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Morrissey

miércoles, noviembre 08, 2006

La ventana discreta

Ante la realidad nacional y mi actual e incidental desconocimiento sobre temas coyunturales, debo decir que lo único que nos queda es mirar por la ventana a ver si pasa alguien... o algo. Si usted vive en una calle transitada o en algún condominio estrecho, quizás verá mucho. A lo Rear Window. Si vive en una aburrida y estancada zona residencial, usted no verá nada, por el contrario. Yo tengo un amigo que va a terminar lisiado por fisgón. Un Jimmy Stwart criollo que me ha enseñado el sutil arte de espiar la vida. Yo no tengo ni la belleza ni la elegancia de Grace Kelly, ni mi amigo la impostación acartonada de Jimmy, pero ahí le damos. Cada cierto tiempo voy por la tarde a su casa, en una especie de visita instaurada. A veces sólo conversamos, a veces trabajamos y nuestra necesidad continua de movimiento nos hace desplazarnos por toda la sala, que es en realidad una especie de estudio/escritorio/biblioteca (la verán en la fotito de mi profile o citada en un post del genial Eduardo Varas, devolviendo el halago). En nuestros poco cesantes revoloteos, vamos turnándonos la posición junto a la ventana, es toda una argucia técnica la de la de invisibilidad detrás de la misma. Él lo ha logrado, yo no tanto. Yo al principio sacaba todo mi cuerpo por el dintel y tras llamar la atención de alguna manera, lograba ser vista por los blancos en la mira. Mi amigo me decía: No, no, así no es. Nadie te tiene que ver. Pero yo quería que me vean, no sé por qué. Era parte de mi jugueteo con lo ajeno. Yo estaba protegida en mi fortaleza de concreto y nadie me podía hacer nada. Un tercer o cuarto piso (depende desde dónde se lo cuente) que tiene el ángulo perfecto de visibilidad picada, y de invisibilidad contrapicada.

Mi amigo dice haber sido testigo de hechos insólitos, de accidentes de tránsito, de broncas, de extraños movimientos de gente sospechosa, de personajes coloridos sacados de algún baile de disfraces (vi tres el otro día). Yo he visto el registro fotográfico de esto. En efecto, él no tiene el telescopio de Stwart (ese sería su sueño), pero tiene una cámara digital potente. La paranoia no está tan lejos de su alcance. Alguien nos espía. Qué se van a imaginar aquellos oficinistas que esperan el bus de la empresa religiosamente todos los días a las cinco, que nosotros les tenemos ya armadas historias paralelas de vida. Y fotos de ellos. Suena tenebroso y sórdido ser personaje de una fábula urbana tejida por dos desarticuladores sociales. Dramaturgos de sainetes chocarreros desde un plató ventana, con un público inerte, transeúnte estancado en minutos huecos. Un día, el día de la foto aquella y otras más (mi amigo es dibujante y usa fotos base), estaba travestida y bueno es ineluctable la transformación espiritual. El espíritu en la superficie, más bien. Yo lo único que quería era ser una Briggitte Bardot espléndida en la ventana, con espectadores embobecidos contemplando su falta de melanina rutilante. Y un Roger Vadim sonriente y de comisuras temblorosas frente a su pequeña amante quinceañera vaciada de infancia y desnuda hasta el ardor. Exhibicionismo y voyeurismo convidándose el mismo bocado.

Pero no, como siempre, todo pierde su caché y termina volviéndose fonda con mesas de fórmica. Terminé siendo la puta que se despereza frente a la ventana y a quien su proxeneta trata de meterla dentro del bulín. Ni siquiera desnuda. Blanca y delgada, el torso como único contador de historias frente aquellos dos tipos en motocicleta, sentados frente a la tienda, conversando de cualquier cosa y mirándome con ojos tímidos. Ojos tímidos. En realidad su apariencia de machos atrevidos se quedaba cortas al momento de regresar a ver hacia arriba. Yo y mi espectáculo ridículo de puta decimonónica. La novia de Toulouse Lautrec que terminó hundiéndolo en las esmeriles aguas C2 H5 OH. No tenemos misterios por resolver, nadie ha muerto, no hay Watergates ni para justificar una extorsión amarillista. Solo la ventana y mi amigo intentando adiestrarme en invisibilidad.

