sistema…
3 comentarios:
No se si exista la manipulación beneficiosa pero en publicidad lo que más hacemos es manipular
Solo la escena en que los "All american" bomberos, son tratados en Cuba. debe haber sido un jab a la mandibula de los republicanos en USA
totalmente de acuerdo con todo, as always
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