En estos precisos momentos debería estar trabajando y no tratando de escribir cualquier cosa sólo por deshacerme del post anterior que ya me cayó mal. Ahora debería ser consecuente con mis promesas y tranquilizar telepáticamente al editor aquel que no deja de llamarme, preocupado, por las notas para mañana. Un especial de ocho carillas para un periódico de la ciudad. ¿No confías en mí? Le dije hoy en la reunión, y no me respondió nada. No le culpo, luzco irresponsable con mi pelo sucio y alborotado en un peinado que pretende ser dirty look, y más bien es un frontal desapego estético. Mentí, no soy vanidosa, muchas mañanas salgo sin siquiera mirarme al espejo y con lo primero que tengo a la mano. El editor acaba de llamarme hace un rato, y en un entrecortado español producto de la porquería que tengo como celular, al parecer me estaba alabando por un reportaje anterior que hice para otra revista. Un trabajo mentiroso y mediocre. Me siento responsable de la patraña que son los medios de comunicación. En fin, hay que desprenderse de toda psicosis de responsabilidad.
Hoy no será posible hacer mis conocidos breaks, deberé atarme a la silla hasta acabar, y todo ello por pasarme divagando y conjeturando vaciedades en vez de trabajar. Ayer sí logré hacer una pausita, la más linda de todas. Me fui al concierto de mis amados Sal y Mileto. Plaza del teatro. Helada. Lluvia. Paraguas y yo gritando, cantando hasta perder la voz. Todas las canciones que me extasiaron alguna vez, la fuerza, el ángel, ese no se qué. El corazón puesto allí. A nadie le importó estilarse, todos saltaban y coreaban las canciones en un éxtasis colectivo. Fue maravilloso. Me salvó de los habitantes malignos. Se fueron espantados con la potencia de los parlantes. Ayer, pero hoy no tengo salvación, están entrando por las ventanas y llegaron reforzados, vestidos de palabras ajenas. No se quieren ir y no tengo más que aceptarlos. Dicen que hoy dormirán aquí y que mañana no saben...
Tuve una tregua desde el domingo. Pude abandonar mi sillón y sus historias, y me largué a la ciudad tropical maquillaje. Trabajo de dos días, daba igual si tenía que cumplir con el tal editor ese que se pasó angustiado por mi repentina huída. ¡Qué haces en Guayaquil por Dios! Nada, trabajando. Creo que hoy no es un buen momento para hacer un post descriptivo/emotivo de la ciudad fascista, un día y medio no fueron suficientes para entenderla (y sé que nunca lo haré) pero sí para comprobar mis tesis para mí misma, sobre la regeneración urbana, demagogia urbana. Luego de más de diez años sin pisar tierras guayacas, vine a darme cuenta de que ese calor que detesté toda mi vida, hoy curiosamente me gusta, y mi relación agradable con Guayaquil fue, más que nada, climática. Hallé una libertad en medio de tanta prohibición. Claro que esta libertad es tan subjetiva que no le serviría a nadie más que a mí. Vestirme con poca ropa, sentirme ligera y estar cobijada por un aire cálido que me hizo odiar un poco más éstos últimos días en mi urbe refrigeradora. Sin embargo, día y medio no es suficiente para amar definitivamente el calor total.
Ahora bien, la parte laboral del viaje fue bastante cómica. Asistente y productora del rodaje para un documental institucional. Empresa-secta que hace cantar a sus empleados todas las mañanas un himno en ritmo de merengue pop o algo así. Y no sólo cantan, sino que están obligados a bailar efusivamente, aplaudir y sobretodo a divertirse. Porque en la empresa todos se divierten, ojo. Increíble. Gringos de mierda y sus pendejos conceptos de "cultura empresarial" que crean engendros vestidos igual, que piensan igual y cuyos parámetros de vida son los que la empresa ha decidido. Y lo más escalofriante de todo es que estas nuevas técnicas de administración de personal funcionan. Imagínese tener como jefe a un motivador personal que le hace gritar porras todo el día. "Los gritos de guerra" que esos pobres vendedores tienen que desgarrar de su garganta todas las mañanas. Y nosotros grabando eso. Qué cuadro. Yo, escondí el cinismo donde mejor pude, y me abstuve de burlarme de esta gente que en realidad no sé bien si está manipulada con lavado de cerebro total, o manipulada con la vieja técnica de la zanahoria y el burro. Sólo que la zanahoria es la plata y la palabra esa que me da urticaria "éxito". Por eso creo que se aguantan el ser tratados como retrasados mentales y dejan que les introduzcan supositorios identitarios de orgullo empresarial y mierdas de ese estilo.
¿Qué significa trabajar aquí?
Este es mi hogar... aquí paso la mayor parte del día...
