Ok ahí va. (Pero no te preocupes, que esto es un probando, probando)
No sólo porque esa tarde me sorprendió que me hayas llamado y en un intento de no quedar mal -por conseguir qué se yo qué- hayas insistido en cumplir tu promesa. Promesa la cual, fue en primera instancia un encame de mi parte, lo acepto. Y bueno, dado que si tanto sacamos a relucir algo que hacemos con nuestras maravillosas manos (jactarse, para mí, no está tan mal) pues no queda más que decir: A ver pues demuéstralo. No he querido ser tan dura. No. Sólo espero que luego de esto me pongas, en efecto algún comment. Puesto que yo de mis jactancias de seudo "seudo" artífice/marioneta de las palabras, te mostré lo que tenía. Toma la dirección de mi blog. Es todo. Fue casi un dando y dando. Para algo más hemos de servir que para hablar pendejadas como nuestra facha falsamente interpretada como aria. Despatriados caminando por las calles, siendo observados por ojos andinos que nos descontextualizan a cada paso. ¿De dónde eres? De aquí pues, de dónde mas. Así es. Compartimos eso, el ser el otro, el temible y dudoso extranjero en su propia tierra. Todos dudan de nosotros pero... PERO ya quedamos en que éramos normales. Sí. El resto es el que está mal. Son los ojos de los otros los que nos distorsionan y nos visten de alteridad. Aunque a veces tienen razón, yo me miro al espejo y soy otra. Yo me subo a un bus y soy otra. Y si andamos juntos somos esos otros que andan en pata, tratando de empatar acontecimientos urbanos, siendo causa y efecto de insólitos conjuros que devienen en anécdotas fantásticas. O en chapulinescos eventos inexplicables. Cuánta torpeza puede caber en nosotros y cuánta casualidad advenediza nos puede romper el coco. ¿Fatalidad sino cruel? Linda canción, pero no creo que sea nuestro caso. El contrapeso es el “excelente” humor con el que hemos enfrentado el absurdo, no queda de otra.
Fascismo urbano. El porcentaje bonito de la población. ¿Esa belleza infame y altiva que persiguen los desarraigados? Pues no. Tan solo un quiebre, una depresión geográfica en medio de tanta montaña. Un valle caluroso y plano. Por fin una planicie en esta ciudad. Más bien vendría a ser, sí, esa belleza. La de la discontinuidad. La ruptura estética que construye una cara/llanura en medio de la irregularidad montañosa de los andes. Redundancia. Jamás una cara/alpes suizos, aunque tal vez sí una cara/pinireos. Pues sí, en efecto, a los guapos de mi adolescencia los conozco todos, y me los sé con nombre y apellido. Eran esos y no había más. Es increíble el egoísmo de natura en estos parajes, al menos hasta la generación anterior. De ahí la arrogancia de pueblerino que nos ha visitado a todos los más o menos blancos (de color, me refiero). Esa es la arrogancia provinciana que es igual en todos los niveles de sus usos estético/sociales. Es arrogante el que se cree brillante en tierra de opacos. Es arrogante el tuerto en tierra de ciegos. “Las flores del fango” de las que hablaba hoy con mi padre, aunque más bien nos referíamos a esas inteligencias a lo Benito Juárez.
Como una necesidad de hallar armonía hasta en la mugre, creo que el refugio perfecto del desolado antiestético, es la construcción. Yo soy un simple albañil, ya lo he dicho, tengo mi jefe allá arriba, o donde esté. Ese que me ordena lo que debo hacer, y es tan sutil y perfecto que creo que no existe y juro que es mi propia voz tratando de imitar mi voz. Una especie de Patiño encerrado en la cabeza del Monstruo de los Andes. Creo que el talento proviene de una esquizofrenia paranoide, a veces alucinatoria, socialmente aceptada. En esa necesidad de construir lo bonito (lo bonito arrabalesco o lo bonito socialmente aceptado) hallábame yo cual alumno de tercer grado que copió todo el deber de matemáticas al de al lado. Y todavía más estaba ¡bien! Es así que me saqué veinte sobre veinte gracias a ti y tu comida excelsa, gourmet. Pasé el año comiendo esas exquisiteces que me sacaron exclamaciones sacadas de un globo de texto de cómic. Definitivamente mi barriga te busca ansiosa… y discúlpame por ser tan visceral.
