Ídolo

Ídolo
Morrissey

lunes, diciembre 17, 2007

Mensajes divinos

Ayer alguien me dijo que no debería sentarme en los asientos del trolebús, por eso hoy no lo hice (hasta el último de regreso cuando ya me hallaba demasiado cansada). Pero no voy a hablar de la mugre ni de las bacterias, debo aprender a vivir con ellas, más bien quisiera pensar que algún día esta ciudad se va limpiar por arte de magia. No de la suciedad, ni de la falta de estética sino del falso lavado de conciencia. Un contrasentido, lo sé. Pero ese lavado de conciencia es una de las operaciones “espirituales” que más nos ensucian.

Sin embargo, de todo hay para todos, y en una ciudad de tanto contraste social como esta, se tiene opciones para escoger. Los lava conciencias están por todos lados, y por una módica suma (dependiendo de cuánto quiera usted lavar su conciencia) estará libre del pecado de la indiferencia y el horroroso error social de tener más plata que los otros. Podrá si lo desea, salvar del cáncer terminal a alguien, ayudar para la operación de un lisiado, colaborar con la compra de medicinas de un convaleciente y hasta devolverle la vista a los ciegos. Pero si lo suyo es lo lúdico, también puede colaborar con la casa comunal del hippie que se saca la madre tragando smog todo el día para distraerle con un par de piruetas y malabares. Para todos hay. Sí. Puesto que si su opción obligada - y construida por el entorno- es la de ser el desalmado, indolente e indiferente, también tiene todos los chances de pasear su alma gusana y fascista.

Y así se construyen y destruyen conciencias. Se instaura una dinámica de víctimas y victimarios. De verdugos expiando culpas ajenas. Nos convertimos en responsables directos del dolor de los otros y a la vez nos vemos obligados a aliviarlo. No voy a atacar a la religión, pero esa conmiseración me suena tan cristiana, tan a sistema de confesión express. Pecado-penitencia. Y luego está ese sentimiento tan humano de la condolencia. Con-dolerse. ¿Qué podemos hacer con él? ¿Cómo sacarse de encima la sensibilidad hacia el otro? ¿Cómo determinar la delgada línea entre la necesidad verdadera y la explotación amarillista? ¿Acaso la respuesta está en la misma proliferación de expiadores urbanos?

Los ciegos se toman la ciudad. Bueno, exagero, quizás solamente el transporte público. No puede ser simplemente una llamada de atención al gobierno y la ley impuesta de que cada empresa debe tener al menos el 1% de empleados con discapacidad. Una empresa debería tener como mínimo cien empleados para que uno de ellos pueda acceder a un puesto de trabajo. Es bajísimo ese porcentaje si lo vemos desde ese punto. Una empresa de mil empleados, tendrá a penas, diez… Entonces, razón tienen en quejarse. Pero… discapacitados siempre ha habido y ciegos también. Entonces, ¿a qué se debe el repentino florecimiento de su presencia en la urbe? En un principio pensé que era algún mensaje divino -sujeto a interpretación personal- el hecho de que en un solo día, en un solo viaje, se subieran tres no-videntes a ofrecer distintas historias (todas llegaban al mismo punto) para conseguir la conmiseración y un poco de dinero de los pasajeros. Luego noté que era quizás una organización que se había impuesto como nueva labor (ya que no conseguían trabajo) subirse a los buses a contar sus desgracias personales con el fin de llevarse a la boca el pan de cada día.

Antes, hace algunos años, había un solo ciego en estas labores, uno que tenía una niña como lazarillo y que vendía caramelos en los buses. Se caracterizaban por entrar a empujones y convencer a todos de que la rudeza de su ingreso se debía a la torpeza de su discapacidad. Ahora con este repunte de ciegos urbanos, me he dado cuenta que su grosería obedecía a una revancha social no saldada, a la metáfora materializada de hacerse a empellones un espacio en la sociedad. Y también, a acusar tácitamente y hacer sentir culpables a los otros de su desventura: táctica desgastada para conseguir beneficios. Por ello, según su lógica, bien merecidos los empujones nos lo teníamos todos los videntes que nos atravesábamos en su camino.

Al acoso y sobresaturación urbana de mendigos y pedigüeños (hay de todo, como dije antes), le sigue su propia némesis: La des-sensibilización. El primer ciego me conmovió y casi le doy dinero. Sufrí con él y no quise verle a la cara porque su desesperanza emprendedora me contagiaba el ánimo de lamento. Los siguientes ciegos, paulatinamente me fueron encallando el alma y por el contrario, empezaron a despertar sospechas ya no sobrenaturales sino bastante concretas. El último y el antepenúltimo ciego inevitablemente se encontraron, y cuando el segundo iba disponerse a cantar, se dio cuenta de que su amigo se hallaba repartiendo chicles en ese momento. Se saludaron, se dieron la mano y se desearon suerte mutuamente. El último de la fila tuvo que salir obviamente, su presencia había perdido sentido.

Con esta reflexión no quiero denotar ninguna postura fascista, soy consciente al tope de la realidad de mi sociedad, simplemente dejo abierta la idea de que el constante restriego de una herida la insensibiliza. El callo en el alma, no es bonito llevarlo. Es humana la conmiseración, es humano condolerse, pero hasta qué punto es humano aprovecharse de ello… Inevitablemente esta dinámica víctima-victimario se convierte en un círculo vicioso que exige nuevas tácticas. El desgaste del llanto persigue, por último, el grito. Si se acostumbra a una sociedad al dolor callejero y su alivio como el salva conciencias y el limpia pecados, el siguiente paso será más extremo. ¿Hasta dónde llegaremos?

lunes, diciembre 10, 2007

Mañana es mi cumpleaños

Cuando acerco el mouse en un acto reflejo, duda certera, en lo instantáneo de una razón mecánica, me digo: algo debe estamparse para dejar de vivir en lo etéreo de las ideas, de las nociones. Quería saber qué año iba a ser el próximo. Es absurdo pero a veces me pierdo en los tiempos y dudo hasta de lo que considero actual. Ese hoy que ostenta un día, una fecha porque sí. Porque había que dar certezas y calmar inconformidades. Porque había que mantener plazos como promesas del porvenir. Porque había que instituir el concepto del porvenir. Por venir. Si no, no tendría sentido el aparataje del progreso, ni su concepto. Si no, casi nada tendría sentido. Por eso no es posible que una fecha y otra pasen como si nada. Hay que marcar tiempos y ciclos, más aún en un país sin estaciones. Cada fecha tiene su olor, su aire, su particularidad. Particularidad que es percibida sin esfuerzo en la infancia y que al pasar los años, cada vez nos es más difícil encontrarle el “espíritu”. Pero se hace el intento. Caso idéntico a la pérdida de ciertos reflejos vegetativos como el respirar correctamente. Si no me cree, fíjese en un niño, respira con el vientre -nosotros, con el pecho-. Toda esa naturalidad perdida, espero que sea compensada con el conocimiento provechoso…

Las fiestas de Quito me pasaron como si nada, quizás menos nada que el año pasado puesto que escuché ecos de chivas todo el día y asistí a un par de conciertos. Me embriagué el día que no era y fui rescatada por la bruja, no por el príncipe. Nada más. Recordando a los pro-fiestas y a los contra-fiestas que forman una dicotomía más o menos equilibrada. Y yo diciendo que soy contra, y cantando pasillos y albazos como si fuera pro. Odio los canelazos y creo que detesto la fiesta brava, sin embargo ya no siento mayor cosa cuando veo en la tele al toro siendo torturado. Una raíz en común… como si su nombre estuviera hecho para el dolor. La desensibilización paulatina. Aún recuerdo la primera vez que fui a una corrida y lloré cuando asesinaban al toro. La tragedia le pudo más a la belleza. Hoy no podría decir lo mismo pero aún deseo ser vegetariana.

Luego, proceso de entender y desentender casi al mismo tiempo. Life is very short and there’s no time for fusing and fighting my friend… Un no querer abriendo las ventanas, dejando pasar el aire de los últimos jolgorios. Afuera la fiesta agonizando. Adentro, alimentándose del otro. Sí, ese otro que no es yo. Simple.

Un no nunca jamás queriendo morderse la cola. Y de vuelta al ruedo otra vez. Por suerte tengo una inyección del hielo, cerca del velador…

¡Esperando la navidad con pavo y todo carajo!

jueves, noviembre 29, 2007

El galanteo por obligación y la feria de la estupidez

Quizás debería pensarse mejor el hecho de revelar la insulsez de un ser humano. Ni siquiera eso. Un desfile de cuerpos atados los unos a los otros como una fila de chorizos que un perro acaba de robar de una carnicería. Esos cuerpos que pretenden siquiera –como mínimo- presentar un discurso aprendido de memoria. En este caso habría perdonado la pretensión de la farsa, la necesaria construcción de un contexto justificativo a lo exiguo de una imposición social pueril. Pero la revelación mediática no ayuda. Esa desnudez encubierta que una cámara de televisión, un programa para soquetes y un conductor con el macholatinismo como única herramienta “profesional”, puede descubrir fantochemente las costuras de la estupidez encubierta. Ja ja.






El martes pasado en la noche, sin más que hacer que redundar sobre mí misma, prendí la tele (no haga esto en su casa, ni siquiera bajo la supervisión de un adulto). Es muy grave comprobar la redondez del mundo de la manera más ramplona. Haciendo caso omiso (qué buena frase viciosa) a las recomendaciones que recibí en un mail sobre no apoyar a aquellas entidades que auspician la fiesta brava, sintonicé Teleamazonas. Roberto Angelelli y su sonrisa botulínica (no porque se haya hecho la intervención sino porque es un gesto que básicamente intoxica) recibieron al público omnipresente con esa envidiable alegría, marca registrada del programa concurso (ganar plata produce felicidad). Acto seguido, el plato fuerte: las candidatas a reina de Quito, pero por supuesto, al no ser tan célebres y al no existir equilibrio piropero, hacía falta más hombres. Dos cantantes quiteños, hijos de padres famosos, que no pudieron hacer peso al lado masculino del programa (Angelelli). No respondieron a la altura los pobres. Quizás su baja estatura hizo que se intimidasen frente al equipo de baloncesto (el presentador no pudo hallar calificativo más ingenioso) que conformaban algunas de las candidatas. Porque al parecer, la raza día a día va mejorando (como dirían las abuelas) y hoy por hoy las Macarenas Valarezo de un metro cincuenta ya no pegan. Lo que está en boga es un respetable metro setenta y cinco como mínimo para ganar. Si no fíjese en las reinas de los últimos años…

El chorizo..




En fin, al estilo “único” de Angelleli, la noche -su noche- se convirtió para variar en una conversación unidireccional, carente absoluta de gracia, interés y profesionalismo. Unidireccional porque el seudo entrevistador habla para sí mismo y persigue respuestas a ninguna pregunta, palabras sueltas, comentarios machistas que resumen el lado entrevistado femenino en un ampuloso pedazo de carne, actitud que disfraza con halagos constantes y adjetivos reiterativos que aluden únicamente a lo que ciertamente importa de sus invitadas: su belleza. He visto en una ocasión a una entrevistada fea, gorda y vieja (invitada por su ¡talento!), a la cual no pudo galantear como se debía pero ¡aún lo hizo!, porque por supuesto, su gracia radica en el piropeo. Por favor. Que alguien lo envíe a un curso express de periodismo. O que por lo menos le sometan cual Alex a una intensa sesión de programas gringos del formato al que pretenden imitar.

