Ídolo

Ídolo
Morrissey

lunes, octubre 30, 2006

Por la presente le comunico...

Señores y señoras, jóvenes y jóvenas, a la damita y el caballero,

A quien corresponda,

Soy yo, la Dal y me dirijo a ustedes. Sí, a los dos que tres que me leen para decirles que me piso panas en unos pocos días, que les quiero mucho y que no se olviden de mí, porque yo no los olvidaré... je je.

Si desaparezco más de dos semanas, háganme un favor. Búsquenme en alguna morgue improvisada de algún pueblo inmundo de la costa ecuatoriana. Posiblemente mis vengadores me encontraron.

Por ahora, seguiré escribiendo hasta que pueda,

Sniff,

Dal.

(Quiero ser tan dramática como Rodolfo Valentino y tan predecible como una granadilla)

domingo, octubre 29, 2006

Esto es más divertido que transcribir una entrevista



Con el corazón en la mano. Entre tres. León, Paulo y Leticia reescribiéndose en una metrópoli de cemento. Cemento eres y en cemento te convertirás dice Paulo mientras mira desde la azotea esa ciudad -monte- favela. Ay cómo laten esos tres corazones, cómo se deshacen entre las calles calientes y húmedas. Hay samba sí, pero en la boca de Rita, leucémica y negra. Paulo toma una píldora y deforma las camillas, las caras, las voces. Prohibido Prohibir se convierte en paradoja saliendo de su boca como un decreto extraño, fuera de foco. Todos saben que todo está prohibido en una favela, que todo estará prohibido. Vivir sin una razón violenta, ser el inocente imputado, todo tiene sentido. Seguir el hilo de la víscera, la real compasión es hundirse en el fracaso. Pero el fracaso con el corazón en la mano.

Paulo ama y cree. Ama y cree. Esos seres fantásticos que nos dan esperanzas. Pero Paulo no sabe que ama, cree que no lo hace. Es puro instinto. Salvar a Rita es puro instinto, darle una alegría en su agonía es puro instinto. León por el contrario, tiene claras las reglas del juego pero falla en algo: está entregado a todo. Y es maravilloso cómo se dan el uno al otro. Cómo Leticia abre brecha con su belleza y termina siendo perdonada porque es tan real, es tan abierto su rostro que ella sabe que moriría por ellos. Y que ellos lo harían por ella, y por Rita y sus hijos. Y terminar huyendo por un absurdo. Y terminar sangrando con herida de muerte frente a la sinrazón de la ingnorante potestad policíaca. Odio que salva de la cobardía, eso es lo que piensa León. Y Paulo y Leticia llorando el desangramiento. Impotencia mesiánica.


Un quirófano improvisado, un cuadro de una cirugía del siglo XIX. Una bala desentrañada, plata reluciente. Paulo donando su aliento para salvar a León. Retornar con con cicatrices y perdonarlo todo. Huir juntos hacia la plenitud. Mirar desde arriba la frondosa espesura verde.
Último cuadro: Los tres entrelazados. Créditos.


Prohibido Prohibir, una película de Jorge Durán.

sábado, octubre 28, 2006

Mil

Tantas cosas que decir. Mil acciones en tres días. Un tras otra. Días de noches largas y madrugadas heladas. Amigos. Trabajo. Farra. Trabajo. Cine. Teatro. Calle. Epidermis. Concierto. Relatos. Sincronías y destiempos. Madrigal. Tres epidermis. Calle. Fatiga.
Errores.
Ruido.
Más errores.
Más ruido.
Y yo queriendo acabar con esto. Alegrando a los otros y entristeciendo yo. Entendiendo a los otros y siendo malentendida. Amando a los otros y recibiendo desamor. Abriendo mis libros de letras genuinas y leyendo ficción. La ficción de los otros. Tengo que lavarme el cuerpo pronto, pronto. Debí haberlo hecho esta mañana pero apenas podía levantarme de la cama, apenas quería hacerlo, mas bién. Y sólo carcajeaba. Anteayer, ayer y hoy: Ja ja ja ja. Monstruo de seis brazos. Seis y únicamente dos arrepentidos, dos lamentándose la profundidad superficial de la carne. Los míos. Nunca debía hacerlo, no tengo justificación.
Expiación.
Y hoy ¿Por qué tuve que aceptar ir a ver videos en casa de mi amigo si cabeceaba de sueño? No lo sé. Listen to the wind blows....
Fleetwood Mac me levantó y el concierto de tributo a Queen me inyectó serotonina. Sólo que hoy necesitaba algo de endorfinas también. Sí. Ayer no dormí y amanecí hoy tal cual, y con la misma ropa fui a continuar viviendo en casa de mi amigo y luego en la Plaza del Teatro, la clausura del Closing Time que abandonamos antes de que acabase. Después, obra de teatro en la calle y Quito reventando de eventos. Vamos a la casa, ya no jalo. Pero en vez, ella y yo viendo libros a las diez de la noche en la librería aquella que ahora abre con horario de bar. Compré un libro de Fogwill(un cuento en realidad) y busqué un artículo en una revista. No me gustó el artículo (o quizás no estaba in the mood), salvo una metanarración mínima sobre una película que se sucede paralelamente a la historia. El beso de la mujer araña...
"En diciembre de 1978 hice el amor con una muchacha punk..." Así empieza el relato de Fogwill.
Esa fecha...
Sé que maltraté a alguien, sólo espero que me perdone... Simplemente hay cosas que no puedo explicar.