Esto respondían todos. El hogar/empresa, qué friqueante. Srrrrr..... Se me pone la carne de gallina. En fin, ya me dirán que son felices, o que están obligados a serlo. El fascismo de la felicidad. Como cuando por agradar a alguien escondemos que somos seres dolientes, y solo mostramos mil dientes y sonidos viajantes. Bueno, ese es otro caso. Quizás no es uno el que decide mostrarse payaso, sino el cuerpo de uno, en una decisión vegetativa. Creo pensar que ese es mi caso. En todo caso, y para ya decir por última vez la palabra caso, aprendí que vender, vender y vender es el resumen de la vida. No solo de aquellos que deben salir día a día y cumplir con 400 dólares en ventas, si no están fuera. La venta de ideas es la peor, pues para convencer a alguien de algo, hay que ofrecerle un producto que equivalga el esfuerzo. Digo yo.
Yo por mi parte, me considero un almacén quebrado, que ya no tiene nada que vender. Suena patético, pero no lo es. En realidad es bueno, porque puedo cerrarlo e irme a mi casa, a comer pan duro con un agua aromática y hacerme la pobre diabla abandonada... ja ja ja. Porque el autoconsuelo de la víctima es el más sabroso y reconfortante. Llorar diciendo pobrecito yo, por qué me pasa esto, tiene un poder universal. Puedes mover constelaciones con eso. Solo el patetismo nos saca del círculo vicioso, porque el ciclo permite la amortiguación por repetición. Llegará un punto en que ya no sentiremos nada, y entonces seremos libres. Léanlo bien. Libres del dolor. Así que, no se sienta mal de autocompadescerse, nadie le está viendo. Siéntase más bien mal de buscar a los otros para que le compadezcan y le consuelen. Ese sí es un patetismo sin fines de lucro. Y si usted no lucra de su condición indigna, entonces está desperdiciando el poder que tiene la conmiseración. No moleste a nadie y vaya y llore solo, porque algún rato ese llanto será un disco rayado y lo querrá oír bien. Cuando lo logre, entonces querrá bailar y saldrá a algún bar, a una disco o a un concierto. Y gritará hasta ensordecer con sus propios berridos. Y ya. Sordera espiritual. Necesaria.
Terminaré diciendo que luego del manso me fui a Cuenca, en viaje flash, y de ahí si no puedo decir nada porque estuve una noche (la cual no hice nada) y medio día trabajando. Lo único que saqué de Cuenca, fueron las confesiones extremas de mi compañero de trabajo, sentados sobre una banca del Parque Calderón. Un ex compañero del colegio que saboreó en carne propia la maldad adrenalina tipo Naranja Mecánica. Hay videos que lo prueban. Y mientras me contaba sus actos idiotas, yo me estremecía pensando en aquella gente que masacraron, en todos lo perros y animales que torturaron y mataron. En las torturas a niños que inventaron, como aquella de coger con un gancho a un niño pequeño, y acelerar el auto con el niño enganchado para obligarle a correr. Y ellos, salvajes y corazón negro, deshaciéndose de risa. Él me contaba esto y se le notaba el arrepentimiento ya la vergüenza, pero aún algo de cinismo en sus ojos. Y yo, mórbida queriendo que me cuente más...
Extraño viaje.
Hoy no será posible hacer mis conocidos breaks, deberé atarme a la silla hasta acabar, y todo ello por pasarme divagando y conjeturando vaciedades en vez de trabajar. Ayer sí logré hacer una pausita, la más linda de todas. Me fui al concierto de mis amados Sal y Mileto. Plaza del teatro. Helada. Lluvia. Paraguas y yo gritando, cantando hasta perder la voz. Todas las canciones que me extasiaron alguna vez, la fuerza, el ángel, ese no se qué. El corazón puesto allí. A nadie le importó estilarse, todos saltaban y coreaban las canciones en un éxtasis colectivo. Fue maravilloso. Me salvó de los habitantes malignos. Se fueron espantados con la potencia de los parlantes. Ayer, pero hoy no tengo salvación, están entrando por las ventanas y llegaron reforzados, vestidos de palabras ajenas. No se quieren ir y no tengo más que aceptarlos. Dicen que hoy dormirán aquí y que mañana no saben...
Tuve una tregua desde el domingo. Pude abandonar mi sillón y sus historias, y me largué a la ciudad tropical maquillaje. Trabajo de dos días, daba igual si tenía que cumplir con el tal editor ese que se pasó angustiado por mi repentina huída. ¡Qué haces en Guayaquil por Dios! Nada, trabajando. Creo que hoy no es un buen momento para hacer un post descriptivo/emotivo de la ciudad fascista, un día y medio no fueron suficientes para entenderla (y sé que nunca lo haré) pero sí para comprobar mis tesis para mí misma, sobre la regeneración urbana, demagogia urbana. Luego de más de diez años sin pisar tierras guayacas, vine a darme cuenta de que ese calor que detesté toda mi vida, hoy curiosamente me gusta, y mi relación agradable con Guayaquil fue, más que nada, climática. Hallé una libertad en medio de tanta prohibición. Claro que esta libertad es tan subjetiva que no le serviría a nadie más que a mí. Vestirme con poca ropa, sentirme ligera y estar cobijada por un aire cálido que me hizo odiar un poco más éstos últimos días en mi urbe refrigeradora. Sin embargo, día y medio no es suficiente para amar definitivamente el calor total.