Y ello no es lo peor, por supuesto. Lo execrable es la aceptada hipocresía social, esa en donde caben concursos de belleza que encubren la necesidad muy humana de la estética por la estética utilizando misiones caritativas. Qué farsa más ridícula. Que nadie me venga a decir que se lanza a candidata porque quiere ayudar a los niños con síndrome de down. Para hacer labor social no necesitas ni ser reina, ni ser bella, ni medir uno setenta. Pero ahí está la mojigatería políticamente correcta. Y lo que a todos nos encanta (me incluyo por ser parte de esta sociedad alcahueta) es creernos el cuento y justificar nuestra superficialidad (porque para la tradición judeocristiana eso está mal) poniéndole alma sintética a algo que podría expresar su sinceridad descarada. Prefiero los “porque sí” a las justificaciones veladas. Si algo detesto en la vida, son las intenciones disfrazadas. Nunca va a ganar una fea y eso todos lo saben. ¿Por qué nos encantará fingirnos idiotas?

No hay nada malo en el culto a la belleza, lo sostengo. La satanización de lo bello como sinónimo de superficialidad se superó en el siglo XIX. Esa insoportable doble faz de la sociedad que constantemente juzga aquello a lo que rinde culto, se convierte en el mea culpa de la socarronería. Un contrasentido, el callejón sin salida de la coherencia y la razón, el oxímoron del oxímoron.
………………..






Una pequeña muestra de lo que el enriquecedor programa ofrece. Angelelli y la ex de todos, Marián Sabaté, confrontándose años después de su ruptura... Sin palabras



Sin embargo la TV, que todo lo maquilla, puede también desmaquillar y mostrar el rostro limpio más feo sin piedad alguna. Poco a poco el desfile de chorizos fue enterrándose sin esfuerzo. Fue lamentable su performance, las chicas no daban pie con bola y lastimosamente hicieron honor a la cada día más peleada sentencia: la tonta bonita. Era más que obvio que sus argumentos trabados (y tartamudos algunos) no convencieron a nadie y más bien revelaron la verdadera y obvia intención de quienes participan en un concurso de belleza: protagonismo mediático y catapulta a la fama (sí, la tan nombrada fama en Pujilí). Porque ahora hasta a concejala se puede aspirar siendo reina de Quito. Sin duda, una buena inversión de tiempo, pues como mínimo te convertirán en presentadora de programas de UHF que nadie ve…

Bueno, si así se pintan las cosas, no sería mala idea salirse del Videodromo y pegarse un tiro mediático para salir de la pesadilla…

miércoles, noviembre 14, 2007

Onomatopeyas

No tuvo más remedio que remediarlo. Mirar desde la ventana el barullo, como un avión aproximándose a la ventana. Reventándose los tímpanos y viendo que la pesadilla es completamente posible. Lo factible de lo ridículo. Lo poderoso de la resonancia. Una reverberación que se escucha en el pasillo. Probablemente proviene de la cocina. El silbido del agua hirviendo en una tetera.
Hay como un temblor previo y la necesidad de resquebrajar los cimientos. Y nuevamente lo factible y verosímil de la pesadilla acercándose a la ventana. Rompiendo los cristales. Errando en las intenciones. Culpando a la motricidad adelantada. Porque no quería hacerlo. Pero pasó.
Y luego queda simplemente alivianar el peso, la gravedad. La voz grave y el estado grave de un enfermo terminal. Dentro de un edificio que siempre estuvo al borde de derrumbarse, sostenido a penas por palos. Sin techo, mojándose su interior con la lluvia redundante de los últimos meses. Humedad aprendida de memoria. Inútil. Esférica.
Injusta apreciación. Vista engañosa de la ciudad. El ángulo producto de la concavidad en la que se asientan las baratijas. La cuna-cuneta que te expulsa al borde de la carretera. Un salgamos corriendo cabe incluso en un ascensor. Un portazo en la cara. Rostro de madera. Duro y sin comisuras. No se puede sonreír por lo tanto no se puede comer. La rigidez que no permite siquiera arrugar la frente. Ni sollozar.
Y el remedio sin más remedio que prescindir del gotero. De la inyección y del suero. Sentarse a esperar en la sala de espera y omitir las esquinas, los ángulos. Olvidar para qué se está ahí y salir como si nada a buscar algo más. Quizás comida. Quizás mañana.

viernes, noviembre 09, 2007

Tres en dos en uno



En lo orgánico está la respuesta. Podría aventurarme a tipificar un nuevo tipo de danza, pero sería demasiado atrevido y demostraría un escaso conocimiento del tema. Porque más allá de la técnica, la visceralidad y la pasión, está el juego de lo orgánico. La corporeidad hablando desde un nivel puramente cinético-fisiológico y comunicándose precisamente con ese lado del espectador. No con su visión esteta, no con sus emociones, sino con su carne. Con su organismo. Como sincronizándose con los latidos del cuerpo del otro. Si una obra consigue esto, para mí es perfecta.

Las emociones pueden confundirnos, pueden hacernos pasar algo malo como bueno por una simple espectacularidad que apela a la sensibilidad obvia. El valor estético y artístico de una obra de danza contemporánea podría diluirse entre el acertado u erróneo uso de la técnica, la falta de dominio de la misma o falencias debidas al nivel del performer. Pero lo orgánico es otra cosa. Por supuesto que no funcionaría sin un buen intérprete, sin una persona capaz de lograr transmitir ese sentido sordo, ciego y mudo. Ese sentido táctil interno, como tocarse a sí mismo sin manos.


Y creo que Valeria Andrade, bailarina quiteña, está muy cerca de eso. Las obras presentadas esta semana en el Teatro Variedades de Quito, son una clara muestra de esa funcionalidad corporal. De la precisión física que además transmite alma. Estoy segura de que ella es una bailarina visceral, y su cuerpo logra revelar esa fuerza de sus sentires, pero también lo hace con sus ideas acerca del mundo y la sociedad. La obra de Andrade es de un urbanismo subjetivo, ella se encarna en la ciudad y a través de este proceso cuestiona su entorno y a sí misma con respecto a él. "De medio en medio" es la obra que originó toda esta propuesta escénica, la cual es además interdisciplinaria. En ella se conjugan el video arte, la instalación, el performance, el arte conceptual y la danza. Hace un año tuve la oportunidad de ver "Prácticas siucidas", video performance continuación del hilo conductor conceptual. Allí se presenta Valeria haciendo diversos performances en distintos espacios urbanos en los que pone en riesgo su integridad física y moral.

Ella se expone a los peligros de una ciudad común, pero desde un nivel más moral que físico. Es hallarse en el borde por decisión, y a la vez probar y probarse la eficacia de la sobreexposición. Se trata también de sobreexplotar la hostilidad de la urbe y a la vez de sobreexplotar la fragilidad del cuerpo. Esa carnalidad vulnerable. De ahí que lo orgánico, como dije anteriormente, forme parte fundamental de esta propuesta. Sin embargo, esa carne, ese organismo antecede a una conciencia, entonces entra en juego la moral. En este nivel de raciocinio surgen los cuestionamientos y las respuestas buscadas a partir de enfrentar los opuestos. Lo orgánico vs. Lo inorgánico. Finalmente lo que termina vulnerándose es precisamente la moral.

Por último, la obra de Valeria Andrade es personalista, procede de experiencias, ideas, sensaciones, confrontaciones interiores, sin embargo ello no llega a ser un contra, ya que sabe transmitir y re-crear. La obra es un producto por sí mismo, habla y llega a donde debe. Bien hecho. Aplausos.

jueves, noviembre 01, 2007

Crónica de la repetición



Anoche un amigo me decía: hasta ahora nadie ha comentado acerca del concierto. Todo el mundo fue pero nadie ha dicho nada. Es cierto, tan cierto como el cable que cuelga del edificio y se menea fuera de mi ventana (me hace pensar en deportes extremos y suicidio). En un primer momento es la pereza la que me hizo callar. Luego entendí que la pereza sólo puede provenir de una falta de novedad. ¿Será que lo novedoso es el único motor de inspiración? Creo que la digresión podría recorrer caminos empedrados si se la lleva por ese lado. Mejor dejarla como está. En fin, el concierto de Soda Stereo fue un lindo paquete. Como comprar unas vacaciones en tour más o menos. Hay que estar dispuesto a divertirse, de lo contrario se corre el riesgo de caer en fenómeno del desvelado (no por insomne): la conciencia como destapacaños de la diversión. La desalmada noción de la repetición. Como en el viaje en hongos de mi amigo, el que me acompañó al concierto. Mientras íbamos en el bus que nos llevaría a nuestro destino (el concierto), él me narraba la milenaria historia de cómo la sabiduría y la verdad del mundo le fueron reveladas en un viaje de hongos. Supo entonces lo absurdo de la existencia y lo ridículo e ínfimo de lo que nos sostenemos para vivir. El sinsentido total. Por ende, experimentó el terror total, el desasosiego profundo, la angustia infinita. Esa es la eternidad. Y la eternidad sólo existe a través de la repetición. Entender los patrones de la vida y saberlos al dedillo es lo que realmente termina con la existencia. Ahí la necesidad de la muerte y entonces la paradoja: la búsqueda del limbo. La inminencia de la mediocridad y las medias tintas. La tibieza como forma de supervivencia. Porque los extremos finalmente son lo mismo. El escalofrío de la paradoja, la encrucijada maldita: porque en el instante del deseo de desaparecer (recuerden, hablaba de la revelación de la vida y la repetición), viene la supra zozobra al saber que del otro lado está el infinito ese que desconocemos y que nos llevará a ninguna parte. Porque la vida por lo menos te lleva a la muerte, pero la muerte… ¿A dónde?

Mi amigo sabe y está consciente que todo ello es producto de una intoxicación. Como tomarse cualquier veneno y sentir la proximidad de la muerte. Él oía los rezos de la gente en ese limbo en el que se hallaba y habló del poder de las letanías. Pero por supuesto que tienen poder. El poder de la repetición. Porque el mundo se crea y se construye a partir de ella. Es la base de la existencia. La letanía, la construcción de la lógica a través del lenguaje obedece a un proceso repetitivo. No se inventan procesos. Se redunda en la razón, en el entendimiento. El proceso es uno solo. Pero el verdadero poder está en la lógica estancada, en la sinrazón, en la pérdida del sentido, en la des-concreción, en la des-concretización de las construcciones humanas y en la desnudez de la esencia pura de la abstracción. Ese es el instante de la letanía, el estado contemplativo, el misticismo rasgando la tela del mundo concreto y abriendo una brecha paralela. Es la suspensión y el punto de ignición. El eterno punto de partida. Mejor no saberlo.

¿Qué se puede comentar de lo que se conoce en demasía? Lo mismo, pues. Pero es mejor salirse de ese kiosco y volver al llano. Ser llano sobre el césped y tener entradas a Cancha, encontrarse con los amigos, reír, sonreír tontamente. Pretender sorpresa y convencerse de ello. El contra poder: la auto convicción. Hay salvación señores. La angustia tiene remedio. Seguir esperando y dejando que la fatiga física –la más descomplicada- haga su efecto. Entonces acusar un posible aburrimiento o tedio a cuestiones fisiológicas y dejar que la conciencia se vaya a dar un paseo por Black Box. Recorrer el estadio entero buscando un baño y orinar treinta veces, siempre las urgencias son tan impertinentes. De ahí el miedo provisional a beber agua o a bañarse (en otros casos). Y siempre la espera, sabiendo lo que se espera, porque sorprenderse de distintos posibles escenarios no es posible. Las cosas, irrevocable e infaltablemente siempre se dan. Por eso el concierto empieza y todos sabemos los que va a pasar. Archivos de memoria de decenas de conciertos anteriores pero siempre la infaltable expectación, las ansias y la necesidad de obtener algo. Más aún cuando se ha leído las crónicas de periódicos y se sabe exactamente cuál va a ser el repertorio, cuántas veces se van a despedir y cuántas canciones extra van a tocar. Todo salió al pie de la letra. Será que siempre es mejor tener la situación controlada.