jueves, octubre 26, 2006

Sorín y el cine feliz

Yo aplaudo. Chao al realismo sucio. Chao al realismo intimista. Bienvenido el realismo ingenuo, casi hiperrealista, casi naturalista. El cine feliz.
Ayer en la noche fui a ver "El Camino de San Diego", la última película del director argentino Carlos Sorín. Él es un realizador que hizo plata en la publicidad y cuando ya solucionó su vida, se dedicó a hacer películas. Genial ¿No? Sus personajes son de una candidez provinciana inigualable. Son el ser puro y sin complicaciones extra de la modernidad, o de la post modernidad. Viven casi mimetizados con su entorno, su voz, su mirada, sus palabras, sus gestos son tan frescos como la naturaleza o el ambiente que los rodea. Sorín saca seres literales, no los convierte en nada, no los vuelve personajes de nada, no construye una película, construye un espejo mimético social y estético. Es la estética de lo descomplicado y lo feliz. La felicidad pura, la que no necesita aditamentos, la que es del día a día, la que resuelve la vida en un segundo. La que no conoce la tragedia subjetiva. Es la objetividad más linda que he visto. Seres objetivos, salidos de sus propias vidas, que no suben a un plató ni participan de una puesta en escena, sino que se representan a sí mismos en un proceso no cinematográfico. Son "actores" naturales que hasta llevan sus nombres de pila en la pantalla.
Sorín lanza teorías de plenitud e ingenuidad como un paquete inseparable. Y nos convence. La vida no puede ser tan mala para quienes los conceptos de la valoración de la existencia son tan simples como: Esto es bueno y esto es malo. En Historias Mínimas y Bombón el Perro, quizás haya un poco más de "riesgo" de mal, por así decirlo. Quizás sus personajes se ven más acercados a cierta desesperanza y desolación, o al choque de culturas e idiosincracias. Quizás encuentren sus antítesis en el camino. Pero sin embargo -aunque lo parezca- aunque sus sonrisas sean escasas y mesuradas, ellos no padecen de tristeza. No es tristeza lo que tienen, es una especie de nostalgia inconsciente con la que nacen. Nostalgia y aridez geográficas. Y Sorín es un gran retratista del hombre a través del entorno y su relación íntima con el mismo. En éstas dos películas el director representa la resequedad, el vacío y la soledad, (los espacios infinitos y abiertos de la Patagonia argentina) y les da un vuelco ingenioso y nunca antes visto a estos temas existencialistas por antonomasia. Los presenta como un modo de vida genuino, descomplicado y por sobretodo: Feliz. Pero de un feliz puro y de gestos frugales, no la felicidad contentona de la carcajada y la algarabía (aunque tiene sus escenas pero son más de contexto que de incidencia dramática. Y no por ello menos feliz.
Tati es así. Tati Benítez es feliz, el más feliz de todos quizás. Tati es pobre, vive en la selva de Misiones, al norte de Argentina. De esa Argentina que nunca se ve, que no tiene gente bonita ni europea, sino que se acerca mucho más a nosostros y nuestra estética (o una de nuestras estéticas, la del pobre). Gente morena, desarrapada, medio sucia, medio fea, desdentada a veces, pero sonriendo todo el tiempo y amaneciendo con el día. No como nosotros y la noche... Esa gente que quizás fue escogida por llamativa en el casting (A lo Fellini, guardando las distancias) está junta en ese lugar y vive ahí de verdad, no hay gratuidad en su escogitamiento. Ellos son parte del espacio geográfico, el cual quizás es presentado como un personaje más y está al mismo nivel dramático de cada gente que vemos aparecer.
"El Camino de San Diego", a mi parecer, es la obra más esperanzadora y brillante de Carlos Sorín. Brillante por luminosa y por ser la que mejor resuelve sus teorías. Además está el plus de la selva: Ya no hay la aridez ni el desasosiego del infinito paisaje desértico. El infinito de éste es de un barroco naturalista pero no exótico. No hay espacios por donde entre la desdicha. Está claro. Ahí está, éste es el mejor ejemplo de una película que lo muestra todo, que no tiene miedo de la antropología folclórica ni del paisajismo fatuo. Una película inteligente que sabe mostrar la realidad del entorno y su gente, la realidad del sujeto pero no desde sus cuestionamientos intrincados y subjetivos, sino desde sus acciones, desde sus relaciones, desde sus anhelos e ilusiones. Una película que no esconde nada porque es tan segura de lo que quiere decir, que su construcción jamás va a pasar por conceptos de exotismo. Bravo. Bravísimo.
No me gusta hablar de la trama, me cae mal y me parecen bastante mediocres aquellas seudo críticas de cine en donde el ochenta por ciento del artículo se la pasan en resumir la historia. No tendrán nada más que decir... En fin, diré que es un road movie, que tiene como objetivo la búsqueda de algo, como todo road movie. Y ese algo, más que material pues termina siendo espiritual. Pero tampoco se lo presenta así. Simplemente los anhelos no están en la carne sino en el alma. Tati ama a Diego Maradona y cuando éste enferma por drogadicto (lo cual a nadie le importó), decide ir a Buenos Aires en su busca para entregarle una "estatua" que en realidad es una escultura natural de una raíz que encontró en plena selva. La raíz de un árbol gigante talado que tiene la cara y la figura del diez. ¡Qué maravilla! Excelente decoración para el candor. Lo genial de Sorín es que no fuerza nada, las cosas se suceden de una manera tan fluida y sutil que nos deja sin cabos sueltos. En su travesía pasa lo que tiene que pasar sin más ni más. Y lo que pasa en este filme es como un abrazo cálido, es un SI gigante. Un SI.
Sorín es un respiro de alegría, no importa si es embustero y maqullista. Yo le creo. Yo quiero creer en la plenitud de la felicidad ingenua. La única que vale.
(Tienes que ver esta peli)