Ahora bien, la parte laboral del viaje fue bastante cómica. Asistente y productora del rodaje para un documental institucional. Empresa-secta que hace cantar a sus empleados todas las mañanas un himno en ritmo de merengue pop o algo así. Y no sólo cantan, sino que están obligados a bailar efusivamente, aplaudir y sobretodo a divertirse. Porque en la empresa todos se divierten, ojo. Increíble. Gringos de mierda y sus pendejos conceptos de "cultura empresarial" que crean engendros vestidos igual, que piensan igual y cuyos parámetros de vida son los que la empresa ha decidido. Y lo más escalofriante de todo es que estas nuevas técnicas de administración de personal funcionan. Imagínese tener como jefe a un motivador personal que le hace gritar porras todo el día. "Los gritos de guerra" que esos pobres vendedores tienen que desgarrar de su garganta todas las mañanas. Y nosotros grabando eso. Qué cuadro. Yo, escondí el cinismo donde mejor pude, y me abstuve de burlarme de esta gente que en realidad no sé bien si está manipulada con lavado de cerebro total, o manipulada con la vieja técnica de la zanahoria y el burro. Sólo que la zanahoria es la plata y la palabra esa que me da urticaria "éxito". Por eso creo que se aguantan el ser tratados como retrasados mentales y dejan que les introduzcan supositorios identitarios de orgullo empresarial y mierdas de ese estilo.
¿Qué significa trabajar aquí?
Este es mi hogar... aquí paso la mayor parte del día...
Esto respondían todos. El hogar/empresa, qué friqueante. Srrrrr..... Se me pone la carne de gallina. En fin, ya me dirán que son felices, o que están obligados a serlo. El fascismo de la felicidad. Como cuando por agradar a alguien escondemos que somos seres dolientes, y solo mostramos mil dientes y sonidos viajantes. Bueno, ese es otro caso. Quizás no es uno el que decide mostrarse payaso, sino el cuerpo de uno, en una decisión vegetativa. Creo pensar que ese es mi caso. En todo caso, y para ya decir por última vez la palabra caso, aprendí que vender, vender y vender es el resumen de la vida. No solo de aquellos que deben salir día a día y cumplir con 400 dólares en ventas, si no están fuera. La venta de ideas es la peor, pues para convencer a alguien de algo, hay que ofrecerle un producto que equivalga el esfuerzo. Digo yo.
Yo por mi parte, me considero un almacén quebrado, que ya no tiene nada que vender. Suena patético, pero no lo es. En realidad es bueno, porque puedo cerrarlo e irme a mi casa, a comer pan duro con un agua aromática y hacerme la pobre diabla abandonada... ja ja ja. Porque el autoconsuelo de la víctima es el más sabroso y reconfortante. Llorar diciendo pobrecito yo, por qué me pasa esto, tiene un poder universal. Puedes mover constelaciones con eso. Solo el patetismo nos saca del círculo vicioso, porque el ciclo permite la amortiguación por repetición. Llegará un punto en que ya no sentiremos nada, y entonces seremos libres. Léanlo bien. Libres del dolor. Así que, no se sienta mal de autocompadescerse, nadie le está viendo. Siéntase más bien mal de buscar a los otros para que le compadezcan y le consuelen. Ese sí es un patetismo sin fines de lucro. Y si usted no lucra de su condición indigna, entonces está desperdiciando el poder que tiene la conmiseración. No moleste a nadie y vaya y llore solo, porque algún rato ese llanto será un disco rayado y lo querrá oír bien. Cuando lo logre, entonces querrá bailar y saldrá a algún bar, a una disco o a un concierto. Y gritará hasta ensordecer con sus propios berridos. Y ya. Sordera espiritual. Necesaria.
Terminaré diciendo que luego del manso me fui a Cuenca, en viaje flash, y de ahí si no puedo decir nada porque estuve una noche (la cual no hice nada) y medio día trabajando. Lo único que saqué de Cuenca, fueron las confesiones extremas de mi compañero de trabajo, sentados sobre una banca del Parque Calderón. Un ex compañero del colegio que saboreó en carne propia la maldad adrenalina tipo Naranja Mecánica. Hay videos que lo prueban. Y mientras me contaba sus actos idiotas, yo me estremecía pensando en aquella gente que masacraron, en todos lo perros y animales que torturaron y mataron. En las torturas a niños que inventaron, como aquella de coger con un gancho a un niño pequeño, y acelerar el auto con el niño enganchado para obligarle a correr. Y ellos, salvajes y corazón negro, deshaciéndose de risa. Él me contaba esto y se le notaba el arrepentimiento ya la vergüenza, pero aún algo de cinismo en sus ojos. Y yo, mórbida queriendo que me cuente más...