Pero ello aún no es suficiente para desaparecer el instante, para negar el espacio, para eliminar el contexto y dejarnos fuera de la delectación. La complacencia es bastante poderosa también y es un arma de doble filo de la irracionalidad: se va en contra de ella al tiempo en que la acompaña en su misión de repetición. Luego viene el raciocinio y la conciencia. Y posteriormente el dulce disfrute de la ruptura. ¿Cómo? El boicot de la conciencia, cuando el simple goce, el puro placer carcome y engulle su misma génesis y termina por absorberlo todo. Como burlarse de uno mismo…

miércoles, octubre 24, 2007

Domino Dancing

Billie, maravillosa




No me resisto a una buena. A una buena y seductora voz. Billy Holiday y un par de tragos salados. Chateando en vez de trabajar. Faringitis en vez de amor. Recibiendo invitaciones y aceptándolas al olisquear mi rechazo previo que vaticina un aburrimiento crónico. ¿Cine en mi casa? Lo siento, ya me suena erótico. Igual digo que sí mientras pienso en cómo me las ingeniaré para parar el intento de beso o caricia que inevitablemente germinará debajo de las cobijas (de seguro me acostaré en su cama y me abrigaré con su cubrecama).

Eso digo mientras sigo escuchando Billie Holiday y sabiendo que unas dilatadas vacaciones suenan tan tediosas como ver a Tarkovsky con sueño. Como estar esperando una llamada que nunca llega, o la respuesta a una pregunta tácita. Como recibir una sonrisa boba cuando tienes hemorragia nasal. Y sigo regresando a ver con mi espejito como retrovisor para advertir de alguna manera el peligro. Soy un mal conductor, nunca lo veo venir. Sé que viene pero me niego a frenar y termino arrollando al transeúnte. Odio mi vehemencia y la cultivo con pasión. Con espanto.

Termino estornudando y tragando espadas sin técnica alguna. Sólo para luego convertirme en tragafuegos y terminar con esta maldita faringitis descola planes, descola amigos, descola amantes. Descubre cuerpos y cierra ventanas. Vapores y condensaciones, líquido resbalando por el vidrio. Auto desempañándome. Billie Holiday sigue cantando y recuerdo haber leído que su registro no era muy amplio, lo cual le obligó a ser una maestra del amoldamiento. La ultra adaptabilidad y la perfección en la propia mímesis. En la reinvención y en el auto apego. Sería la única solución. De todos modos ella se volvió drogadicta y murió sufriendo. ¿Dónde está el sentido para tanto? ¿De qué vale ese deleite caótico? De todos modos se cae sin frenos. (Increíblemente acabo de asustarme por un motor chillón, desde mi octavo piso).

Aplausos.

Mesías Maiguashca, compositor ecuatoriano de música electroacústica, radicado en Alemania. También dijo que parecía japonés, júzguelo usted mismo.


Ya ha acabado Billie y ahora es el turno de Bob. Dylan. Pero yo ya debo partir. Hay que responder preguntas retóricas y escuchar a los amigos. A veces puedo escribir muy mal y escuchar tan bien. Ser nítidamente receptiva y opacamente dadivosa. Un sentido difuso me persigue la mayoría de las veces, pero yo sólo rio. Porque las carcajadas también me persiguen y terminan produciéndome fiebre. Del heno. Histamina. Y muchos besos como barriendo una calle pulcra. Redundando en los designios. Porque repetirse es lo más fastidioso que hay -ya lo diría el gran maestro Maiguashca (quien se niega a otorgar entrevistas personales porque considera que ya lo ha dicho todo)- ya que retornar, reciclar, es caer en un agujero negro, en el callejón sin salida de los ánimos. Sálvense quien pueda, llamen a una cheerleader. O qué se yo. Váyase de compras y pague lo que sea por una muñeca inflable que sepa también conversar. ¡Qué horror!

jueves, octubre 18, 2007

Cuando todo inevitablemente termina hecho panfleto



Hay ciertos momentos en los que mi sentimiento de absurdo personal traspasa mis propias barreras. Dejo de ser el extraño entre extraños y me convierto en el público asistente. En el observador del espectáculo. En el simple extracto social de un colectivo. En el representante promedio del coro. Y está por demás decir que ese sentido achatado en los polos y ensanchado en la línea equinoccial lo utilizo cuando se trata de ir a conversatorios, conferencias o talleres. Porque tengo bien claro que no hay que pasarse de listo, ni volverse provocador de tonterías. Porque uno de seguro no causará admiración sino risas.

Entonces entro a la charla, conversatorio o seminario de lo que sea, y la mayoría de las veces me amarro la lengua y clamo por una lobotomía para dejar de pensar, conjeturar, conectar y sacar conclusiones procedentes de un discurso intangible. Nunca lo logro, siempre quiero decir algo, a veces lo hago, otras no. Analizo el ambiente y lo pertinente de mi intervención. Generalmente nadie tiene preguntas sino supuestas reflexiones que quieren soltar al mundo para su reconocimiento propio. La vitrina de Pujilí… Prefiero quedarme callada en esos casos.

Volviendo a lo del discurso intangible: lo siento, ninguna presentación en power point revela la realidad palpable. Lo cierto que es que la realidad está mucho más lejos de un panel de invitados internacionales. Es la verdad. Y sin embargo disfruto la más de las veces de asistir a estos pequeñitos circos (cuando infaltablemente el neo-folclor hace su aparición) y aprendo bastante. Para mí la ecuación es simple: cuando me aburro me voy. Aunque hoy he descubierto que hay algo más que me ata a la silla, llámese maneras sociales o urbanidad (que no es lo mismo que urbanismo) o simplemente solidaridad de género humano: no me quiero unir a la horda de aburridos, decepcionados, desinteresados, indignados, insatisfechos u ocupados que salen descaradamente frente al conferencista. Confieso, a veces suelo interesarme apasionadamente por temas aburridos, otras, me aburre lo divertido.

Y todas estas digresiones salen a colación porque he asistido ayer y hoy al encuentro “Clima Latino” sobre temas ambientales y en específico Calentamiento Global. En verdad en estos seminarios Flash es muy poco lo que se aporta, ya que normalmente la premura del tiempo obliga a la concisión. Esta abreviatura de temas científicos trasladados al interés común (obviamente) no permite -a mi criterio- una efectiva difusión de lo que se persigue (¿educar quizás a la gente?) pero tal vez ayuden a hacer ruido, lo cual finalmente es lo que interesa. Ahora, el mundo de las generalidades es infinito y aunque en este caso no puedo generalizar (hubo ponencias muy buenas), lo que exige esta nueva especialización de lo común y colectivo es una diferenciación coherente entre lo que es nivel meramente discursivo, lo educativo, lo didáctico, lo técnico, lo informativo y lo retórico. En este caso fue una emulsión de todo (¡Que viva la diversidad!). Me temo que en este tipo de eventos se apela al libre albedrío y cada ponente hace lo que bien le viene en gana para su exposición, sin tomar en cuenta un mínimo de requerimientos u especificidades. Se vio de todo, desde los que citaron a poetas y filósofos new age, hasta los que magistralmente hablaron de aspectos técnicos, poniéndolos al alcance del ciudadano común.

Y hablando de new age quisiera tocar este tema que me parece substancial. No tengo nada en contra de lo espiritual y admiro en verdad a la gente que practica real y coherentemente una fe o una filosofía espiritual, pero yo me pregunto ¿Es menester relacionar inevitablemente lo ambiental con la fe? ¿No estamos de esa manera reduciendo los linderos de compresión y alcance del tema? Pues está claro que no a todos les interesa su yo interior, pero también está claro que todos vivimos en este planeta. Por lo tanto no sería más perspicaz llevar el fondo medular de una manera más neutral y así hacer extensiva la preocupación sobre el medio ambiente. Y no es que esté en contra de lo espiritual. Porque déjenme decirles, no todo el mundo respeta al Dalai Lama o está interesado en la filosofía Zen. De otra manera el neo liberalismo no tendría razón de ser al igual que el simple y llano Capitalismo. Y sin embargo, de lo que se trata es de involucrar a todos, ateos, creyentes, espirituales, materialistas, por lo tanto no se puede sesgar las intenciones, se debe tratar de incluir a todos y quizás tocar lo espiritual de una manera menos inherente.

Yo confieso, aún me rio de ver a seres occidentales vestidos con túnicas rojas o naranjas. Bien por ellos, pero salta a la vista y al entendimiento su obligada presencia. Por supuesto que ser una persona espiritual te convertirá en más humano y respetuoso del medio ambiente (si hay honestidad de por medio, claro) pero no es la única vía, de eso estoy segura. A un materialista nato no le vas a convencer por ese lado- quizás luego de años de insistencia-; pero lo que se necesita en este caso son acciones inmediatas e inmediatistas y para ello hay que hacer uso de otras herramientas, como por ejemplo demostrar que la devastación de la naturaleza producida por el hombre va inevitablemente a afectar la calidad de vida de todos (su alto status quo). Hay que coger a la gente por donde más le duele. A una persona no espiritual le va a valer un trozo el sufrimiento de la madre tierra (o la pacha mama).

Por otro lado, pero siguiendo la misma línea, lo ambiental no es necesariamente “ambientalista” por lo tanto es un error grave que se lo relacione exclusivamente con la izquierda, ya que nuevamente estaríamos cayendo en lo mismo: cerrando posibilidades de concienciación. El derechista y el ultra archi plus neo liberal le temen a ojo cerrado a todo lo que les suene a Comunismo. Y si transformamos el discurso ambiental en un baluarte exclusivo de la izquierda, estamos matando las posibilidades más importantes de cambio y consecución de objetivos. Porque de lo que se trata es precisamente de convencer a esos sistemas político/económicos de que la tierra no da más. Así que nuevamente, hay que ser un poco más inteligentes y perspicaces “adelantándose al enemigo”, dejando de polarizar el discurso sin volverlo maniqueo, y por último separarlo del discurso político de la manera más sutil que se pueda. Porque de otra manera corremos el riesgo de desvirtuar esta realidad y llevarla al plano estéril del panfleto.
Y finalmente, a veces hay que fingirse sordo o jugar a piedra papel o tijera cuando en medio de una ponencia entran a escena un hombre con un zapato en la cabeza (el Capitán Zapato), o una ardillita con otro ser disfrazado de un animal peludo que no pude clasificar según la taxonomía, cuya presencia excesiva y abarcadora termina adueñandose del discurso, excluyendo a todo aquel que no entra dentro de los parámetros de la "militancia". Ay Diosito.

lunes, octubre 08, 2007

La jaula de los leones



Recuerdo claramente la revista, las noticias, el periódico en donde la noticia de aquel hombre que había sido devorado por leones se izaba cruenta y radiante. Eran como fucilazos las palabras, y yo sin pararrayos. Tenía tal vez siete años, no lo sé. Leía ya bastante y sobre todo periodismo policiaco, que hasta ese entonces yo pensaba que existía como género. Cuando supe que se llamaba crónica roja y que lo leía cualquiera, comprendí que había sido despojado de toda su belleza, de todo su potencial literario narrativo y que era basura desechable. Solo guardo memoria de los crímenes de los ochenta y quizás de los de la primera mitad de los noventa. Luego vino la insipidez y fue cuando la sangre perdió su vivacidad, pasó a ser un mero significante.