miércoles, octubre 25, 2006

Cierre

-No estoy seguro. Ya no estoy seguro de nada.
-Cómo crees oye. No lo creo.
Y se levantó con esa seguridad helada de que había matado a alguien. Yo seguía pensando que era un traspaso químico, seguramente por juntarse con drogadictos. Él no consumía, pero su novia sí, entonces yo de alguna manera pensé que por las noches, en ese instante del sueño más profundo, ese en el que la gente parece casi muerta y te puedes detener a mirarle a medio centímetro de distancia, algo pasaba. A medio centímetro, rozando sus narices con una especie de terror de dictador omnipotente. Sabiéndote poderoso y consciente, de carne y hueso y real, frente a ese ser hibernante, inconciente y vulnerable. En ese momento cuando la noche es lo más oscura que puede ponerse. En ese instante, si alguna sincronía de movimientos oculares se produce, la persona con la que estás durmiendo te puede traspasar un pedazo de su alma.
Así, él ingenuo y dócil, estuvo durmiendo en la habitación de alado. Pero durmió solo. Yo lo sé. Ahora creo que ella estuvo afuera, quitándole el aliento como un gato negro montado sobre su amo, mietras éste duerme. Por eso es que al día siguiente despertó temblando con una angustia ajena que le impedía emitir palabra, sólo me miraba con ojos que buscan manos y trataba de evadir cualquier pregunta.
-¿Te pasa algo?
-No. No...
-Estás raro.
-No me pasa nada.
Era seguro que por la noche sus ideas sobre la historia escrita se habían tergiversado de alguna manera. Alguien implantó una imagen paranoide en su cerebro. Lo sé porque esos ojos no concordaban con los movimientos erráticos de su boca. Era su boca la delatora. Sus labios sin palabras no hallaban postura cómoda en su cara. Era como si su boca estuviera fuera de lugar, como si se hubiese movido unos milímetros a la izquierda. Suficiente para que perdiera la armonía. Y esa falta de equilibrio sagital era parte del cambio de historia que estaba experimentando. Lo que él creía hasta el día anterior, simplemente se desbarató en un literal abrir y cerrar de ojos. Hoy era otro. Hoy había perdido el relleno. Hoy estaba hueco y ese agujero que quedó en medio de su corte sagital, se estaba pegando poco a poco. Se iba pegando en un lento proceso angustioso. Y era lento porque a los diez centímetros de aire que quedaban, no les tomaría mucho tiempo desaparecer entre la materia.
Así, el hueco empezaba a desaparecer, y algún momento se quedaría sin relleno y sin hueco. Se quedaría con nada adentro... y luego ni siquera tendría un adentro. Simplemente éste se hallaba desaparenciendo como dos imanes que se juntan y eliminan el aire. Así pronto sería sólo carne con relleno de carne. Un pavo relleno. Incluso pensó en el pavo y las navidades, como queriendo escapar de su sellamiento con una herida de látigo. Pero sabía que el proceso era irreversible y además estaba convencido de ello. Al pasar las horas, ya no lo pudo sostener más, tenía las cuerdas vocales contraídas y apenas podía emitir palabras roncas.
-No, oye, es tu imaginación. Tú no hiciste eso.
-Sí, sí. ¡Lo hice! Y algún momento lo descubrirán y vendrán a buscarme.
-No oye, tranquilízate...
