Ídolo

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Morrissey

viernes, marzo 28, 2008

Los muertos



Una vez que se apagaban las luces llegaban los muertos. Ellos podían rastrearme en la oscuridad y yo les temía. Se alimentaban de mi miedo. Me espiaban desde la ventana y yo solo rogaba por dormirme de contado.

Los muertos no salían del cementerio sino del sótano. Mi casa estaba levantada sobre viejos entierros. No sé si lo inventé, pero cuando la construyeron, sacaron cráneos y húmeros. Yo los vi, no importa si era un sueño. Yo los vi, mi padre lo dijo.

Mi perra lloraba y siempre estaba triste. La abrazaba cuando estaba triste yo también. Le bañaban en agua helada cada año creo, era muy sucia y nadie se preocupaba por ella. También veía a los muertos y aullaba cuando llegaban. A veces ellos tenían sed, yo podía escuchar como abrían la llave de agua. Otras veces querían oir la radio y naturalmente la prendían.

Cuando querían notarse, los muertos hacían sonar sus pasos. La madera de las gradas crujía mientras ellos iban aproximándose a mi habitación. Era la primera, junto a las escaleras. Yo me sostenía de las sábanas y contenía la respiración. Así, no notarían mi presencia tratando de ocultar mis signos vitales. Desde ese momento empecé a intentar verme en el otro lado. Las manos pálidas formando una equis sobre mi pecho.

Yo también estaba muerta a veces, viviendo como en un sueño expirado. El último aliento de un difunto. Había un yo cadáver que soñaba todo eso que estaba pasando. Por eso al despertarme, los muertos ya no estaban. Se habían replegado en sí mismos, en sus propias ensoñaciones, desaparecían al volverse ininteligibles. La incoherencia de la vida, ese fuera de todo sentido era su final. Los calcinaba la verdad de la cotidianidad.

No había viaje posible porque simplemente los muertos no se habían ido a ninguna parte. El cementerio era una verdad. Pero nadie salía a hacer fiesta como en la canción de Mecano. Yo escuchaba la letra y sabía que era una comedia gore a lo George Romero. Mis muertos ni siquiera pensaban en el instante carnal. Se movían a ninguna parte, subían y bajaban gradas, prendían y apagaban luces, y a veces se dejaban ver. De reojo.

Mis muertos no buscaban un cuerpo ni querían espantarme, pero su tristeza me salpicaba. A ellos tan solo les dolía un algo que ni siquiera sabían que era. Una conciencia expirada no puede tener respuestas. Ni preguntas.

Había una autenticidad en sus movimientos. Una insólita fidelidad en su vagar. No había pretensiones de nada. Sólo eran por los pasillos. Estaban. Abrían y cerraban puertas, prendían y apagaban la tele. Y a veces hablaban. Oraciones perfectamente estructuradas que buscaban decir nada. Ecos lingüísticos nada más. Sin ningún fin.

Los muertos ya se fueron. No sé cuando pasó, lo sospecho. Todavía contengo la respiración…

viernes, marzo 07, 2008

Concretándose entre balas





Desde hace días vengo pensando en que debería ceñirme a la coyuntura y escribir algo sobre el conflicto fronterizo. Yo detesto usar corsés ideológicos por lo que me es difícil tener una postura clara. Debería entregarme de una vez al facilismo y unirme a la opinión pública, que en definitiva ser resume en una postura geográfico-política. Vamos a defender casi por lógica de supervivencia, la tierra donde nacimos. Pero no es suficiente. Porque la patria es un abstracto y el patriotismo es una noción creada, no es un sentimiento. Es una idea. Y las ideas son variables, contrario a lo que creeríamos, la razón es peregrina.

No voy a resumir un altercado diplomático que muchos ya conocerán de memoria. Yo quiero hablar de la fragilidad del entendimiento. Y lo vulnerables que somos ante verdades construidas. No tenemos maneras de luchar contra ello porque la fuente directa ya no existe. Unas computadoras en medio de una hojarasca falseta, unos guerrilleros haciendo “campamento” con chanchitos y gallinas, tres presidentes tirándose la pelota, verdades y mentiras, acusaciones y revelaciones de un lado y otro. Por favor, las cartas están claras. Nunca nadie dice toda la verdad. Es el reino de la conveniencia. Es difícil ser objetivos frente a tanta subjetividad, simplemente creo que se trata de apelar a la moral individual y colectiva. La noción de soberanía es tan abstracta que una línea imaginaria no es suficiente para materializarla. La tierra que pisamos es una sola, sin embargo, la estructura social nos condiciona. Se trata de ser alguien dentro de algo. Es una cuestión de identidades. Hay que tomar partido, sino inmediatamente nos convertimos en parias.

Lo más fácil y digno es acusar al Gobierno colombiano y a los gringos. Razones no faltan. No es nuestro conflicto, no tenemos por qué inmiscuirnos, no TIENEN por qué hacerlo. ¿Error nuestro no mandar tropas a la frontera para protegerla? No. Eso significaría entrar en conflicto directo con las FARC, y recordemos, esta no es nuestra guerra. ¿Debemos apelar a la unión latinoamericana y ayudar en la lucha contra la narco guerrilla? Esa no es la manera. Colombia nos está traspasando el muerto. Tiene a las FARC arrinconadas en la frontera con Ecuador y solo protegen ‘hacia arriba’, los centros urbanos y el resto de territorio que les interesa. De ahí que se maten en la selva. Me pregunto yo. ¿Por qué no son capaces de sostener su conflicto dentro de sus linderos? Colombia está en la obligación de proteger sus fronteras también, para evitar la fuga a países vecinos. Y eso nadie lo dice.



Por otro lado, se empiezan a revelar trapos sucios. Correa sí estaba participando en las negociaciones del canje humanitario junto con Chávez y al parecer Uribe lo sabía. Sin embargo, luego de la encendida rueda de prensa en Venezuela, al parecer las aguas empiezan a amansarse. No me creo esos teatros. Apretones de mano, sonrisas impostadas y promesas de fin a la crisis, después, claro, de graves acusaciones de lado y lado en la Cumbre de Río. Las famosas cartas que están a disposición en la red, sin duda son documentos que contienen información valiosa sobre las FARC. Las he leído y la verdad mi única explicación es que estas cartas se conocían desde hacia tiempo atrás, pero por motivos de seguridad y otros chanchullos no fueron reveladas. Recién ahora se las saca como “maravillosas” cartas debajo de la manga. Es increíble la desfachatez. No molesta tanto incluso que se haya violado nuestra soberanía, como reconoció la OEA, sino que nos quieran ver la cara de…

En fin, Correa pidió a Uribe que las cartas le sean entregadas. Ultra redundancia. Ahora hace falta hallar la mágica manera de descubrir su falsedad o su autenticidad. Hasta mayor aviso, creo que el problema principal es el jugar con los sentimientos de la gente a través de crear xenofobias innecesarias, con artimañas que no conducen a nada. La solemnidad y la seriedad con la que se ha tratado el conflicto diplomático han salpicado inevitablemente a los ciudadanos de ambos países quienes hemos tenido que tomar partido obligadamente para defender lo que consideramos ¿nuestro?

Es simplemente sacar partido de la necesidad de concretar esa abstracción que significa la palabra Patria…