Los trillers políticos y las tramas tipo roman policier fueron prontamente reemplazados por un estándar noticioso que ya no tenía ese primigenio sensacionalismo que buscaba dar a las noticias criminalísticas una cualidad espiritual, meta humana. El nivel de la leyenda. La necesaria mitificación de lo que se nos va de las manos, de lo incontrolable, de lo automático y deliberado. Aquello que es extrahumano porque está fuera del gobierno de la voluntad. El “primigenio sensacionalismo” era ingenuo y buscaba simplemente sorprender, ser indeleble y captar culturalmente el imaginario colectivo para registrar afirmaciones míticas, derivadas de una dialéctica puramente literaria. Los hechos se construían así, teniendo como modelo estructural aquellas grandes novelas de géneros relativos al crimen.

Hoy no, hoy quizás la literatura se nutra de la “realidad”, pero la realidad ya no se nutre de la literatura. Se rompió la elipse y no tengo opinión que contenga cualidad moral alguna que justifique el topar este tema. En resumen, no sé si ello sea bueno o malo. Simplemente quiero dar cuenta del proceso que se vive. De repente, las espadas justicieras de la lógica y el sentido común han llegado inatacables ha destajar lo último de farsa bufonesca y retórica fabulística para supuestamente revelar lo que hay detrás: la verdad de las cosas. La lógica real del mundo siendo forzosamente expuesta por oposición: romper el horizonte mitificado de la razón. ¿Quién sabe cuál es el método real por el que se rigen las cosas? Nadie.

Ese alguien que había sido engañado por su mujer y que decidió salvar su honra al más puro estilo bíblico era para mí en los ochentas un personaje paralelo, surgido del mundo de las palabras. Sin embargo, el hecho de saber que existía en alguna parte de esta ciudad, de que ese asesinato ocurrió el día tal a la hora tal, ya me hacía abrir una zanja dentro de la realidad idealizada. Siempre me preguntaba cómo habrían sido los sucesos. Sabía que lo que leía era otra cosa, algo que iba más allá del simple hecho de no haber sido un testigo ocular. Era la transmisión filtrada por las palabras y eso me encantaba. Como a todos creo yo.

Y me temo que últimamente no existe tal diferenciación o lo que es peor, ya no existe la conciencia de la presencia de tal diferenciación. Desde que el “género periodístico” robó a la sangre su carga simbólica para anularla frente a la inmediatez y su capacidad de knock out simplón, la crónica roja se volvió insustancial y dejó de perennizarse como remanente de los vestigios dejados por el imaginario social. Se percibe a la realidad mediática como una e inexpugnable. Los límites de la construcción de la realidad a través de la virtualidad del manejo de la información hoy en día llegan a ser infranqueables. La Literatura se volvió un paria que se cuela por los pocos poros que aún quedan de esta realidad y sigue tratando de adaptarse a lo que venga. La diferenciación entre mito y realidad para estos momentos es absolutamente innecesaria porque lo que vivimos como realidad ha anulado el ciclo del mito, lo ha negado en sus más profundas raíces, tan solo para fundar una supuesta nueva sociedad que busca ser una y homogénea. Pero esa homogeneidad es susceptible de ser vulnerada si permiten puntos de fuga. El mito es un punto de fuga. El consentir que dos realidades paralelas convivan es un resquebrajamiento dentro del modelo que se propone instaurar. Por ello ha sido menester eliminar una a través de menoscabarla y desvirtuarla. Y sin embargo se ha institucionalizado aquella que pretende ser la “verdadera”, esa que elimina la inmaterialidad de la ficción y que en sus bases no es más que ficción pura e inmaterialidad pura. La realidad filtrada de la que siempre hablo, la realidad mediática.

El colectivo es tan voluble en sus doctrinas, puede virar el timón sin apenas caer en cuenta.

En fin…

Los años dorados del periodismo policiaco quedaron sumergidos quizás en la laguna del Yambo con los hermanos Restrepo, guardados dentro de la caja que guardó la oreja/trofeo de Daniel Camargo, destrozados en el terreno baldío en donde fueron encontrados los pedazos macheteados de Juan Fernando Hermosa. O tal vez se hallen junto a los restos de la avioneta en donde viajaba Jaime Roldós y su esposa, o dentro de los cajones que guardaban las pertenencias de las víctimas del Monstruo de los Andes. Tal vez estén en el auto baleado, última morada del Patucho Rigoberto, o quien sabe y se hallan en alguna bodega cerca de los restos de la vieja jaula en donde aquel conscripto fue devorado por los leones del Zoológico Militar, por haberse metido con la mujer de un superior…

miércoles, septiembre 19, 2007

Sólo estoy durmiendo...

When I wake up early in the morning
Lift my head,
I'm still yawning
When I'm in the middle of a dream
Stay in the bed, float in the stream (Float in the stream)

Please don't wake me, no
don’t' shake me
Leave me where I am,
I'm only sleeping

Everybody, seems to think I'm lazy
I don't mind,
I think they're crazy
Running everywhere at such a speed
Till they find there's no need (There’s no need)

Please don't spoil my day, I'm miles away
And after all,
I'm only sleeping

Keeping an eye on the world going by my window
Taking my time,
lying there and staring at the ceiling
Waiting for a sleepy feeling

Please don't spoil my day,
I'm miles away
And after all,
I'm only sleeping

Keeping an eye on the world going by my window
Taking my time

When I wake up early in the morning
Lift my head,
I'm still yawning
When I'm in the middle of a dream
Stay in bed, float up stream (Float stream)

Please don't wake me, no dont' shake me
Leave me where I am,
I'm only sleeping


I'm only sleeping, John Lennon, Revolver


Cuando me despierto temprano por la mañana
Levanto la cabeza, aún bostezo
Cuando estoy en medio de un sueño
Me quedo en la cama, remonto la corriente...

Por favor, no me despiertes, no,
no me sacudas
Déjame aquí, sólo estoy durmiendo.

Todo el mundo cree que soy un vago
No me importa, yo creo que ellos están locos
Corriendo a todas partes como demonios
Hasta que comprendan que es inútil...

Por favor, no me estropees el día,
estoy tan lejos
Al fin y al cabo, sólo estoy durmiendo.

Echando un vistazo al mundo que pasa por mi ventana
Tomándome mi tiempo
Acostándome y mirando el techo
Esperando que me entre sueño

Por favor, no me estropees el día,
estoy tan lejos
Al fin y al cabo, sólo estoy durmiendo.

Echando un vistazo al mundo que pasa por mi ventana
Tomándome mi tiempo...

Cuando me despierto temprano por la mañana
Levanto la cabeza, aún bostezo
Cuando estoy en medio de un sueño
Me quedo en la cama, remonto la corriente...

Por favor, no me despiertes, no,
no me sacudas
Déjame aquí, sólo estoy durmiendo.

martes, septiembre 11, 2007

La ingenuidad como respuesta a todo y el lado oscuro de la fuerza

Por esa creencia de que siempre te vas a encontrar con gente buena. Por pensar que una sonrisa te abre las puertas en cualquier parte. Por sonreír a cualquiera y pensar que estás haciendo el bien. Por creerte bueno. Por no cuestionarte la existencia de la maldad. Por caminar descuidado pensando que nunca te va a pasar nada. Y por nuevamente sonreír a cualquiera y conversar con desconocidos en la fila de cualquier cosa. ¡Salud por eso! Por esas, algunas de las ingenuidades más estúpidas de la vida.
La credulidad…

Yes, I am blind,
but I do see
evil people prosper
over the likes of you and me. ALWAYS

Ayer he encontrado a la credulidad hecha persona. Una sueca-ecuatoriana que en cinco minutos me resumió su vida entera. La tan predecible vida primermundista de una nor-europea de 22 años. Ella jamás cuestionó mi maldad o mi supuesta bondad. Para esos seres post post-guerra, eso no existe. El mundo simplemente está dividido en pobres y ricos, y las cualidades morales no tienen cabida o poco importan al momento de catalogar a un ser humano. Por supuesto, el pobre tiende a ser bueno, estamos salvados. Soy pobre. Ella no lo notó, y creo que tampoco le importaba. Probablemente se sentía una ciudadana del mundo, ya que -como es historia conocida- ella también viajaba cada vez que podía. Y se sentía por demás orgullosa de conocer a gente en la calle. ¡Qué democrático! Llevo seis meses sin trabajar, estuve viajando todo ese tiempo. Tuve suerte, ahora trabajo en el restaurante de mi tío y conseguí donde vivir: en el cuarto de empleadas de mi primo…

Ella es mitad ecuatoriana -ya lo dije- pero nunca ha vivido aquí; sin embargo habla el español como una quiteña y eso choca a la vista y al oído, ya que más rubia y sueca no puede ser…

Ella probablemente no sabe que no todos somos iguales. Que vivimos en una sociedad contrastada, xenofóbica y racista. Y que definitivamente, no todos somos iguales. Que sí importa el color, la plata y todo eso. Porque finalmente, el elevado nivel de vida de un Sueco puede llevar a una persona a los límites de la candidez más absurda. Creer que eres bueno porque ni siquiera te cuestionas que estás siendo democrático y pluralista al no diferenciar colores y clases sociales, es un poco bobo. Ya que la rubia uniformidad vela los colores, hoy más que nunca, los chillones fosforescentes de nuestras diferencias sociales saltan a la vista.

Sí, Asamblea señores. Porque no hay peor retrato de nuestra sociedad que sentarse a ver la tele un rato y disfrutar del “sabroso entremés” que nos ofrecen las propagandas electorales. Hay de todo y a la vez nada. Una vacuidad discursiva, evasiva, demagógica y tonta. Tonta porque se hace presente otro tipo de ingenuidad que se disfraza de sapada. No al contrario. Porque si bien es cierto que la gente desinformada y en general la mayoría de la población, se dejará llevar por las ofertas baratas y caras, por otro lado, es estúpido pensar que un spot mal hecho va a convencer a la gente. Quizás me equivoque, y espero no hacerlo. Porque el hecho en sí no depende de un Alvarito gritando como cerdo degollado, o dos Gutiérrez jugando a los gemelos fantásticos, sino que la sumatoria de sandeces y boberías es lo que desvirtúa al ya de por sí desvirtuado discurso político de los candidatos a Asambleístas.

Así que, el embotamiento visual más que nada, es el que genera rechazo colectivo. Ahí la ingenuidad. No voy a analizar muy profundamente el por qué de esta situación, de cómo hemos llegado hasta aquí porque creo que todo el mundo lo sabe. Yo por mi parte, declaro a ésta, la campaña política mediática más desastrosa de toda la historia del Ecuador. Never seen before. Y las causas estás claras: inestabilidad política producto del mal manejo del país, que generó niveles de desconfianza e incredulidad suficientes para hacer tambalear y destrozar las estructuras políticas partidistas, las dicotomías ideológicas, la era de grandes líderes (o pequeños, o medianos). La era de los grandes partidos y su maniqueísmo terminó. Terminó para ser reemplazado por un escenario caótico, en donde la supuesta participación directa del pueblo y la ciudadanía, se ha visto minada por la falta de un rumbo claro. Por actuar sin norte y creer que el pluralismo es abrir la puerta a cualquiera. Mientras más, mejor: qué criterio más errado. Mientras más manos entran en el pastel, menos nos toca, está claro.