Y no se tranquilizó. Cada segundo que pasaba su tez palidecía más, pero de un pálido violáceo, como las luces de neón. Un pálido no orgánico. Y a mí, ver que el zurcido invisible se le estaba notando cada vez más, me producía una zozobra impotente. No podía hacer nada por él, ni convencerle de nada. No estuve aquel día con él, ni el posible día, ni ninguno puesto que acababa de conocerle, y además él ni siquera ubicaba en sus recuerdos la fecha exacta. Solo se remitía al sueño aquel en donde el personaje de sí mismo -en un monólogo interior- pensaba que había sucedido hace dos años. Por lo tanto certezas, no había ninguna. Entonces se me ocurrió ir a ver a su novia para que de alguna manera ritualesca desconocida, le devolviese la historia completa, le razgase lo que se estaba pegando inevitablemente, y luego en el hueco le pusiera el relleno de aire/aliento que le robó en mi teoría. Pero cuando la encontré, ella se negó a hacerlo y me echó de su casa. Dijo que no tenía nada que ver con eso y que lo que le pasé a él sería porque él mismo se lo buscó.
Cero esperanza. Cero oportunidades. Volví tratando de esconder la verdad tras un café hirviendo que llevaba a mi boca cada vez que él me miraba. Quise repetirle la frase del poema de Miguel Hernandez: "Porque donde unas cuencas vacías amanezcan, ella pondrá dos piedras de futura mirada". Pero no, ella simplemente no aparecería jamás. La maga o la bruja dejó su hechizo o su conjuro y se fue con la noche. Él estaba cada vez más ojeroso, como si hubiera adelgazado diez libras en mi ausencia, así que le preparé algo de comer pero cuando intentó ingerir un bocado, lo vomitó en seguida. Sus entrañas estaban cerrándose, no había espacio por donde pasase el alimento. Al pasar las horas, yo ya no me atrevía a mirarlo. Estaba helado y casi cianótico. Respiraba con dificultad, así que contrario a sus deseos, decidí llamar a un médico.
-Debe ser internado de inmediato.
-¡No, no! Doctor ¡Usted no entiende!
-No tiene casi pulso, no entiendo cómo está en pie.
-Yo no me estoy muriendo.
El doctor salió del lugar ofuscado y asustado. Salió corriendo hasta podría decirse. Entonces yo casi claudico y le dejo abandonado pues su necedad empezó a sacarme de quicio. No quería salir, no quería ir a un hospital. Estaba seguro de que lo encontrarían, que la policía ya lo sabía y no debía llamar la atención. En ese punto estuve comenzando a creer que en realidad era un asesino y que hace dos años había matado a alguien, que le había ocultado en un baúl a lo The Rope, y que había tenido que matar a un par de testigos también -a quienes había incinerado, no sé cómo-. Sólo que, como él sostenía, lo había olvidado todo en una especie de decisión-conjuro, y únicamente despertó a la realidad después de un sueño revelador. Su inconciente hablando, desmintiéndole luego de dos años. Era estúpido e inverosímil, pero en ese momento estaba cobrando vida toda aquella des-historia.
-Oye, ¡hay que hacer algo!
-Hhh... No... hhhay...hhh nada que hhhhacer...
-¡No puedo verte morir!
-Hhh no voy hhhhha morhhhir.
Luego ví un líquido negruzco salir de su boca. Y sus ojos negros sin pupila. Un gemido húmedo. El asco piel de gallina, las piernas temblorosas. Las mías y las suyas. Mis pies golpeando el piso en dolorosos trac trac de despedida. Trac, trac, trac. Puerta. Puerta. Pasillo. Patio. Calle. Calle. Esquina. Calle. Trac, trac hasta llegar a mi casa.
La última imagen en mi cabeza. Él en el piso, desaguándose. Y lo dejé, lo dejé solo en el sumidero... desalmándose.

