Ídolo

Ídolo
Morrissey

miércoles, octubre 24, 2007

Domino Dancing

Billie, maravillosa




No me resisto a una buena. A una buena y seductora voz. Billy Holiday y un par de tragos salados. Chateando en vez de trabajar. Faringitis en vez de amor. Recibiendo invitaciones y aceptándolas al olisquear mi rechazo previo que vaticina un aburrimiento crónico. ¿Cine en mi casa? Lo siento, ya me suena erótico. Igual digo que sí mientras pienso en cómo me las ingeniaré para parar el intento de beso o caricia que inevitablemente germinará debajo de las cobijas (de seguro me acostaré en su cama y me abrigaré con su cubrecama).

Eso digo mientras sigo escuchando Billie Holiday y sabiendo que unas dilatadas vacaciones suenan tan tediosas como ver a Tarkovsky con sueño. Como estar esperando una llamada que nunca llega, o la respuesta a una pregunta tácita. Como recibir una sonrisa boba cuando tienes hemorragia nasal. Y sigo regresando a ver con mi espejito como retrovisor para advertir de alguna manera el peligro. Soy un mal conductor, nunca lo veo venir. Sé que viene pero me niego a frenar y termino arrollando al transeúnte. Odio mi vehemencia y la cultivo con pasión. Con espanto.

Termino estornudando y tragando espadas sin técnica alguna. Sólo para luego convertirme en tragafuegos y terminar con esta maldita faringitis descola planes, descola amigos, descola amantes. Descubre cuerpos y cierra ventanas. Vapores y condensaciones, líquido resbalando por el vidrio. Auto desempañándome. Billie Holiday sigue cantando y recuerdo haber leído que su registro no era muy amplio, lo cual le obligó a ser una maestra del amoldamiento. La ultra adaptabilidad y la perfección en la propia mímesis. En la reinvención y en el auto apego. Sería la única solución. De todos modos ella se volvió drogadicta y murió sufriendo. ¿Dónde está el sentido para tanto? ¿De qué vale ese deleite caótico? De todos modos se cae sin frenos. (Increíblemente acabo de asustarme por un motor chillón, desde mi octavo piso).

Aplausos.

Mesías Maiguashca, compositor ecuatoriano de música electroacústica, radicado en Alemania. También dijo que parecía japonés, júzguelo usted mismo.


Ya ha acabado Billie y ahora es el turno de Bob. Dylan. Pero yo ya debo partir. Hay que responder preguntas retóricas y escuchar a los amigos. A veces puedo escribir muy mal y escuchar tan bien. Ser nítidamente receptiva y opacamente dadivosa. Un sentido difuso me persigue la mayoría de las veces, pero yo sólo rio. Porque las carcajadas también me persiguen y terminan produciéndome fiebre. Del heno. Histamina. Y muchos besos como barriendo una calle pulcra. Redundando en los designios. Porque repetirse es lo más fastidioso que hay -ya lo diría el gran maestro Maiguashca (quien se niega a otorgar entrevistas personales porque considera que ya lo ha dicho todo)- ya que retornar, reciclar, es caer en un agujero negro, en el callejón sin salida de los ánimos. Sálvense quien pueda, llamen a una cheerleader. O qué se yo. Váyase de compras y pague lo que sea por una muñeca inflable que sepa también conversar. ¡Qué horror!

jueves, octubre 18, 2007

Cuando todo inevitablemente termina hecho panfleto



Hay ciertos momentos en los que mi sentimiento de absurdo personal traspasa mis propias barreras. Dejo de ser el extraño entre extraños y me convierto en el público asistente. En el observador del espectáculo. En el simple extracto social de un colectivo. En el representante promedio del coro. Y está por demás decir que ese sentido achatado en los polos y ensanchado en la línea equinoccial lo utilizo cuando se trata de ir a conversatorios, conferencias o talleres. Porque tengo bien claro que no hay que pasarse de listo, ni volverse provocador de tonterías. Porque uno de seguro no causará admiración sino risas.