Extraño viaje.
17 comentarios:
Voy a nombrar a 1984 solo por joder, para que el próximo que entre a comentar presto a citar a Orwell se lo piense dos veces.
El autoconsuelo siempre me deja pensando en el suicidio; a lo mejor algún día. Si algún rato vienes más al sur avisas.
Un abrazo Dal.
Ja ja, pero no entendí.
A qué sur, ¿más al sur? ¿Loja?
Otro abrazo para tí.
Perdón que boba que soy, no entendí que sí había entendido cuando escribí el post. Pensé obviamente en 1984 guardando las diferencias. Ay ni yo me entiendo.
ja ja
¿Estuviste por aquí? No lo supimos, los bloggers. La próxima vez tienes que avisar, para ver si ves algo distinto, o simplemente para conversar.
M
Bingo.
por ahi sólo escuché el eco de tu voz saliendo medio medio de un cel motorola negro, mientras yo estaba con el dueño de ese celular y con mi querido poeta.
Y sabes, que lo que dices de las empresas y su cultura organizacional es cierto y realmente es patético, eso me recuerda a Ciudad Verde (una locura que hace mi universidad para los de 4to.), donde nos hacían gritar: papá aaa papá aaaa!! Y yo te juro tenía entre anudada la garganta y a punto de estallar en risa...
en fin.
********
Ultraviolencia....
El cierre de 'La naranja mecánica', (ese capítulo 21 que Kubrick desechó) un viejo Alex se topa con uno de sus compinches y se produce la misma sensación, Dal...
Y esa mirada de cinismo, arrepentimiento y gusto es la misma que muchos de los empleados/esclavos mantienen en ciertas horas de día...
Cultura empresarial, ja! Dios nos salve...
"Cuando vivir es una metonimia, la humanidad no tiene vuelta atrás" León Briceño.
Abrazos
Jajaj..yo dije que Gye se parece a la ciudad de 1984.
Dal, gracias por hacerme reir con lo del documental institucional, tengo una depresion de mierda que solo se quita con letras.
Y la proxima vez avisa pues que vienes, para que la habitante mas destacada de la ciudad te entregue las llaves,o sea io.
Mirabella, tengo pánico escénico. A lo mejor si me ven me da la garrotera y me vuelvo muda. Pero la próxima aviso.
Micifús, ¿Cuándo fue eso? je je, era de que digas holaaaaa.... Y sí, patéticas terapias grupales y motivación personal.
Eduardo, ya me reprendieron por revelar secretos íntimos. No lo vuelvo a hacer. Pero Briceño tiene razón.
Abrazos a todos.
Hiscariotte, cuando caiga a Loja, aviso. Prometido. Eso me das menos garrotera porque sólo estás vos.
Mierda Glo, no me ataques!!! Era sin ánimo de ofender, no dije nada malo de tí. Pero bueno, ya está.
Fer, yo te haría terapia intensiva anti depresión: Basta oir las estupideces que hablo. Y sí, la chica más deseada de los blogs me dará las llaves de la ciudad. Todo un lujo. ja ja (sin ánimo de ofender, ya me traumó el quien eres tu)
Un abrazote darling
Me acaba de pasar lo que me pasa cuando acabo de leer tus post, desde que los estoy leyendo: acumulo ideas de comentarios con cada párrafo, abro la ventana de comentarios, intento empezar a escribir algo, se me enredan las ideas, pienso en volver a leer para comentar en orden y termino cerrando todo... Ya es casi rutina.
Terminé escribiendo esto por romper la rutina.. Sigo leyendo :P
lirrakbar,
Esa es la garrotera. Con agua se pasa.
Gracias por las visitas... No importa si no comentas, no es necesario. Sabré de alguna manera que has estado por aquí.
Saludos,
Dal.
Dal: Jajaja....la mas deseada........uhm.........
Mas divertida que el Jaimito Nebotcito si soy....
E indudadlemente la más creída, Fernanda, la mas puta creída...
Orwell
Jajajaj..otro resentido social.
Y por favor, usar el nombre de Orwell.
Que atrevido de tu parte.
Y si soy creida, ¿que?. ¿Acaso te exigo a ti ilustre que me quieras o seas mi amigo(a)? .
Si no puedes ni insultarme usando tu miserable nombre.Y "puta" me parece dificil de creer.
Aprendete la definicion y luego insulta.
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