lunes, octubre 23, 2006

Perdí

Yo a Leopoldo María Panero le tengo miedo. Sí, le tengo miedo y pienso que si lo leo estaré condenada. Ya lo leí y aún espero mi condena. Tengo un amigo que vive sumergido en su mundo siquiátrico y me restregaba a Panero y sus demonios azules todo el tiempo. Mi amigo es basuquero. Extrañamente es un ex drogadicto (esperemos que sea así) bello y alto. Ojos verdes y barba. Poeta desencajado, grafitero a sueldo que fue padre a temprana edad y tuvo que casarse. Vive botándose y regresando con su mujer. Lo encontré hace poco en una exposición de arte contemporáneo y como siempre llevaba un libro en su bolsillo. Y como casi siempre, terminó regalándomelo con un beso y un abrazo de cuando nos volveremos a ver... Una vez estaba borracho y me regaló la última novela de Houellebeqc. Yo me puse feliz aunque él decía que no estaba tan buena. Él estaba tan borracho que empezó a reclamarme anacronismos y terminó quitándome el libro y dándoselo a Sebastián Cordero, el cineasta... Sí, absurdo, pero en ese momento tenía su sentido. Hasta ahora pienso que si no le daba motivos para quitarme ese libro no me habrían enredado en el subibaja sietemesino.
El Leopoldo María regalado por mi amigo acaba de perdérseme. Cómo me arde perder libros, ya que a la final son mi único apego material. Panero está perdido, no sólo en el siquiátrico sino en algún rincón de mi montonera de pastas duras y de bolsillo, o quizás en las manos de un indultable ladrón de libros. Estoy convencida de que alguien me lo robó, paranoia aparte. O quizás no me lo robó y el libro traicionero solo se fue. Creo que en efecto, el libro intuyó mi miedo y se espantó más con mi adrenalina que yo misma. Por eso prefirió traicionarme e irse con otro. A desesperanzar a otro Panero. Yo creí en realidad estar cantando herejías y haciendo invocaciones malignas al leer cada verso, pero quería continuar con su lectura, una más profunda y llegar con protecciones. Coderas, rodilleras y casco para tropiezos con palabras malvadas que quieren hacerle a uno caer al piso todo el tiempo. Las palabras esas son desalmadas y sólo quieren vernos sangrar. Pero yo ya me cansé de las hemorragias. Por eso mi amigo dice tener siempre un funeral en la cabeza...
Ay Leopoldo palabras desalmadas y neurotransmisores separatistas.
Lopoldo incinerado entre llamas azules.
Aún busco mi libro.