Entonces entro a la charla, conversatorio o seminario de lo que sea, y la mayoría de las veces me amarro la lengua y clamo por una lobotomía para dejar de pensar, conjeturar, conectar y sacar conclusiones procedentes de un discurso intangible. Nunca lo logro, siempre quiero decir algo, a veces lo hago, otras no. Analizo el ambiente y lo pertinente de mi intervención. Generalmente nadie tiene preguntas sino supuestas reflexiones que quieren soltar al mundo para su reconocimiento propio. La vitrina de Pujilí… Prefiero quedarme callada en esos casos.

Volviendo a lo del discurso intangible: lo siento, ninguna presentación en power point revela la realidad palpable. Lo cierto que es que la realidad está mucho más lejos de un panel de invitados internacionales. Es la verdad. Y sin embargo disfruto la más de las veces de asistir a estos pequeñitos circos (cuando infaltablemente el neo-folclor hace su aparición) y aprendo bastante. Para mí la ecuación es simple: cuando me aburro me voy. Aunque hoy he descubierto que hay algo más que me ata a la silla, llámese maneras sociales o urbanidad (que no es lo mismo que urbanismo) o simplemente solidaridad de género humano: no me quiero unir a la horda de aburridos, decepcionados, desinteresados, indignados, insatisfechos u ocupados que salen descaradamente frente al conferencista. Confieso, a veces suelo interesarme apasionadamente por temas aburridos, otras, me aburre lo divertido.

Y todas estas digresiones salen a colación porque he asistido ayer y hoy al encuentro “Clima Latino” sobre temas ambientales y en específico Calentamiento Global. En verdad en estos seminarios Flash es muy poco lo que se aporta, ya que normalmente la premura del tiempo obliga a la concisión. Esta abreviatura de temas científicos trasladados al interés común (obviamente) no permite -a mi criterio- una efectiva difusión de lo que se persigue (¿educar quizás a la gente?) pero tal vez ayuden a hacer ruido, lo cual finalmente es lo que interesa. Ahora, el mundo de las generalidades es infinito y aunque en este caso no puedo generalizar (hubo ponencias muy buenas), lo que exige esta nueva especialización de lo común y colectivo es una diferenciación coherente entre lo que es nivel meramente discursivo, lo educativo, lo didáctico, lo técnico, lo informativo y lo retórico. En este caso fue una emulsión de todo (¡Que viva la diversidad!). Me temo que en este tipo de eventos se apela al libre albedrío y cada ponente hace lo que bien le viene en gana para su exposición, sin tomar en cuenta un mínimo de requerimientos u especificidades. Se vio de todo, desde los que citaron a poetas y filósofos new age, hasta los que magistralmente hablaron de aspectos técnicos, poniéndolos al alcance del ciudadano común.

Y hablando de new age quisiera tocar este tema que me parece substancial. No tengo nada en contra de lo espiritual y admiro en verdad a la gente que practica real y coherentemente una fe o una filosofía espiritual, pero yo me pregunto ¿Es menester relacionar inevitablemente lo ambiental con la fe? ¿No estamos de esa manera reduciendo los linderos de compresión y alcance del tema? Pues está claro que no a todos les interesa su yo interior, pero también está claro que todos vivimos en este planeta. Por lo tanto no sería más perspicaz llevar el fondo medular de una manera más neutral y así hacer extensiva la preocupación sobre el medio ambiente. Y no es que esté en contra de lo espiritual. Porque déjenme decirles, no todo el mundo respeta al Dalai Lama o está interesado en la filosofía Zen. De otra manera el neo liberalismo no tendría razón de ser al igual que el simple y llano Capitalismo. Y sin embargo, de lo que se trata es de involucrar a todos, ateos, creyentes, espirituales, materialistas, por lo tanto no se puede sesgar las intenciones, se debe tratar de incluir a todos y quizás tocar lo espiritual de una manera menos inherente.