En esta multiplicación de los panes, las miles de voces que se han puesto a cantar al supuesto unísono, suenan más a chillidos destemplados que a un coro -por lo menos- desafinado.

Y que este supuesto poder del pueblo termine ya, porque es la cosa más confusa e inexplicable que ha pasado desde que tengo uso de razón. Y aunque se nos tenga convencidos de que luego de la crisis político-económica sucesiva a las caídas (no de fiestas sino de presidentes), cada vez nos acercamos más a una conciencia popular y participación desde la gente, es una irrealidad. Bendito sería si el socialismo funcionara y existiera el paraíso de lo estatal, pero sabemos que eso es iluso e imposible. Sin tomar en cuenta que es de lo más totalitario que puede haber en la viña del señor. Además de que, ya está visto, nos acercamos a un totalitarismo disfrazado de democracia. Y cierto es que creo en ciertos “fascismos” para resolver necedades y cosas irresolutas, pero “fascismos” tomados como reglas claras, fuertes, potentes, con deberes de lado y lado: estado y sociedad civil. No jugando al “quien toma el poder y lo controla todo es el más bacán”.
Guardando las distancias ya que creo que las dictaduras latinoamericanas no se repetirán jamás de la misma manera (sus estructuras de acción y pensamiento fueron de lo más ingenuas, aunque no lo crean), me viene a la cabeza el Chivo… Con el control total de todos los poderes, organismos de control y entidades estatales, destruyó a un país entero (República Dominicana). El todo siempre será peligroso, y esa nada disfrazada de algo que nos toca al pueblo, es el germen del fracaso. Ese hueco rellenado con fantasías (por ejemplo el conocido 3 de Sociedad Patriótica) y demagogia pura, está reflejado en el vaciamiento de contenidos, en el reemplazo del sentido práctico, de la lógica concreta, lo cual nos ha depositado en un nivel abstracto de palabras inaplicables a la realidad. Un discurso meta real y altamente pernicioso. Un manejo escénico de lo más burdo que descontextualiza la realidad social y la convierte en un sainete elaborado. Se están creando nuevos códigos sociales, lingüísticos y semánticos incluso, los cuales a pasos agigantados están transformando la conciencia colectiva de la gente. Tergiversando el verdadero sentido de las cosas, aceptando lo que está mal como bueno, como verdadero. Ese es el totalitarismo más peligroso. Esa es la más grande ingenuidad. Pensar que el supuesto progreso de una sociedad es el nos dicta lo que es bueno y lo que es malo, viendo solo el contexto externo, la coyuntura, el momento.
Por eso, Morrisey tiene razón.

Evil people prosper
over the likes of you and me. ALWAYS

Y si te pasas al lado oscuro de la fuerza (pregúntele a Correa si no), la vida te sonreirá como la Sueca aquella que me sonrió en la parada del Trole…

lunes, septiembre 10, 2007

¿Estoy ciega?

Yes, I Am Blind
(Morrissey / Rourke)

Yes, I am blind
No, I can't see
The good things
Just the bad things, oh...

Yes, I am blind
No, I can't see
There must be something
Horribly wrong with me?

God, come down
If you're really there
Well, you're the one who claims to care

Love's young dream
I'm the one who shopped you
I'm the one who stopped you
'Cause in my sorry way I love you
Love's young dream
Are you sorry
For what you've done?
Well, you're not the only one
And in my sorry way I love you

Yes, I am blind
But I do see
Evil people prosper
Over the likes of you and me
ALWAYS

God, come down
If you're really there
Well, you're the one who claims to care

Little lamb
On a hill
Run fast if you can
Good Christians, they want to kill you
And your life has not even begun!
You're just like me, you're just like me
Oh, your life has not even begun!
You're just like me, you're just like me
And your life has not even begun!
You're just like me, just like me
And your life has not even begun!
You're just like me, you're just like, just like me
And your life has not even begun!


¡Morrisey, cómo puedes hacer canciones así! Ya hablaré de ello, luego. Por ahora, les dejo esta sangrate letra con una melodía increíble. Impecable. No tengo tiempo de decir más, el castigo divino de ganarme el pan con el sudor de mi frente me espera más punitivo que nunca...

miércoles, septiembre 05, 2007

Lástima que terminó el festival de hoy...

Señores,


Les invito cordialmente a que reflexionen sobre su voto para las elecciones de Asambleístas. Sé que dado el absurdo escenario en el que están registradas más de 300 listas, entre partidos y movimientos, es una tarea agotadora y casi imposible informarse acerca de todas las propuestas y tendencias de cada una.

Pero ojo, tampoco crean que por ósmosis (sí, una de las palabras más populares de los noventas) van a lograr comprender que finalmente todo es absurdo e inútil, y que más vale anular el voto. El que piensa de esa manera, sin antes haber hecho un esfuerzo, lo hace por perezoso y quemimportista. Muy mal señores. Si finalmente quiere llegar a esa conclusión (qué redundancia), comience por el principio (otra redundancia). Infórmese. Inténtelo, no es tan difícil.

He aquí unos tips:

-Si la vagancia reina en su vida, la televisión ofrece cómodas alternativas para guiarse un poco acerca de candidatos y propuestas (no, no me refiero a las propagandas electorales tan ingeniosas). Infórmese los horarios de los programas especializados que todos los canales ofrecen. TC, Ecuavisa y Teleamazonas tienen programas de entrevistas, debates y análisis. Como quien no quiere la cosa ya podría estar enterándose de alguito...

-Si usted no se considera un intelectual de medio pelo o de pelo completo, pero aún disfruta del placer de la lectura (o lo hace para no sentirse burro), acuda a la prensa escrita. Todos los días los diarios de su ciudad tienen secciones especiales dedicadas a los candidatos y la asamblea. Léase aunque sea los titulares y los encabezados si su agenda es más apretada que corsé de ballena del SXVIII. Algo le quedará de aquello que ha leído...

-Si usted es de la vieja guardia, y cree que la radio es superior a la TV, o simplemente no tiene tiempo ni para suspirar, este medio le será útil mientras realiza sus labores. En muchas radios hay programas de entrevistas y opinión que usted no debe perderse. Eso si quiere enterarse de algo, claro. Le recomiendo las siguientes: Radio Sonorama, Radio Quito, Radio la Luna y Radio Visión. Escoja la que más se le acomode.

-Si usted es un poco más filático y no le satisface la información mediática tradicional, navegue. Hay mucha información en la red (no en la RED,ojo). El problema es que si desconoce movimientos, partidos y candidatos, no va a saber dónde está parado. Por eso es importante que reflexione un momento y deje a un lado sus tradicionales "me vale un trozo la política, todos son corruptos". Esto para que se despeje su atribulada mente y pueda definirse sinceramente.

¿Definirse sinceramente?

Sí señores. Si acaso es usted algo responsable y quiere dejar de repetir el borreguista "no sirve para nada la Asamblea", compruebe esta tesis por usted mismo. Vamos. Pero para ello primero debe definir su tendencia, lo cual no es tan difícil.
Hágase las siguientes preguntas:
¿Con qué ideología me identifico más? (¿no sabe qué ideologías existen?, estamos fritos)
Simple: Izquierda, derecha. Sí, aunque esta polarización cada día esté más desvirtuada, aún pesa dentro de las propuestas para la asamblea.

¿Qué es y qué contiene la Constitución? (vaya y busque este librito, es pequeño, y no es difícil de leerlo)

¿Con qué estoy de acuerdo y con qué estoy en desacuerdo?
Esta pregunta es universal, pero vamos, deben existir tesis o propuestas que usted apruebe o desapruebe. Por ejemplo: privatizaciones, nacionalización de recursos naturales, estado paternalista, inversión privada, libre empresa, libre comercio, o temas de derechos civiles como unión de hecho entre homosexuales, cadena perpetua, aborto, etc. Algo habrá entre sus curiosidades que usted apoye o esté en contra.

¿Qué es lo que quisiera como individuo, y como parte de la sociedad, para el país?
Complicadito, pero necesario. Por ejemplo: Quiere usted más inversión para la salud, para la educación o la cultura. O por ej. Quiere que el estado saque sus manos del IEES y se privatice la seguridad social. Quiere aseguramiento de salud universal (o sea que nadie pague por servicios de salud). Otro ejemplo: Quiere un estado neo liberal que sostenga una economía de mercado beneficiando a la empresa privada y a la inversión extrajera. Y ojo, que con esto no estoy diciendo que este tipo de planteamientos vayan dentro de la Constitución, sino que esto le ayudará a identificarse con tal o cual movimiento o partido, que promueve tal o cual ideología. Esa es la idea.

De ahí lo que puede hacer es informarse qué partidos, movimientos o candidatos están dentro de sus parámetros para posteriormente revisar sus propuestas.

Bueno. Espero haber servido de guía trucha.

Gracias, y nos veremos en un momentoooooo...

miércoles, agosto 22, 2007

Por un puñado de dólares o como matar sanos

El poder de desmenuzar y quedarse con lo más impactante. ¿Existe acaso alguna manipulación que sea beneficiosa? Y lo digo porque manejar la totalidad de la información resulta imposible. En estos tiempos, luego de que los conceptos de conocimiento y sabiduría están relativizados, no es viable saberlo todo. Posiblemente día a día, la información se incremente cual bacterias en caldo de cultivo, a la vez que la solidez del pensamiento y su evolución se estancan dentro de un modelo de crecimiento socio cultural en donde, aquello que “hay que saber” se ha convertido en un guión armado gracias a esquemas reproducibles. En copias y reproducciones calculadas de un desarrollo que apunta hacia el mantenimiento de un establishment de acuerdo con las leyes del mercado. Y queda demás decir que el Capital cada día más rige sobre el Estado, lo quieran o no.

Precisamente ese conocimiento que día a día se nos va de las manos, es transformado en coyuntura e información desechable, para que finalmente las esferas de poder puedan llevar un control total del contexto. Sin embargo, y pese a que ciertas maneras y recursos reveladores puedan sonar maniqueístas y parcializados, muchas veces son necesarios estos desmembramientos del juicio de las cosas. Total, la reproducción fiel de los hechos es irrealizable, y dentro de toda composición de juicio y pensamiento hay siempre un criterio selectivo. El hecho del lenguaje ya implica una selección y una acomodación de acuerdo con la lógica sintáctica. Uno piensa como habla. Es por ello que en este punto hablaré del cine de Michael Moore, el cual es tan punzante, decidor y revelador como parcializado y selectivo. Es el gran tomador de la parte por el todo, sin embargo aunque su función de vociferador de los sin voz, de héroe chismoso y protector de los pisoteados aveces puede sonar autocomplaciente, la importancia de las “verdades” que destapa no pierde valor frente a los recursos que utiliza para conseguirlo. Su agudeza radica en el lenguaje que él mismo se ha fabricado. En esa ironía “ingenua” y a la vez sagaz que maneja a la perfección.