domingo, octubre 22, 2006

Aguas de marzo en octubre

Acabo de escaparme por un huequito de mi redacción lambiscona y fatua sobre Quito. Acabas de mandarme un mensaje al cel. Sí, tú. Bueno, continuando con la mazamorra que estoy escribiendo, pues regreso a mi hogar de letras blandas para descansar un poco, y ya que nadie está conectado al chat, supongo que soy la única sopenca que se pasa frente a la computadora el fin de semana. Viernes y sábado por la noche frente a una pantalla. Qué divertido.
Hoy me puse a pensar que escribir sobre uno mismo es como la ultra redundancia apologética, pero aunque uno no quiera, el momento es gobernado por una conciencia exhibicionista, por una mano que razga la ropa interior y te deja desnudo frente a mil desconocidos en una plaza pública. Y sabiendo aún que se va a sufrir después de las confesiones, uno prefiere pensar que la expiación tiene forma de palabra de cinco letras: Mi nombre. Mi nombre que es un sustantivo común y que podría ser apoderado de cualquier andaluza. Mi nombre que no revela nada en su anatomía pero que sirve de poema oportunista para el conquistador barato. O para el caro también. Para el medianamente sensible o para el demagogo despiadado. Mi nombre es poesía, sí, lastimosamente lo es, aunque su etimología viene de un verbo. Soy un verbo sustantivado. Una acción paralizada. Una estatua de sal. Se me ha prohibido mirar atrás, ahí está la clave. Claro, por eso ahora solo corro y corro, y detrás mío caen edificios cual Hollywood Movie. Pero creo que ya no giro más. Salgo de la musa marmórea y trato de regresar a mis orígenes, quiero ser verbo otra vez.
Esparcir en medidas gotas el agua u otros líquidos. Arrojar algunas cosas de modo que caigan diseminadas. Esa es mi asepsión, veamos qué puedo hacer con ella. Soy setenta por ciento agua, por lo tanto creo esparcir líquidos todo el día. Misión cumplida, aunque trataré de convertirme en chisguete. Arrojar cosas... Claro, podría botar la casa por la ventana como Betty Blue, pero si es que quiero ser verbo, entonces debería yo estar compuesta de cosas que se puedan arrojar diseminadamente. Mmm. Pues claro, ahí esta, vamos a arrojar el mundo material archivado en mis neuronas perezosas. Botaré... ok, cosas inservibles como idas al centro comercial, eternas horas de clases mediocres, conversaciones circulares, contactos humanos planos, farras aburridas, llantos que hayan durado más de un minuto, horas juntadas en una sala de espera, cálculos(piedras) mentales de medicamentos, todo el trago que he tomado, todos los cigarros que alguna vez fumé, las drogas que alguna vez consumí (con dedicatoria para los que me creen en mis devaneos), los besos sin pasión, las revistas de farándula que alguna vez leí, los programas de tv(casi todos)... Creo que por hoy es suficiente.
Todo lo voy a arrojar como aconseja el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, biblia del filático linguista con el que a veces suelo identificarme. Y una vez con la cabeza más ligera y convertida en acción pura, regresaré a mi cubículo aplasta nalgas a seguir escribiendo que Quito es una Metrópoli como su nombre lo indica: Distrito metropolitano de Quito. Creo que, en efecto debería cambiar la acidez del punk (y eso que escucho The Clash) por lo alcalino y lácteo de la Bossa Nova. Voy a poner Aguas de março, y que Tom Jobim y Elis Regina me amparen, donde quiera que estén. Porque líquida ya soy, tan sólo necesito diseminarme un poco...

Elis Regina - Águas De Março Tom Jobim
Águas de março
(Tom Jobim)
É pau, é pedra, é o fim do caminho
É um resto de toco, é um pouco sozinho
É um caco de vidro, é a vida, é o sol
É a noite, é a morte, é um laço, é o anzol
É peroba no campo, é o nó da madeira
Caingá candeia, é o matita-pereira
É madeira de vento, tombo da ribanceira
É o mistério profundo, é o queira ou não queira
É o vento ventando, é o fim da ladeira
É a viga, é o vão, festa da cumieira
É a chuva chovendo, é conversa ribeira
Das águas de março, é o fim da canseira
É o pé, é o chão, é a marcha estradeira
Passarinho na mao, pedra de atiradeira
É uma ave no céu, é uma ave no chão
É um regato, é uma fonte, é um pedaço de pão
É o fundo do poço, é o fim do caminho
No rosto um desgosto, é um pouco sozinho
É um estepe, é um prego, é uma conta, é um conto
É um pingo pingando, é uma conta, é um ponto
É um peixe, é um gesto, é uma prata brilhando
É a luz da manha, é o tijolo chegando
É a lenha, é o dia, é o fim da picada
É a garrafa de cana, o estilhaço na estrada
É o projeto da casa, é o corpo na cama
É o carro enguicado, é a lama, é a lama
É um passo, é uma ponte, é um sapo, é uma rã
É um resto de mato na luz da manhã
São as águas de março fechando o verão
É a promessa de vida no teu coração
É uma cobra, é um pau, é João, é José
É um espinho na mão, é um corte no pé
São as águas de março fechando o verão
É a promessa de vida no teu coração
É pau, é pedra, é o fim do caminho
É um resto de toco, é um pouco sozinho
É um passo, é uma ponte, é um sapo, é uma rã
É um belo horizonte, é uma febre terçã