Yo confieso, aún me rio de ver a seres occidentales vestidos con túnicas rojas o naranjas. Bien por ellos, pero salta a la vista y al entendimiento su obligada presencia. Por supuesto que ser una persona espiritual te convertirá en más humano y respetuoso del medio ambiente (si hay honestidad de por medio, claro) pero no es la única vía, de eso estoy segura. A un materialista nato no le vas a convencer por ese lado- quizás luego de años de insistencia-; pero lo que se necesita en este caso son acciones inmediatas e inmediatistas y para ello hay que hacer uso de otras herramientas, como por ejemplo demostrar que la devastación de la naturaleza producida por el hombre va inevitablemente a afectar la calidad de vida de todos (su alto status quo). Hay que coger a la gente por donde más le duele. A una persona no espiritual le va a valer un trozo el sufrimiento de la madre tierra (o la pacha mama).

Por otro lado, pero siguiendo la misma línea, lo ambiental no es necesariamente “ambientalista” por lo tanto es un error grave que se lo relacione exclusivamente con la izquierda, ya que nuevamente estaríamos cayendo en lo mismo: cerrando posibilidades de concienciación. El derechista y el ultra archi plus neo liberal le temen a ojo cerrado a todo lo que les suene a Comunismo. Y si transformamos el discurso ambiental en un baluarte exclusivo de la izquierda, estamos matando las posibilidades más importantes de cambio y consecución de objetivos. Porque de lo que se trata es precisamente de convencer a esos sistemas político/económicos de que la tierra no da más. Así que nuevamente, hay que ser un poco más inteligentes y perspicaces “adelantándose al enemigo”, dejando de polarizar el discurso sin volverlo maniqueo, y por último separarlo del discurso político de la manera más sutil que se pueda. Porque de otra manera corremos el riesgo de desvirtuar esta realidad y llevarla al plano estéril del panfleto.
Y finalmente, a veces hay que fingirse sordo o jugar a piedra papel o tijera cuando en medio de una ponencia entran a escena un hombre con un zapato en la cabeza (el Capitán Zapato), o una ardillita con otro ser disfrazado de un animal peludo que no pude clasificar según la taxonomía, cuya presencia excesiva y abarcadora termina adueñandose del discurso, excluyendo a todo aquel que no entra dentro de los parámetros de la "militancia". Ay Diosito.

lunes, octubre 08, 2007

La jaula de los leones



Recuerdo claramente la revista, las noticias, el periódico en donde la noticia de aquel hombre que había sido devorado por leones se izaba cruenta y radiante. Eran como fucilazos las palabras, y yo sin pararrayos. Tenía tal vez siete años, no lo sé. Leía ya bastante y sobre todo periodismo policiaco, que hasta ese entonces yo pensaba que existía como género. Cuando supe que se llamaba crónica roja y que lo leía cualquiera, comprendí que había sido despojado de toda su belleza, de todo su potencial literario narrativo y que era basura desechable. Solo guardo memoria de los crímenes de los ochenta y quizás de los de la primera mitad de los noventa. Luego vino la insipidez y fue cuando la sangre perdió su vivacidad, pasó a ser un mero significante.

Los trillers políticos y las tramas tipo roman policier fueron prontamente reemplazados por un estándar noticioso que ya no tenía ese primigenio sensacionalismo que buscaba dar a las noticias criminalísticas una cualidad espiritual, meta humana. El nivel de la leyenda. La necesaria mitificación de lo que se nos va de las manos, de lo incontrolable, de lo automático y deliberado. Aquello que es extrahumano porque está fuera del gobierno de la voluntad. El “primigenio sensacionalismo” era ingenuo y buscaba simplemente sorprender, ser indeleble y captar culturalmente el imaginario colectivo para registrar afirmaciones míticas, derivadas de una dialéctica puramente literaria. Los hechos se construían así, teniendo como modelo estructural aquellas grandes novelas de géneros relativos al crimen.