Esqueletos informados





Siguiendo la misma línea argumental, estética y narrativa, Sicko, el último documental del contestatario Moore, es una nueva denuncia al sistema capitalista neo liberal, desde el negocio infame de las aseguradoras privadas. Increíblemente el “american dream” no cubre el aspecto de la salud de la población, y en EEUU básicamente si usted no tiene un seguro de salud privado, ya puede irse muriendo antes de hora. Pero según lo que muestra el documental, lo más terrible no resulta ello, sino la inverosímil y hasta ridícula realidad de las compañías de seguros, que de seguro dejarán morir a sus clientes por “un puñado de dólares”.

No soy amiga de contar las tramas de películas, pero necesariamente debo remitirme a un hecho presentado en el documental: el inicio de toda esa patraña. Nixon. Por supuesto, quién más si no. Aquel hombre sin sangre en la cara que fue capaz de mentir sin inmutarse a un país entero (por no hablar del mundo entero), quien no conforme con acabar con sus pesadillas rojas, quizás fue el mayor gestor durante la segunda mitad del S.XX de la construcción del sistema como lo conocemos hoy. No hay nada gratuito en las políticas de manejo gubernamental que actualmente vive ese país (y muchos otros), ni en la construcción de la sociedad como la conocemos hoy. Favorecer siempre al capital, lo que se traduce simplemente en el enriquecimiento de los de arriba. Todo ello con la simple ecuación: menos servicio, más ganancia.

Y así, mostrando las argucias simplonas pero prácticas y funcionales, el negociado aplicado al sector de la salud es desvelado, lastimosamente sin mucho eco hasta ahora. Una cinta magnética (quién sabe cómo la consiguió) que contiene una conversación entre Nixon y algún asesor, nos deja perplejos al mostrar un diálogo al más puro estilo “el malo de la película”. Sí, increíblemente allí se habla del “excelente” negocio de las aseguradoras privadas, con risitas malvadas de satisfacción y todo. Y yo que pensaba que eso sólo pasaba en los dibujos animados que ve mi sobrino o máximo lo escuché del señor Burns de los Simpsons…

Todas las artimañas posibles e imposibles se barajarán para que si usted tiene cáncer por ejemplo, su tratamiento sea declarado como “no necesario”. Gente limpiando su conciencia y exponiendo los mecanismos de estas empresas ladronas, quienes luego de recibir bonos económicos por más pacientes rechazados, se les cayó la moral al piso y decidieron hablar. Casos y más casos de ciudadanos americanos, quienes al no tener seguro médico estatal (En los EEUU no existe la aseguración universal), han debido quedarse en la calle por pagar sus cuentas, ya que las empresas de salud contratadas, simplemente buscaron mil pretextos para no autorizar tratamientos, aún publicitándose con cobertura total. En su tradicional estilo jocoso, Moore presenta el listado de los cientos de condiciones preexistentes por las que un paciente podrá ser rechazado: con la música de la guerra de las galaxias y el fondo de pantalla espacial, las palabras se suceden unas a otras como en los créditos eternos de una película interminable. Y por otro lado, los peores casos: gente que ha muerto por enfermedades graves cuyos tratamientos y medicinas fueron denegados.

Por otro lado está la compra de poder. Uno a uno desfilan los senadores con un recuadro que les persigue cual su sombra mientras entran en alguna sesión especial u homenaje de cualquier cosa. Cada uno de estos letreritos muestra la cantidad con la cual fueron comprados por las grandes empresas de seguros y las farmacéuticas. Incluso Hillary Clinton, quien sería boicoteada por querer aprobar una ley de salud universal, lucía muy tranquilamente su cartelito de cifras (editado por el cineasta, claro). La esquizofrenia paranoide y psicoótica del comunismo está bien protegida detrás del mundo de la fantasía. Solo está admitido en el cine y uno que otro librito, eso sí, sin que se suba ni medio tono del tono permitido.

Quién diría.

Un pobre médico "comunista" inglés, pagado por el estado, quien vive en una casa de un millón de dólares...


La otra cara de la moneda -y allí es cuando más hecha mano del sarcasmo- son los viajes utilitarios a países con aseguración de salud universal, para mostrar que incluso en el primer mundo los “estatal” no es sinónimo de comunismo. Países como Canadá, Francia o Inglaterra en donde médicos, hospitales y demás servicios de salud son pagados por el estado pero con dinero del pueblo. El sistema de impuestos. Al parecer y según lo que Moore nos quiere descubrir, ello funciona. Y tanto así nos lo muestra, que no duda en llevar a Cuba cual balseros a un grupo de héroes bomberos del 11-S, en donde, por supuesto, la salud es gratuita. El grupo de héroes enfermos es atendido y más de una lágrima se derrama al ver cómo sus medicinas son irrisoriamente baratas allí, y son tratados como gente…

Muchas reflexiones quedan, esto es simplemente un pequeño sacudón. Aunque Michael Moore retacee la realidad y la presente a su conveniencia para denunciar un hecho social, no deja de tener un papel relevante su activismo desde el cine. Si John Lennon desde sus happenings y sus canciones bregó algún día por la paz y fue la piedra en el zapato del sistema, hoy en día necesitamos aún más esas voces desde las artes, con todo su contingente virtual y su poder mediático para de alguna manera despertar a la población del sueño narcótico en el que vivimos… No hay que subestimar el poder del show. Y después de todo, siempre es necesario un escupitajo al sistema…

miércoles, agosto 15, 2007

Cine Orgánico

Entre “Freaks” de Tod Browning y “Spun” de Jonas Akerlund podría decirse que existe un abismo infranqueable, sobre todo tomando en cuenta la distancia temporal de ambos filmes. Sin embargo, ambas películas comparten por así decirlo, un mismo espíritu. ¿Por qué saco a colación estos paralelismos forzados? Pues ayer he visto ambas películas –una detrás de la otra- y guardando las distancias sensitivas, he experimentado al ver ambas un hermano retorcimiento corporal. Por no hablar de lo visceralmente explícito de cada una. A su estilo, estos dos filmes persiguen y consiguen estremecer al espectador tras el uso y abuso (abuso no en el mal sentido) de una estética orgánica, anatomista y deformista. No únicamente el hecho de que Freaks presente como elenco a fenómenos de circo viene a ser el único recurso estético dramático que muestra la degradación de la carne: en Spun esta degradación es voluntaria y anti natura. Es una degeneración orgánica producto del consumo de drogas (la famosa meta anfetamina, Christal meth). Y es anti natura, a diferencia del otro caso, porque es causa directa de una acción concreta que aunque puede volverse autómata, es primordial y originariamente volitiva.

Está por demás decir que los protagonistas de ambos filmes son una tarea de Freaks, cuyas diferencias sustanciales pasan básicamente por la forma: ambos tipos de seres son despojos de una sociedad que no admite extremos de ningún tipo. Estos entes terminan convirtiéndose en seres “borderline”, escupitajos de la normalidad, indigestión de un banquete status quo. Una aberración de la normalidad. Y es precisamente en ese medio en el que sobreviven muestra el contraste con las exigencias de las construcciones y los aditamentos sociales que se hallan afuera de los perímetros de las mini sociedades que se han erigido para poder medianamente sobrevivir dentro de un medio que ya no es suyo. Un medio que los ha arrojado al margen de la vida.

Mucho se ha tocado el tema de la marginalidad en el cine, y sus diversas causas y consecuencias. Normalmente las causas parten de la exclusión social debido a la pobreza derivada de los modelos clasistas. Pero en el caso de Freaks y Spun, es la degradación del cuerpo la que arroja a estos seres al borde incluso de la realidad. Un infra realidad –por usar un prefijo que se acomode al caso- que parece estar constantemente pisoteada por lo evidente y sobre expuesto de la normalidad.

Freaks y Spun, como lo dije anteriormente, son películas de diferente género, estilo, estética y sobretodo concepción cinematográfica (mucho debido a las distintas épocas en las que fueron hechas), pero comparten una fibra en común: son películas altamente visuales, hay un efectismo logrado a través de lo orgánico, y cierto sensacionalismo que finalmente apela a una racionalidad dormida, que da paso casi exclusivamente a un teatro de sensaciones visceralmente estremecedoras.

jueves, agosto 09, 2007

Entre las hojas de la NEWSWEEK y un milhojas...

Por momentos la gente parecería tener miedo de sí misma. Nunca habrá suficiente recato si de mostrarse correctos se trata. Pero esa corrección de comportamiento es muchas veces insulsa. Demuestra nada, y nada más que una necesidad profunda de no ser otro. De no ser “el otro”. Ese espanto corregido y censurado es el que, al identificarlo en cierta gente, me molesta e incomoda.

Un almuerzo genérico de un seminario x, puede convertirse en un interesante escenario sociológico. Pero no soy socióloga y por momentos lo único que me pregunto dentro de esos momentos “correctos y corregidos” es: ¿dónde dejé mi corrector”. Posiblemente en la computadora o en el lavabo. Sin embargo, ya que hay veces en las que el contacto humano está predestinado aportar en una conversación oral tanto como un sordomudo, nunca faltarán las intertextualidades y las meta realidades. Así es, por ahí inicia el famoso “sociólogo”, tan odiado el pobre en nuestros medios por querer anticiparse al otro. Y lo que no sabe es que ese otro no quiere serlo, como ya lo dije anteriormente.

Entonces, luego de vencer el pánico escénico y el miedo/apego a la soledad (tillos), vinieron los concernientes: permiso, me puedo sentar en su mesa. Seguro, no hay problema. Y por consiguiente, las tan temidas preguntas políticamente correctas y los intentos fallidos de romper el hielo con una hoja de papel enrollada. Preguntas de reconocimiento, escáner insulso de vida. Dime en qué trabajas y te diré quién eres. Respondí vagamente y a continuación me dispuse a preguntar nada, prefiriendo leer mi ejemplar del NEWSWEEK obsequiado a la entrada. Consideré que siendo el ser humano sobretodo “posibilidad” –como momentos antes había oportunamente acotado el conferencista- decidí que era bastante posible divertirme más leyendo un reportaje sobre Angelina Jolie y su trabajo social con los refugiados. Su belleza me puede más, lo siento. Luego, quizás la política ambigua –ni chicha ni limodanesca- de Sarcozy seguramente sería más interesante que aquellas conversaciones profesionales de las que me excluí y de las que prontamente fui excluida. Probablemente sea yo la que me equivoque y esté alterando la alteridad al no querer hacer casas con planchas de conglomerado. Prefiero el ladrillo.

No pude evitar sentirme prematuramente extrañada (tardíamente quizás) de aquella llámese pose, postura, posición de eficiencia por sobre todo. Esa eficiencia que quiere convertirse en el nuevo término de moda dentro del mundo empresarial: la excelencia. Calidad Total. Se me paran los pelos al decir esto. El trío a mi derecha notó levemente mi existencia (quizás a causa de una de mis intensas miradas a sus gestos, sus platos de comida, y sus costumbres alimenticias y verbales), ellos preferían concentrarse en demostrarse eficientes al cien por ciento y por supuesto, ser el trío de la excelencia dentro de la empresa para la que trabajaban. Según lo que lograba escuchar, laboraban en un periódico, pero no pude adivinar cual ya que criticaban a cuanta gente consideraban reprochable y no pude reconocer ningún nombre de los que pronunciaron. Me dije: no son ni del Hoy ni del Comercio. Por supuesto, a lo mejor sí lo eran pero mi suspicacia no llegó a tanto.