viernes, octubre 20, 2006

Hay que sacarlo todo afuera como la primavera

Creo que odio a Quito.
Qué gran sacrilegio. Odio a la ciudad que me parió. Hoy la odio.
Quisiera cometer matricidio por abandono. Quisiera dejar a mi madre franciscana de casi 500 años en el ancianato y ser huérfana para siempre. No haber salido de ninguna matriz.
No soporto a mis hermanos, son tan diferentes a mí que me malentienden todo el tiempo y teminan diciéndome: Para qué viniste. Yo: Eso no lo sé, preguntémosle a la que nos parió a ver qué dice.
-Mamá Franciscana, ¿Qué hago aquí?
-Fuiste un error de conteo, pero igual te quiero.
-Ahhh, o sea que soy un fraude.
Uno de mis hermanos: -Sí oye, ¡qué fraude que eres!
-Mmm.. No se preocupen que siempre quedará alguien más a quien defraudar...
Yo me piso panas. No soporto este andino vuelco que ha tenido mi vida. Tener que ocultar las emociones, tener que hablar a las espaldas para que no te digan: Si no te sientes cómoda puedes irte. ¡Carajo! Hasta qué punto se puede ser condescendiente con la estupidez y convertirse en conciliador de actitudes pusilánimes y de doble discurso. Este doble ánimo yaraviesco me pone los pelos de punta. ¿Por qué nadie se atreve a decir las cosas en la cara? Simple, todos se contentan con la queja amarga tras bastidores y con la venganza silenciosa. Sí señores, aquí en esta ciudad te odiarán pero nunca te lo dirán. Nunca sabrás por quién eres odiado, aunque para alguien habituado a la semiótica citadina quiteña no le será difícil intuirlo...
El boicot profundo es el peor de todos. Desde adentro te matan (como el cáncer) y ni te das cuenta. Ay madre, qué madrastra que eres. Por qué no puedes protegerme de mis hermanos, o al menos explicarles por qué obro de esta manera. Diles que se saquen la máscara y que hablen, que griten, que se desgarren y muestren sus entrañas. Lo prefiero, sí en realidad lo prefiero. Hace algunos meses estaba en campaña de mimetización y en verdad había pensado que lo logré. Pues eso era de mí para mí, pues mis relaciones sociales estaban escasas y con sobradas razones. Hoy me contradigo a mí misma y me vuelvo a dar la razón a mí misma. No me puedo mimetizar, lo siento. Y en efecto, es mejor recogerse en el cubil y dejar entrar a una persona a la vez, no a veinte.
Tragarse el propio veneno. Tragárselo y luego inyectarlo con una sonrisa o con una palmada al prójimo. Esa es la mecánica. Yo no me apunto. No. Me rehúso.