Todavía no he calentado mis pies…
Fascismo urbano. El porcentaje bonito de la población. ¿Esa belleza infame y altiva que persiguen los desarraigados? Pues no. Tan solo un quiebre, una depresión geográfica en medio de tanta montaña. Un valle caluroso y plano. Por fin una planicie en esta ciudad. Más bien vendría a ser, sí, esa belleza. La de la discontinuidad. La ruptura estética que construye una cara/llanura en medio de la irregularidad montañosa de los andes. Redundancia. Jamás una cara/alpes suizos, aunque tal vez sí una cara/pinireos. Pues sí, en efecto, a los guapos de mi adolescencia los conozco todos, y me los sé con nombre y apellido. Eran esos y no había más. Es increíble el egoísmo de natura en estos parajes, al menos hasta la generación anterior. De ahí la arrogancia de pueblerino que nos ha visitado a todos los más o menos blancos (de color, me refiero). Esa es la arrogancia provinciana que es igual en todos los niveles de sus usos estético/sociales. Es arrogante el que se cree brillante en tierra de opacos. Es arrogante el tuerto en tierra de ciegos. “Las flores del fango” de las que hablaba hoy con mi padre, aunque más bien nos referíamos a esas inteligencias a lo Benito Juárez.
Como una necesidad de hallar armonía hasta en la mugre, creo que el refugio perfecto del desolado antiestético, es la construcción. Yo soy un simple albañil, ya lo he dicho, tengo mi jefe allá arriba, o donde esté. Ese que me ordena lo que debo hacer, y es tan sutil y perfecto que creo que no existe y juro que es mi propia voz tratando de imitar mi voz. Una especie de Patiño encerrado en la cabeza del Monstruo de los Andes. Creo que el talento proviene de una esquizofrenia paranoide, a veces alucinatoria, socialmente aceptada. En esa necesidad de construir lo bonito (lo bonito arrabalesco o lo bonito socialmente aceptado) hallábame yo cual alumno de tercer grado que copió todo el deber de matemáticas al de al lado. Y todavía más estaba ¡bien! Es así que me saqué veinte sobre veinte gracias a ti y tu comida excelsa, gourmet. Pasé el año comiendo esas exquisiteces que me sacaron exclamaciones sacadas de un globo de texto de cómic. Definitivamente mi barriga te busca ansiosa… y discúlpame por ser tan visceral.
Todavía no he calentado mis pies…
6 comentarios:
Me acorde de toda la gente que considera que porque se te ve so so la extranjerada de tus ascendientes eres bonita-o.
Que necedad...por todos los miles de dioses...
Me alegro de conocer a otra de las pocas ,y serias, postulantes a filosofa de profesion.
Un abrazo Dal.
Hay Fer, ahí le damos. Pero aquí la filósofa eres vos, je je.
Y sí pues, qué le vamos a hacer ¿no? Pero déjame decirte que mis únicos antepasados son algún Huáscar o Atahuslpa común y corriente, y un criador de chanchos ex convicto de apellido Benalcázar, Orellana o Pizarro.
Otro abrazo para tí,
Dal
lindo lindo!!!!!! podria yo decir en terminos culinarios que estas son unas palabras gourmet/comida fusion/andinointernacional!!!!!! gracias por estas pequeñas lineas, como dices, un honor que me hayas escrito!!!!!!!jajajajaja.... bueno si tu panza esta ansiosa, mis manos tambien por preparar algo que satisfaga esa voraz ansiedad!!!!! te espero.... no se olvidara veaaa (acento andino en lo último)
muchos besos para ti
El Mono
Moonoooo, ¡Hasta que por fin tienes voz en mi blog! Ja ja ja.
Gracias por leerme, ya continuaremos con nuestras aventuras ario-chapulinescas, por ahora queda cumplir con las tripas. Creo que mi papá tenía razón con eso de que a los hombres se les conquista por el estómago. Ay cierto, yo no soy hombre. Je je.
De seguro, no sea malito vea, invitará a comerrr!!!
Besote.
Interesante variación del formato querido-diario, y maldita manía la de uno de intentar leer entre líneas.
Un abrazo Dal.
No es necesario leer entre líneas, si podemos desarrugar el traje sastre.
Un abrazo.
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