Hoy no, hoy quizás la literatura se nutra de la “realidad”, pero la realidad ya no se nutre de la literatura. Se rompió la elipse y no tengo opinión que contenga cualidad moral alguna que justifique el topar este tema. En resumen, no sé si ello sea bueno o malo. Simplemente quiero dar cuenta del proceso que se vive. De repente, las espadas justicieras de la lógica y el sentido común han llegado inatacables ha destajar lo último de farsa bufonesca y retórica fabulística para supuestamente revelar lo que hay detrás: la verdad de las cosas. La lógica real del mundo siendo forzosamente expuesta por oposición: romper el horizonte mitificado de la razón. ¿Quién sabe cuál es el método real por el que se rigen las cosas? Nadie.

Ese alguien que había sido engañado por su mujer y que decidió salvar su honra al más puro estilo bíblico era para mí en los ochentas un personaje paralelo, surgido del mundo de las palabras. Sin embargo, el hecho de saber que existía en alguna parte de esta ciudad, de que ese asesinato ocurrió el día tal a la hora tal, ya me hacía abrir una zanja dentro de la realidad idealizada. Siempre me preguntaba cómo habrían sido los sucesos. Sabía que lo que leía era otra cosa, algo que iba más allá del simple hecho de no haber sido un testigo ocular. Era la transmisión filtrada por las palabras y eso me encantaba. Como a todos creo yo.

Y me temo que últimamente no existe tal diferenciación o lo que es peor, ya no existe la conciencia de la presencia de tal diferenciación. Desde que el “género periodístico” robó a la sangre su carga simbólica para anularla frente a la inmediatez y su capacidad de knock out simplón, la crónica roja se volvió insustancial y dejó de perennizarse como remanente de los vestigios dejados por el imaginario social. Se percibe a la realidad mediática como una e inexpugnable. Los límites de la construcción de la realidad a través de la virtualidad del manejo de la información hoy en día llegan a ser infranqueables. La Literatura se volvió un paria que se cuela por los pocos poros que aún quedan de esta realidad y sigue tratando de adaptarse a lo que venga. La diferenciación entre mito y realidad para estos momentos es absolutamente innecesaria porque lo que vivimos como realidad ha anulado el ciclo del mito, lo ha negado en sus más profundas raíces, tan solo para fundar una supuesta nueva sociedad que busca ser una y homogénea. Pero esa homogeneidad es susceptible de ser vulnerada si permiten puntos de fuga. El mito es un punto de fuga. El consentir que dos realidades paralelas convivan es un resquebrajamiento dentro del modelo que se propone instaurar. Por ello ha sido menester eliminar una a través de menoscabarla y desvirtuarla. Y sin embargo se ha institucionalizado aquella que pretende ser la “verdadera”, esa que elimina la inmaterialidad de la ficción y que en sus bases no es más que ficción pura e inmaterialidad pura. La realidad filtrada de la que siempre hablo, la realidad mediática.

El colectivo es tan voluble en sus doctrinas, puede virar el timón sin apenas caer en cuenta.

En fin…

Los años dorados del periodismo policiaco quedaron sumergidos quizás en la laguna del Yambo con los hermanos Restrepo, guardados dentro de la caja que guardó la oreja/trofeo de Daniel Camargo, destrozados en el terreno baldío en donde fueron encontrados los pedazos macheteados de Juan Fernando Hermosa. O tal vez se hallen junto a los restos de la avioneta en donde viajaba Jaime Roldós y su esposa, o dentro de los cajones que guardaban las pertenencias de las víctimas del Monstruo de los Andes. Tal vez estén en el auto baleado, última morada del Patucho Rigoberto, o quien sabe y se hallan en alguna bodega cerca de los restos de la vieja jaula en donde aquel conscripto fue devorado por los leones del Zoológico Militar, por haberse metido con la mujer de un superior…