Ídolo

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Morrissey

jueves, noviembre 05, 2009

Lanzamiento y juggernautas

Ayer fue el lanzamiento del libro compilatorio de la tira cómica que aparece de lunes a sábado, en el Comercio, desde hace tres años. Ana y Milena. Autor: Patinho. Fue en el Pobre Diablo. Estuvo alguna gente y me divertí mostrando la postal en la que aparezco en ropa interior, portada de su próximo libro. La foto, cuasi pornográfica, me muestra tapando mis partes íntimas apenas con un librito abierto. Y estoy blanquísima. En un baño azul y con una copa de vino blanco en mi mano izquierda. No voy a poner la foto aquí porque no la tengo. En la presentación del libro tenía en mi cabeza el beat disco-electro-dance de Shadows de Midnight Juggernauts, una bandaza a la que me hice adicta justamente ayer, mientras escribía el texto de presentación del libro. Por supuesto que debía leerlo -para los que se quejaron que leí pésimo-. Iba a ser peor si sólo dejaba que las palabras fluyan, porque en efecto, hay algo que va más allá del pánico escénico. Y es que las ideas y su concordancia, me son esquivas cuando hablo en público. La última vez que hablé en un conversatorio, hablé huevadas, ya lo dije. Por eso, esta vez, me aseguré de leer las palabras esquivas. Me gustaría ser más showgirl.

Tomorrow... tomorrow... como dice Shadows. Es un beat adictivo. Hay que oir esta canción.



Midnight Juggernauts


Ayer se vendieron libros y camisetas y creo que vi feliz a mi amigo. Es suficiente con eso. Yo por mi parte, mi más cercano exhibicionismo será en el lanzamiento de su novela, próximamente, de la cual la fotito cuasi pornográfica -como dijo Malva Malabar- es la portada.

Ahora, el texto leído ayer, por si no se entendió más que rumores:

Entro a la casa de Patinho, está sentado en una silla incómoda y no levanta la vista. Sobre una mesa de dibujo descansan lápices, pinturas, acrílicos, cientos de papeles y revistas. Sigue sin levantar la vista, saluda. No hay donde sentarse. Él sigue dibujando con una avidez casi neurótica. Me acerco para ver lo que dibuja, quizás escribe –me digo-. Hay una mujer sobre un papel blanco. Está blanquísima, tiene lentes y un pañuelo en la cabeza. Esta es Milena, me dice. Y son como cien mujeres en una. Y junto a ella, está Ana, de rasgos más indefinidos, pero con curvas y atractiva. Ya son doscientas mujeres. Las que cuelgan de sus paredes, las que le susurran al oído. Esas, tan resueltas como un retrato de nadie. Tan indecisas como esos planes jamás concretados. Ellas hablan de todo, le hablan de todo. Y empieza entonces el mundo paralelo. Se van sumando las voces, ellas exigen amigos, padres, acompañantes, hijos, compañeros de trabajo, amantes, novios, mascotas. Un calco libre y arbitrario de Quito, de un Quito de papel periódico que circula desde lo cotidiano pero que le roba las ideas a lo inusitado. Y es que esta ciudad está llena de excepciones, muchas mordaces, algunas desde un snobismo descarado y quemimportista, y a veces desde la más descarnada ingenuidad. Pero alguien tenía que hacerlo. Alguien tenía que robarle las palabras a los cuerpos. Sospecho que al principio, cuando él esbozaba estas dos mujeres de siluetas ideales, sólo sabía de eso, de cuerpos y palabras. Y llegaban los cuerpos en distintas posturas y las palabras que se acomodaban a esas bocas, a esas piernas cruzadas, a esas espaldas descubiertas. Pero las palabras entonces, llegaban también desde otra parte. A veces como un cameo infinito o como una disgregación de sí mismo. Desde esa filoginia, esa filiación que hace que las líneas femeninas sean en gran medida los derroteros de su obra.
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En Ana y Milena encontramos un entorno social que de hecho es único en su especie, porque se representa a sí mismo y Patinho da muy pocas concesiones a la hora de “retratarnos”. No obstante, constantemente nos topamos con abundantes guiños y localismos que además de recoger situaciones coyunturales políticas o sociales, nos llaman a “ser los entendidos en la materia”. Me explico, a veces hay que saber quién es Hugo Hidrovo, Ernesto Ortiz o Marilú Vaca para entender mejor el chiste ¿no? O incluso haber visto los últimos estrenos del cine nacional para cogerle el hilo al cómic. Patinho, a diferencia de lo que pensaríamos, sí deja títere con cabeza, no es cuestión de hacer leña del árbol caído, simplemente se trata de avanzar por los dulces recovecos de la fina ironía.


Pero también está el Ana y Milena para avanzados, en el que a veces a todos nos ha costado descifrar a qué se refiere, y nos hemos quedado con un “exijo una explicación”.


No obstante, y para no aburrir más, conociéndole al Patinho puedo citar una frase que describe perfectamente a su alter ego y mi personaje favorito: el pug Patiño, mascota de Milena: “Se trata de un simple caso de esquizofrenia alucinatoria con ira narcisista involuntaria”.



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Tomorrow... tomorrow...

¡Salud!

1 comentario:

León Sierra dijo...

Me ha dicho Malva que va a colgar TOOOOODAS las fotos: la portada del libro de Patinho, la futura portada y alguna que otra más...