Mientras, los dos de mi derecha, un hombre y una mujer ,(de otro nivel social) hablaban del sector público y del cochino poder que te corrompe y te quita la perspectiva. “Yo lo experimenté, cuanto tuve un cargo alto, me volví déspota y cambié, lo acepto…”. La chica perteneciente al trío de la excelencia me revolvió el estómago desde el primer momento en que la escuché ¿Recuerdan el tristemente memorable acentito aniñado de la papa en la boca? Sí señores, ¡todavía existe aquel hablado adolescente dentro del mundo de los adultos! No puedo decir nada más que una cosa: insoportable. Ella por supuesto era no solo la fiel representante de la corrección y la compostura, sino del mal social lingüístico que se ha convertido en un mal de pensamiento, por lo tanto de reflexión y análisis. El empobrecimiento de los adjetivos por el traspaso “equivalente” de términos sacados de una jerga mediocre y poco ingeniosa, que es la que padecemos ciertos quiteños. Todo es súper chévere, súper bacán, del puctas, tenaz, focazo, loco o una bestia. Y con eso se describe el mundo.

No tengo nada en contra del argot popular y los fenómenos socioculturales de los que procede y que genera. Pero insisto, es una jerga que dista mucho de la sagacidad y que la verdad es poco representativa de nuestra realidad, ya que somos esponjas de los otros -lingüísticamente hablando- y muchos de estos términos son tomados de jergas de países vecinos y ni tan vecinos. Este pseudo argot es un alcahuete de la pereza mental y el facilismo. Además de ser el tapa huecos de padecimientos generalizados como el ensimismamiento, el cual es una de las causas de la baja capacidad del serrano-andino para expresarse elocuentemente. Mis generalizaciones podrían ser arbitrarias, pero simplemente estoy lanzando teorías susceptibles a comprobación.

Por supuesto que hay gente en esta ciudad que habla impecablemente, aunque generalmente son “viejos” y cultos. ¿Es tan inalcanzable el expresarse correctamente para el común de los mortales? ¿Por qué otros hablan mejor que nosotros? Sí, otros. Javier Darío Restrepo (¿acaso no hay otro apellido en Colombia?), conferencista invitado para dictar el seminario “Responsabilidad social de los medios de comunicación” (vaya qué oportuno y oportunista seminario) es un común representante de la elocuencia colombiana. Esa capacidad oratoria (o muchas veces de labia) que es casi patrimonio del país contiguo nos hace pensar en una conspiración de Dios o de Manco Cápac y Mama Ocllo. ¿Quiénes éramos antes de ser conquistados? ¿Qué pasó con este pedacito de tierra que no ha podido sacar por ejemplo escritores ilustres de talla internacional? La tan mencionada invisibilidad de nuestra literatura que parte de ese ensimismamiento rayano del autoexotismo. Pero este ya es otro tema, algún momento lo trataré. Lastimosamente nos quedan cantidad de preguntas sin respuesta, que únicamente se pueden resolver medianamente con aproximaciones y normalmente con nuevas quejas…
Quizás todo parta de ese miedo de ser “otro” y de quedarse estancados en el sí mismo. Pero un sí mismo procedente de un yo colectivo que es un modelo absurdo de comportamiento, ciego y arbitrario, impuesto por quién sabe quién. Por lo tanto, eso de la pluralidad y la multiculturalidad, para el caso no sirven para maldita la cosa, y terminan convirtiéndose en términos apologéticos y paternalistas que se utilizan como estratagemas para referirse a los excluidos. Quienes por supuesto dejan de serlo el momento en el que se meten en el ruedo y dejan de ser “el otro”. Cuando aceptan la lógica del juego y se homogenizan con el yo reinante, entonces comienza el nuevo round de desconocimientos y exclusiones.

Y es tan fácil a la vez ser prófugos del sentido social y oler el miedo de los otros, reconocer su yo tiránico mientras se lee una revista y el almuerzo termina con platos casi llenos en donde se observa claramente que guardar la compostura y ser correctos es no demostrar ansiedad por la comida ni apetito desenfrenado (comerse todo el plato, dentro de ésta lógica, sería signo de aquello). Comer vegetales es síntoma de debilidad o de tonta confianza (eran vegetales cocidos), y engullir la cantidad total de los carbohidratos presentes en el plato (eran solo unas cuantas papas en trocitos) demostraría la más necia ignorancia en asuntos de nutrición: engorda. Por lo tanto, lo socialmente aceptado es bajarte todo lo que sea proteína animal y así dejar tu plato decorado con un verdor saludable…

Por supuesto, se tiene ciertas licencias. El postre imperdonable para todo quiteño será el deseado milhojas que según mis observaciones, es el favorito de todos. Ese puedes comértelo todo y no habrá problema. Es el último de los postres que yo escogería, tomando en cuenta que amo los dulces…

Increíble, el almuerzo terminó y al menos en mi mesa, si había un concurso de quién comía más, ganaba yo. Todos se levantaron para acercarse a la mesa de café con la intención de “bajar la comida”. Yo pedí un agua aromática, una solitaria y absolutamente impopular bolsita de manzanilla…

miércoles, agosto 01, 2007

Soy un hombre divertido...

Señoras y señores, este blog ya cumplió un año de existencia. Así de rápido, como dicen que ahora los días desde mediados de siglo en realidad duran 16 horas...


Happy Birthday to him.




Para celebrar tengo chocolates y una ventana de octavo piso desde donde veo la ciudad achicharrándose con este sol veraniego que ya me está colmando la paciencia. Aunque ello contribuya a que la ciudad pueda poner su mejor cara a los foráneos (léase alcaldes bolivianos que vinieron a copiar proyectos).



En fin, el verano ya se estancó, y la quemazón de los rayos solares entremezclada con vientos mentolados genera la eterna paradoja citadina. Nunca un verdadero frío, nunca un verdadero calor. Por eso, insisto, las incoherencias habituales son aceptadas con tranquilidad. Un buzo negro, unas botas de invierno, un poncho (sí, un poncho) y demás ingeniosas e incongruentes vestimentas se pasean por las calles contaminadas de Quito.


Siempre se podrá tener algo de frio, hasta en el calor más pomposo...




Un librito sobre mi gente linda...
Bueno, los pensamientos empiezan a cuartearse como tierra seca, o quizás sería mejor como edificio luego de un sismo...

Esa misma incongruencia de vestimenta producto de lo insólito de las incompatibilidades climáticas es la culpable de las escisiones dentro de la lógica urbana.


Y esa lógica desmembrada es aquella que deja espacios de pensamiento huecos. La pérdida del sentido común, o el reemplazo colectivo del mismo por una visión estrecha e incuestionable. El estancamiento de una ciudad que en sus construcciones materiales se "transforma" pero cuya lógica urbana y pensamiento colectivo se hallan en el más terrible enfangonamiento.


Por lo tanto, si cumplo un año más frente a este computador, significa que finalmente he aceptado los ciclos. Y la estructura temporal tal vez no sea tan solo una ilusión.

Por último, dentro de los manoseados silogismos y argumentaciones de este blog, me decidiré por realizar una fiestita virtual, con serpentinas, piñatas, ollas encantadas, payasos, magos, y el inigualable juego de las sillas ambientado con la no menos genial canción "soy un hombre divertido" de Wilfrido Vargas. Están todos invitados, y está por demás decirlo: el que quede último con la silla, gana.




¡Salud!





La piñata en proceso...

viernes, julio 27, 2007

37º2 en la mañana...


¿Dónde estás, Zorg?


"Ça fasait longtemps que je cherchais un sens a ma vie. Betty était la chose la plus importante qui me soit jamais arrivée..."

Sin la memoria fisológica que al menos me prevenga de lo que vendrá después... Como el insoportable aquel que narra la película detrás de nuestra butaca en el cine. Con esa ventaja de segundos que nos permitirá conocer un final sin tener que pasar por él. Podríamos decidir salirnos a media película y quizás quedar algo salvos del mal final de una película mediocre.

Sin la memoria corporal que me anuncie la llegada del día y me deje abrir los ojos a las 7am. Sin esa memoria. Con 37º y profundamente dormida. Saber que no se es. Que simplemente no se es, y que más nos vale servir para algo. Que es mejor eso a nada. Es mejor soñar que en una calle cualquiera de la ciudad pasa Sting con su facha soft punk de los ochentas... y que no pasa nada. Solo miradas inofensivas. Un sueño preciso y mediocre, sin riesgo alguno para las emociones.


Nunca pensé que preferiría el silencio. "Es mejor vivir solo hasta el día en el que uno no llegue a hablar estupideces". Estupideces incontrolablemente esclavas de la senectud y su sintaxis prófuga del sentido. Sostener un discurso sin olvidar los sustantivos.

¡Por Dios, qué imprescindible es sustantivar!

Llamar a las cosas como son. Pobres abuelos, se olvidan del nombre del objeto, mas no de su función. Quizás un boicot neuronal que socapa un miedo, se esconda detrás de eso. Lo innombrable, simplemente no existe. Pasa a ser absorvido por la dimensión de las palabras y su semántica. Y en esa no-existencia del sustantivo, cualquier acción se anula. El verbo existe en función del sujeto, sin él, su existencia linguística pasaría a ser meramente fonética. Ruidos. Todo lo que no tiene nombre, deja de existir... Y el que tiene oídos que escuche, como ya lo dijo jesuschrist (léase en inglés para que suene más bonito).



¿De qué vale saber para lo que servimos pero ser nadie? Anular la acción por dejar que los momentos se sucedan sin ser dueños de sus propias riendas.

¿Usted cree que tiene un nombre y eso es suficiente? En verdad no se ha dado cuenta de que su función objetiva cambia cada segundo. Usted es utilitario para sí mismo y para los demás, y sus acciones marcan la etiqueta que reluce a lo largo del día o a lo largo de toda su existencia...

En fin. Ahora mismo soy tipeadora, soy escucha y soy oficinista. Más luego seré transeúnte y después pasajera. Por solo narrar las funciones mecánicas y superficiales de un momento, dentro de un día común. En fin, a quién le importa.

El problema está en lo borrascoso y lo difuso. En eso que no se halla, que se busca y jamás se encuentra. En mirarse al espejo y decir: ¿Cuál es el sustantivo para esa función que sé que existe pero que no la puedo hallar?



Betty está buscando algo que no existe...

Por eso, hasta encontrar a Zorg, hasta siempre....

Donde quiera que esté... hasta mientras, mi mejor cara de nada, como alguna vez alguien pusiera de comment en este blog...

O mejor, la mejor cara uni gestual del rey de la nostalgia jocosa:




acompáñese esta foto con Downtown Train de Tom Waits






lunes, julio 23, 2007

Un domingo en el estadio o el boicot de la prudencia





Yo solo quisiera poder recordar todos los insultos del viejo desdentado que estaba sentado detrás mío, para poder volver a reírme. Un racismo contextualizado a la bipolaridad anímica de un partido de fútbol. Quito-Liga. Jamás fui a uno. Nunca estuve en un partido del campeonato nacional (¿sería de eso?). Es más, la última vez que fui al estadio a ver un partido de fútbol fue hace diez años...
"Negro sucio anda mejor a vender cocadas". Xenofobia pura si descontextualizamos el insulto. Pero dentro de los graderíos del estadio, todo es aceptable. Es más, mientras más grite e insulte, mejor. Usted es un buen hincha. Pasional. Escupa el hígado o el corazón tranquilamente. No pasa nada. Si durante la semana usted es un ser gris absorbido por la rutina, si tiene un talante pusilánime y laxo, este es el lugar preciso para acelerar las revoluciones de su cerebro y de su lengua. “Al estadio se va a descargar”. Sin duda, la mejor terapia antiestrés que muchos hombres podrán encontrar.


