Se puede decir que esta “perla” encontrada en un foro de comentarios sobre un análisis del por qué Santos barrió en las votaciones ayer domingo, resume el sentimiento colombiano, y esa ambivalencia que determinó que en las encuestas de preferencias de voto, Antanas Mokus y Juan Manuel Santos aparecieran en un empate técnico. Cosa que no pudo estar más lejana de la verdad, ya que el apabullante 46,5% apagó las ansias triunfalistas de Mokus, quien obtuvo apenas un 21,5%.
Ahora, retomando la cita inicial de este artículo, se puede llegar a una conclusión muy decidora: la gente prefirió acción por sobre discurso. Los resultados de las elecciones colombianas son claras: el poder de los hechos, que fue el discurso con el que convenció Santos a la mayoría de la población, estuvo por sobre el poder de la palabra, principal estandarte de Mokus, quien de paso, tuvo varios tropiezos dentro de su discurso, para muchos inconsistente y con errores conceptuales.
Mokus, al parecer, le quitó el peso a las palabras al presentarse como un candidato críptico y poco claro en sus ideas, lo cual determinó que la gente le catalogara como no apto para el cargo de presidente. Santos, por el contrario, no arriesgó su imagen con un discurso verde y supuestamente innovador, sino que prefirió irse a lo seguro: relacionarse directamente con la fórmula exitosa (para muchos colombianos) del Uribismo y aprovechar sus “obras” como Ministro de Defensa de Uribe: la lucha contra las FARC y por su puesto, el gran golpe que significó la muerte de Raúl Reyes.
¿El ataque de angostura, Chávez y las relaciones rotas con Ecuador ayudaron al triunfo de Santos? Sí. Definitivamente. Sospecho que estos escollos diplomáticos y políticos lo que lograron -en la mayoría del pueblo colombiano- fue generar o alimentar un sentimiento nacionalista, que como todo sentimiento de esa índole, se asentó sobre la eterna polarización de buenos y malos. La idea épica del “enemigo” funciona perfectamente dentro de una sociedad que se siente amenazada en su seguridad interna y que busca un líder protector. Eso precisamente llega a ser Juan Manuel Santos dentro de esa lógica. Mientras que Mokus, finalmente fue percibido como una especie caricaturizada de lo que significa estar al frente de un país.
No es una somera coincidencia que, después de análisis comparativos entre la intención de voto y el voto real, se hayan puesto como perfectos contrarios a Santos y a Mokus. El magnate de los medios, proveniente de una aristocracia de poder versus el matemático y filósofo excéntrico. El uno ex Ministro de Defensa, el otro ex alcalde de Bogotá. La debilidad discursiva del uno, benefició a la acción directa y confrontativa del otro. No debe cogernos por sorpresa la decisión de los Colombianos, quienes obviamente sienten una simpatía por Mokus, lo cual hizo ver engañosas a las encuestas. No obstante, simpatía no es igual a voto.
Aunque, si se quiere hilar más fino, finalmente la gente se decantó por quien les ofrecía una respuesta concreta al fin de más de 60 años de violencia, desde aquel Bogotazo en el que se asesinó al líder del partido comunista Jorge Eliécer Gaitán, en 1948; hecho que desató la era del crimen y el terror en Colombia.
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