Ídolo

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Morrissey

lunes, noviembre 09, 2009

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Desnudar de sentido a las palabras. Dejarlas en puro hueso. ¿Tienen esqueleto las palabras? Parole. Una raíz común pero a la vez distinta dentro del cambio de experiencia sensible. Leo a Patrick Mediano en español y trato de imaginar la sonoridad de todo lo que dice, en su lengua original. Y entonces la parole es otra. Es otra la experiencia. Es otro el sabor del café de la juventud perdida. Son otras las calles y las zonas neutras de las que habla, esas calles-limbo, que son nada, que van hacia ninguna parte y vienen de ningún lado. Una zona de amortiguamiento urbano, ausente de personalidad, de morfología y hasta de olor. Las zonas neutras -casi muertas pero vivas- no existen aquí, al menos no de esa forma. En este lugar son otras , porque siempre desembocan en algo con sabor a memoria. Sospecho que las únicas zonas neutras que conozco se dan en los sueños. Alguien me contó hoy un sueño, sobre un falo que era vagina a la vez y eso le reconfortó. Amaneció feliz porque era un sueño dulce. Pero también había niños hablando en otras lenguas, en otro capítulo del sueño. Hay cierta dulzura en la tergiversación del sentido. Porque se encuentra alivio al desprenderse del entendimiento común, del sentido común, de la razón común. Y escuchamos en otras lenguas y las palabras son melosas, son sonoras, son rítmicas y no son más que eso. Y ahí viene el gran alivio, de encontrarnos, sí, en esa zona neutra. Lejos de cualquier lógica común. Entonces viene la autocomplacencia, como el sexo autosuficiente, el que se engulle a sí mismo.

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