Yo por supuesto, ayer domingo no tenía la más mínima gana de presenciar un partido desde las gradas de general. Sin embargo, mi amigo me convenció “para aclimatarme”, ya que no nos dejaron entrar a hacer la entrevista que debíamos realizar, porque que no teníamos carnets de prensa acreditados por AFNA. ¿Qué demonios es AFNA? No importa. No teníamos plata, apenas juntando centavo por centavo nos alcanzó para las dos entradas. Mientras, una barra de la Liga en los exteriores del estadio cantaba y saltaba alentando al equipo. Mi amigo tomó su cámara, instigado por mí, y se puso a grabar el barullo. De repente, un muchacho pelilargo y algo hosco: ¡no filmes loco, apaga esa cámara!


La sumisión siempre funciona en esos casos. Mi amigo tranquilamente apagó la cámara y cedió sin chistar. Más le valió. Era la “muerte blanca”, una de las barras más bulliciosas, jaraneras y exageradas del estadio, así como una de las más temidas. En menos de cinco minutos fuimos testigos de un inicio de bronca con un hincha del Quito, quien por demás habría sido ganador, si la posible turba “blanca” no hubiese estado presente. Insultos iban y venían de un lado y otro. El muchacho fue identificado por nosotros simplemente como: malo malo. Un tipo veinteañero quizás, con cara de malandrín urbano temático: facha de metalero o hardcore punkie. Y qué decir de sus secuaces, todos llevaban la misma “línea de ropa”. Sin embargo, pese a la actitud crispada y audaz del truhán futbolero y sus prosélitos, el altercado no se dio. Continuaron gritándose desde lejos y ya que pasamos en plena línea de fuego de insultos, el muchacho malo malo miró a mi amigo y le recordó su pasaje al otro lado sano y salvo: ¡y vos! ¡Más te vale no seguir filmando!

No loco tranquilo, no estoy grabando.


Terminábamos apenas de respirar por la salvada aquella (ya nos habían advertido que a esa gente no les “gustaba” que les filmen, y que eran algo agresivos, por así decirlo), cuando en segundos piedra, palos y botellas empezaron a llover frente a nosotros. Los “muerte blanca” enfurecidos gratuitamente agarraron a un hincha del equipo contrario y golpes y patadas caían sin reparo. Logró escapar pero ahora el enfrentamiento era de lado y lado. Un par de policías sin voz de mando intervinieron vagamente, mientras nosotros tratábamos de protegernos de los artefactos voladores. La preocupación principal era el auto que se hallaba junto con otros tantos, en medio de la gresca.


Luego de lograr sacar el auto de allí y estacionarlo cómodamente en un centro comercial (oh bendita seguridad prefabricada), logramos entrar al estadio, al sector del Quito, ya que mi amigo es hincha de ese equipo. Entonces, con el sol desahuciante de las doce del día fuimos en busca de puesto. No había ni dónde poner un pie, salvo junto a la malla colindante con la “muerte blanca”. Conseguimos acomodarnos en las gradas, bastante abajo y cerca de la mitad de la cancha. No hay paz. Imposible seguir el hilo del partido cuando debes sortear el constante roce de un vendedor ambulante que desea pasar a gritos. ¡Papas con cueeeeeeeeeeeeeerooooooooooooo!


Por lo demás, decidí entonces adaptarme al momento que estaba viviendo. Maldito poder de concentración sin esfuerzo que nos ha convertido en seres ADD (atention deficit disorder). El facilismo de lo virtual llegando a mi propio discernimiento lúdico: descubrí que me es claramente más fácil concentrarme viendo un partido de fútbol por tv que en el estadio. Me costó seguir la pelotita, más no ser partícipe de una nueva mímesis. Si quería disfrutar y ser un Zélig más de la ocasión, debía tomar partido por uno de los dos equipos. Si estaba en la barra del Quito, entonces sería hincha del Quito.



Y así, emocionándome por cada llegada al área contraria, por cada intento de gol, fui partícipe de un fenómeno del estadio: el comentador solitario/colectivo. Nadie le habla al de al lado cuando de comentar o insultar se trata. Todos hablan para sí mismos pero con conciencia colectiva. Un extraño caso de ensimismamiento que trasciende las barreras del Yo. Cualquiera puede ser tu amigo, cualquiera puede ser tu enemigo, dentro de esa lógica. Insultos al aire, insultos dirigidos. Decepción por malas jugadas. ¡Por qué no le sacan si es un asco! Se adora a la idea abstracta de un equipo, como dice la canción: cielo y tierra pasarán más su palabra no pasará… Cientos de jugadores pasarán pero el equipo no pasará. Una analogía con la adoración a una deidad. De ahí la divinización del fútbol. El jugador como una unidad puede ser bueno o malo, pero eso no hará que el verdadero hincha deteste al equipo, porque el equipo no son los jugadores, ni sus individualidades, ni la suma de ellas. El equipo es, y existe más allá de eso.

En parte por eso el negro sucio se puede convertir en negro lindo si hace un gol. O el negro del equipo contrario será abucheado con onomatopéyicos uh uh uh uh (que emulan el sonido que emite un orangután). Esa idea de la trascendencia de las verdades y las seguridades es lo que me interesa del fútbol. Ese traspaso de congruencia pero no de sentido, ya que en el fútbol la lógica es precisa. Esa bipolaridad de sentidos y significados está manifiesta en el hecho de que es una batalla de dos bandos y se rige en un principio, por las reglas de la guerra. Además de las superposiciones que se pueden dar sobretodo por la estructura y la dialéctica con la que se mueve todo el universo futbolístico. Así tenemos la circulación de los jugadores que van de un club a otro, y los seleccionados procedentes de varios equipos. El método exige cambios de perspectiva por parte de la hinchada. Se puede amar y odiar en una misma lid, pero esa diferenciación inconsciente de momentos y funciones opera con una precisión asombrable.

El hombre desdentado no será un insultador profesional o altamente ingenioso, pero sus pasiones futbolísticas se mueven con esa lógica polarizada, adaptable y mimética. Zonas de rebote, una especie de zona franca, una franja de gaza en donde el racismo expresado abiertamente termina siendo inofensivo y jocoso. También el tino y la prudencia pueden sufrir sus boicots…
Finalmente creo que mi decisión fue acertada. El Quito ganó 1-0 a la Liga, cuando las esperanzas de gol estaban casi perdidas. La estrella del partido fue el arquero del Quito quien tapó todos los intentos de gol de su rival. Happy End.

miércoles, julio 18, 2007

La dictadura del automóvil

Quito. 12h00. 26º. Intersección de la República y la Amazonas, sector Parque de la Carolina y Mall el Jardín. Le invito a hacer la prueba del cruce continuo. Imposible. Deberá hacer por lo menos tres paradas entre cruce y cruce, dependiendo de hacia qué lado desea ir. Cuando el semáforo de la una vía se pone en verde, cualquier ser humano racional entendería que es el momento de cruzar, pero ¡NO! No lo haga, porque entonces quienes quieren curvar hacia la derecha le arrollarán sin piedad o por lo menos le pitarán, eso si logró salvarse de los poco ingeniosos insultos.





¿Por dónde mismo hay que cruzar vea?






Definitivamente Quito es una ciudad agresiva y hostil para el transeúnte. Su planificación urbana cada día obedece más a la lógica del automóvil, la cual vendría a ser la lógica del volante. La lógica del status quo y la comodidad. Una ciudad que cada día busca soluciones viales sacadas de un sombrero de mago, puesto que sus vías no dan más abasto para el incansable y creciente parque automotor, que de parque no tiene nada. Simplemente nadie estaría dispuesto a sacrificar su “nivel de vida” por volverse un mísero, pobretón o hippie transeúnte. Puesto que en una sociedad de linderos y anhelos de vida tan reducidos como ésta, tener un auto llega a ser una de las máximas metas sociales. Claro, dependiendo del nivel socioeconómico, ya que en el medio/alto, este artefacto es simplemente utilitario, e inconcebiblemente dejaría de existir dentro de su planificación de vida.





Transeúnte, según la tipología absurda urbana




Y entonces qué. ¿Acaso quienes preferimos usar nuestras piernas estamos condenados a ser la última rueda del coche? De ese coche que cree tener preferencia en cuanta calle y avenida aparezca un pobre caminante confundido por tanto semáforo que a veces debe sortear al vuelo. O simplemente hacer uso de la típica cruzada “indio bestia”. La cual, por demás funciona mejor que esperar un verde que muchas veces es tan falso como el bigote falso de Groucho Marx. Por ejemplo, en el semáforo que “permite” el cruce de una parada de Trolebús en la 10 de Agosto y República, se debe calcular el tiempo estimado que le tomará cruzar, ya que la duración del verde es más efímera que beso volado. Si usted llegó tan solo unos segundos después de que el muñequito se encendió en verde, de seguro se quedará a medio camino. Solución: Atravesar la avenida corriendo. Increíble la falta de respeto. Ni hablar de cómo cruzarán ancianos y discapacitados.





¿Será este el transeúnte típico?





Por otro lado está el problema de la contaminación y lo irrespirable que se vuelve esta ciudad, más aún en verano impío. Por supuesto quienes viajan cómodos en sus autos no sentirán directamente sus efectos, ya que con los vidrios cerrados y el aire acondicionado de alguna manera se palian las molestias inmediatas. Igualmente estarán respirando aire contaminado, pero no tendrán que pasar por el terrible baño de esmog que un bus lanzará al infortunado aquel que se halla esperando en la parada…

Entonces, si esta ciudad se adapta día a día a esa estructura lógica que elimina el tránsito humano por el tránsito de máquinas, estamos nuevamente obedeciendo a esquemas de vida que van reduciendo los espacios subjetivos y los trasladan al dominio del objeto. Una constante deshumanización que parece no tener fin, en la cual, sociedades poco creativas y administraciones mediocres, aceleran un proceso innecesario con el único fin de mantener contentos finalmente a quienes representan el grupo de mayor poder adquisitivo. Contrariamente a otras ciudades y a grandes metrópolis mundiales, ser un transeúnte y no tener auto en Ecuador, significa ser chiro, es decir, pintar poco en este cuento de poder. No tener ni voz ni voto. Pero esos seudo planificadores urbanos “de a cuarta” se olvidan de que precisamente vivimos en un país donde la mayoría de la población está justamente dentro de esos estratos socio económicos bajos. Y esos también son votos ¿No? Sin embargo, qué pasa. Sucede que, como la ruin estructura escalera y el acondicionamiento social se han cimentado sobre el clasismo y la dicotomía rico/feliz, pobre/triste, entonces hay una programación mental dentro de ese sector acallado que traducirá la incomodidad de vivir en una ciudad adecuada para la circulación vehicular, como una simple consecuencia de su condición social. Nada más falso, miserable y maniobrado que eso.




¡Oh ciudad aquella!




Me produce desazón entender que el futuro de esta ciudad es eliminar el afuera, el contacto con la calle y la gente, esa vida de barrio que tanto se añora, puesto que la lógica del automóvil es la de una pista de autos, la de una speed way, en donde no queda espacio para nada que no sea el “llevarme a”. Esto trastoca la lógica misma del espacio y sus usos sociales, arrebatándole todo sentido de colectividad, derivando en una primacía absoluta del Yo…

La ciudad conteiner con vías que servirán únicamente para trasladarse de un lugar cerrado a otro. Un Quito enclaustrado en pleno Siglo XXI, con ese tremendo sol y aquel paisaje espléndido. ¡Qué pecado!