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Morrissey

jueves, marzo 24, 2011

La venganza del lúpulo


Sospecho que hace una o dos semanas la Cervecería Nacional quiso vengarse. Pero como la venganza no distingue edad, sexo, raza ni culpabilidad, pues lo hizo sin miramientos. Ay qué democrática es la venganza, en verdad no discrimina a nadie. Lo digo porque sólo entre algunos de mis seres más cercanos diarios, hallé historias de cervezas y sopores que se repetían.


Día uno. Decido salir valientemente del trabajo a tomarme unas bielas con dos amigas. Estoy segura absolutamente de que lograré cumplir mi cometido de pegarme unas cuatro pequeñas sin sufrir mayores destrozos particulares. Hay un concierto en el bar de unos amigos, y otro amigo va a tocar un tributo a Charly García. Me quedo. Sí, no lo dudé ni por un segundo. Pero a los cinco bocados de biela, estaba ya recogiendo los pasos. Un letargo hambriento de sábanas me tomó del cuello y no pude escapar. Las caras de bostezo inclemente se repetían a mí alrededor. Mis amigas tampoco podían sostenerse a sí mismas. Entonces surgió la frase: “cuando uno se duerme a la primera biela es porque llegó la vejez”. Pues sí, me pareció muy razonable esa máxima, así que decidí ser consecuente y largarme a dormir.


Días más tarde, volví a insistir en la búsqueda del Dorado, del dorado placer, claro. “Hay que luchar contra la vejez antes de que te agarre las patas”. Hay que salir. Me encuentro con un vecino, misma dosis. Al segundo vaso –ojo, vaso- ya me empiezo a poner bizca y declino la oferta de la felicidad de bar. Regreso a mi casa, abro la puerta, mi perro me reclama. Me acuesto y duermo. Decido no volver a intentarlo hasta mayor aviso. Empiezo a creer que la cerveza debería tener una etiqueta que diga: prohibido para mayores de…


Al día siguiente, alguien me dice que le pasa lo mismo, que la cerveza está rara, que le hace dormir, que no entiende qué pasa. Pienso en una confabulación resentida de una empresa que debe pagar más de 90 millones de dólares a sus ex empleados. Converso con alguien más que me explica exactamente los síntomas: “no llego ni a acabarme una botella pequeña, que ya me empiezo a dormir. Me entra una modorra que lo único que quiero es irme a mi cama”. ¿Sospechoso no?


Lo único que se me ocurre, es que entre esas y otras, por descuido, por abaratar costos o por que les dio la maldita gana, la cerveza no fue lo suficientemente filtrada y quedó tan pesada como una patada en el… Pues definitivamente no podía creer que la vejez haya llegado de sopetón, casi de una semana a otra. Había que comprobar la teoría


Pasan los días y las salidas infructuosas. Llega el solsticio de primavera y la cerveza mágicamente vuelve a ser lo que era. Quizás los directivos de Cervecería Nacional reflexionaron, tal vez los empleados de la fábrica se pusieron once y volvieron al concienzudo proceso de filtrado. O quizás alguien tronó los dedos y volvió la magia. No lo sé. Tomo una, dos, tres, cuatro. No me emborracho, estoy feliz. No me duermo. Río y bailo. Vuelve el dorado placer y la felicidad de bar. Gracias a la vida, que me ha dado tanto…

1 comentario:

ar dijo...

y yo que llegué a los 30 con bielas, me pasó lo mismo. Cada bostezo con biela lo cambié por un ron con cola hasta la semana que pasó, que volví a la biela y el sueño (leyendo y me doy cuenta)desapareció...