¿Qué privacidad estoy violando? La mía o la de los otros…

13 comentarios:

Hiscariotte dijo...

Se puede creer que voyeurismo exhibicionista es un oxímoron, pero cada vez me convenzo más de que esos términos no necesariamente se contradicen. Siempre se me ha hecho raro que cuando un/a amigo/a me presenta a alguien este saca a colación que han hablado de mí con anterioridad; enterarme de que un total desconocido tenga fotos mías debe ser más chocante aún, aunque no dejaría de ser interesante.

Un abrazo Dal.

Galo Roldós Arosemena dijo...

A veces el monitor de la compu se convierte en una ventana por la que ejercemos el placer voyeurista de atisbar posts tan buenos como este.

Abrazo,

Galo

Eduardo Varas C dijo...

"El blogger indiscreto"...

hummmm...

podría ser, podría ser...

El voyeurismo es una virtud, sin duda... pero a la de Hitchcock me quedo con la parodia de los Simpson...

Saludos

Dalila dijo...

Hiscariote: Uno no tiene idea de las historias paralelas que se tejen en la mente de los otros. Una sola mirada basta para que se lleven un pedazo de nosotros y lo transformen en un monstruo con vida propia.

Abrazo,

Dal.

Dalila dijo...

Galo,

Siempre la pantalla será una ventana indiscreta. Gracias por considerar bueno a este post que pensé que estaba turro.

Otro abrazo

Dalila dijo...

Eduardo, creo que soy una blogger indiscreta. Pero tranquilo, tengo mis límites.

Ta' buena la parodia de los Simpsons. Me gusta mucho la de Shining.

Lorena dijo...

Primera vez que piso estas tierras, caminaré por aquí más seguido.
En cuanto a lo de la ventana te digo que me gustaría ver cosas más interesantes, como en la cuadra de mi casa nunca pasa nada detesto verla abierta pero mi abuela lo hace todo el tiempo, yo me siento en una especie de pecera o reality show, ella parece ver cosas extraordinarias (mi abuelita), lo que no deja de demostrar la relatividad en los asuntos de ventanas.
Viví por un tiempo en un condominio en Buenos Aires cuyo balcón daba a una calle bastante importante, y ahí me sentaba a fumar, escuchar, y ver...pasaban cosas interesantes y no tanto pero de todas formas era el mejor lugar para pasar la tarde...una vez vi como agarraban a un choro.
Supongo que he sido un poco de todo.
Saludos.
PD: Eso de llamarse genios en un contexto como este me parece un poco extraño, para mi los genios nunca están tan cerca, debo de abrir más mis ojos supongo.

Sonia Marcus Gaia dijo...

en una caja de cornflakes la imagen reproduce la misma escena de un hombre de espaldas a un caja de corflakes que a su vez se vislumbra en una caja de cornflakes que a su vez se consume en múltiples cajas hacia el infinito. ello es el voyerismo. ¿existe acaso la privacidad o será una invención para somnolear menos despiertos?

saludos desde el caribe violento.
sonia

Anónimo dijo...

En fin es necesario el poder ver, pero el criticar también, unas cuantas palabras con la picardía de la crítica e incluso la invención jaja

Dalila dijo...

Hola Lorena, ya te visitaré. Eso del punto de vista y de la subjetividad visual de cada uno, pues puede ser una realidad o esquizofrenia paranoide, que a veces es lo mismo. Y bueno, no creo que seamos genios y tampoco nos llamamos así. Una cosa es la genialidad y otra el ser genio cual Stephen Hawkins (o como se escriba).

Un saludo,

Dal.

Dalila dijo...

Habrá alguien al final de las cajas de cornflakes infinitas... La causa encausada le dicen. En fin, no existe LA privacidad, todos somos seres públicos en algún momento de nuestras vidas.

Saludos desde los andes corta pieles.

Dalila dijo...

Amaranta, pues sí, siempre me he reservado el derecho de opinar sobre lo que me de la gana indoors, que es lo que hace todo el mundo. Y el mundo de las invenciones es fascinante, sobretodo cuando lo ya dicho no te atrae mucho que digamos.

Abrazote,

Nos vemos hoy si antes no me da una sobredosis de infusión de Boldo.

Dal.

Anónimo dijo...

Pon mas fotos de puta decimonónica... Thanks