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Morrissey

martes, junio 01, 2010

Placeres culposos



Comerse una hamburguesa grasosa y pensar en las arterias convertidas en Porky… desear a la mujer del prójimo y luego irse a confesar con el cura del barrio… decir que el cine comercial es una mierda y atragantarse de canguil viendo una comedia romántica, tratando de pasar de incógnito en el cine. Reírse cuando alguien se cae aparatosamente en un día de lluvia, comerse las uñas, sacarse los mocos, robarse los esferográficos del prójimo, comerse la comida de la lonchera del compañero, sacarse los callos de los pies… y hasta poner los cuernos. Sí señores, son los temidos y deseados placeres culposos, esos que se hacen a escondidas, sin que nadie nos vea y por los que alguna vez nos hemos sonrojado al ser descubiertos.


¿Será falta de espontaneidad? Para muchos es un problema cultural que se resume en que hemos sido criados para sentir culpa de lo que nos da placer, sí, la eterna paradoja alimentada por la moral judeo-cristiana. El cuerpo y lo que este pueda sentir es lo que nos lleva a las fauces del pecado. Pero por ahí dicen que sarna con gusto no pica, y es por eso –aunque suene burdo- que el placer siempre nos puede más. Porque no crean que el placer culposo se arrastra en un mundo oscuro de perversiones, el placer culposo es tan simple como comerse un chocolate o sacarse los barros de la nariz. Simplemente sentimos un extraño y algo hipócrita pudor que nos hace negar eso que nos da placer, por más de que se trate de una tontería.


Creo que la razón profunda de desconocer nuestros gustos y placeres viene dada por nuestra misma condición de personas. Persona=máscara, en latín. Escondemos lo que somos porque somos una construcción social, determinada por ciertos parámetros de comportamiento. Pero precisamente esos parámetros se rompen cuando estamos fuera del contacto gregario y nos hallamos en la intimidad de la soledad. Ahí es cuando germinan tranquilos los placeres culposos… hasta que viene alguien y nos saca de la burbuja…

Pues sí, uno de mis peores placeres culposos es justamente esa grasosa hamburguesa que ustedes pueden apreciar en la gráfica. La comida chatarra me persigue y la adoro con todas mis fuerzas, a la vez que la odio por hacerme caer en su grasosa seducción. Una de mis felicidades tontas de hoy fue que el comedor institucional de mi amado trabajo había de almuerzo ¡Papas fritas! Alegría total señores.

2 comentarios:

CARLA BADILLO CORONADO dijo...

I looove french fries... y otros placeres. ;)

un gusto aparecer en tu casita, Chío.

abrazo.

Javier López Narváez dijo...

La grasa, la hamburguesa, el chocolate
los excesos del whisky al otro día,
la tinta de esta pluma que no es mía,
Sabina, Hollywood, el disparate

Los cuernos que le puse a su fantasma
la primera canción, postrer concierto
braguetas, bocas, mentes, todo abierto,
el pop, el rock, el jazz; perfume y miasma

las uñas que me corto con los dientes
el cine, dividido entre dos chicas
besarla, aun consciente de su esposo

Son más de veinte culpas indecentes,
la sarna que con gusto nunca pica
lo has dicho tú: “los placeres culposos”