jueves, octubre 19, 2006

La empresaria taurina

La empresaria taurina llegó tarde y vestida de blanco. Era distinguida, de mediana edad pero muy bien cuidada, y como si esto fuera poco, era encantadora. Sí, ella es la excelente empresaria, mezcla de relacionadora pública con reina de belleza. Me recibió tan cálidamente que yo me quedé fría al lado de su abrasiva sonrisa. Mis manos heladas, las suyas perfectas. Su piel era de un bronce fino en el que yo clavaba mis ojos cada segundo, para descubrir alguna falla en la tonalidad. No había fallas. Solo había arrugas que curiosamente no opacaban en demasía su belleza. Es extraño pero en algunas mujeres de razgos caucásico-mediterráneo (cara fina y ovalada, nariz respingada y larga, pómulos huesudos) las arrugas no llegan a destemplar sus razgos. Ella era el perfecto ejemplo de eso. Aunque quizás se deba en parte a la bien estudiada posición de su cabello, un rubio mate alisado meticulosamente y peinado con volumen.
La empresaria taurina no me conocía pero me trató como si fuera su amiga de años. Yo perdí el habla coherente y me porté como un infante con libreta de periodista. No sabía por qué me pasaba eso, pero tampoco llegaba a sentirme mal por mi postura recién nacida frente a ella. No. No era eso. Era más bien como una sensación que se volvía la réplica interior de una señal -hasta el momento idescifrable- que ella me enviaba. En fin, decidí ser débil y novata, no por elección propia. Ella me vió así y yo me convertí en eso el mismo instante en el que me miró con sus ojos delineados de azul dentro de unas cuencas prominentes. Prominente. Eso era ella. El ser más polite que he conocido en mi vida. Solo que lo polite de su ser sería acaso su mismo ser, pues jamás he hallado a alguien más natural en el trato social políticamente correcto. Claro, cero protocolo, cero formalidades, pero a la vez cero guachafería, cero falta de estética y roce. "Oh, he hallado el equilibrio perfecto". Qué correcto ser humano encontré hoy, qué fluir, qué manejo escénico. No tengo quejas. No tengo quejas y es increíble que una yuppie aniñada me haya caído tan bien. Porque ella pertenece a "las familias" quiteñas de alcurnia...
Bueno, para acortar la historia, me dio toda la info que necesitaba y lo hizo, pues, de una manera perfecta. Y mientras me daba toda la atención, cerraba todas las llamadas que recibía y yo seguía mirando su bronceado, su pelo, sus ojos y la blusa blanca que llevaba. Pulcritud. Yo no necesitaba casi preguntar nada porque ella parecía conocer todas las preguntas y me daba las respuestas antes de que yo pudiese terminar la frase tartamuda y llena de muletillas.
-Cómo te explico, al toro le sacan el semen después de muerto con un aparato que es como una ventosa...
-Una succio...
-Bueno, vos todavía estás muy niña para eso, pero cuando tengas hijos los médicos te aconsejarán sacarte la leche con un aparatito que tiene una ventosa y lo bombeas.-
-Ahhh....
Muy niña. Ahí estaba la clave que más tarde se reveló por completo. Al pasar los minutos la conversación se fue volviendo personal, me contó cosas de su vida y hasta me aconsejó que ahorre plata para ponerme tetas. Sí, así lo dijo, literal. Ella ya lo había hecho hace dos años y me contó que luego de un año se costumbró a los bultos. Todo esto vino a colación porque ella decía que las mujeres guayacas son más exhuberantes y guapas que nosotras, y que todas tienen puesto tetas. Mmmm.... Ja ja. ¿Será de no quedarse atrás? Ja ja. Yo por supuesto, en un vano gesto polite, le dije que no lo haría porque tengo miedo a las cirugías, a lo que ella me respondió mostrándome su oreja: ¿Ves este corte? Pues ésto me dolió, la cirugía no. El hueco de la oreja se le había razgado por usar aretes demasiado pesados...
Entonces llegó la hora de la verdad y en serio que no me acuerdo cómo llegamos a este punto, aunque no es muy difícil de imaginarse. Me dijo que tenía cuarenta y cuatro años, a lo cual yo respondí: -política y verdaderamente- ¡No aparentas! Plin. Diez puntos. Pero lo siento, era la verdad. Siento mucho no poder ser más demagógica en la vida real. Luego ella, para volverlo más aún de Rippley, me dijo que tenía hijos de mi edad. Yo pues le miré girando mi cabeza de izquierda a derecha. No lo creo.
-¿Cuántos años tienes tú?
-Veinte y siete
-¡Quéee!
-Sí.
-Pero si eres un bebé. Yo pensé que tenías a lo sumo diecinueve.
Y bla bla bla. Hasta me apostó que vaya a comprar cigarrillos o trago en algún lugar decente y de seguro me pedirían identificación ¡Para saber si soy mayor de edad! ¿Deberé sentirme halagada por esto? Qué paradójico es mi rostro. Yo incluso le conté que me han dicho señora cuando estoy con mi sobrino, pero para ella, pues yo era eso: Un infante novato.

Bueno, no tengo conclusión. No sé qué más decir. Eso.

miércoles, octubre 18, 2006

¿Odio a los pitufos?

¿Cómo puede perseguirnos una nostalgia recién graduada? La verdad, yo pensé que debía por lo menos añejarse un poquito entre los desatinos de la memoria.
Ayer fui a la inauguración del Festival Internacional de Cine "Cero Latitud". Estaban todos. Hubo buenas noticias que amenazaban en convertirse en malas, ya que hablaron como seis fulanos, entre municipales, cineastas, organizadores, maestras de ceremonias (sí, la que no abre la boca para vocalizar) y ministros de educación y cultura. Bravo por ellos, bravo por todos. Tenemos ya la ley de Cine y debemos alegrarnos. Estábamos obligados a aplaudir y a alegrarnos por una ley que nos beneficiaría a todos. Claro, "beneficio" subjetivo, el mejor de todos... Yo aplaudo todo, me encanta aplaudir y a veces lo hago por no parecer el amargado gargamelesco que odia todo y todo le apesta, no le convence nada. Abundan esos. Abundan.
Sin embargo, a veces el amargado gargamelesco se lanza unas buenas y otras se lanza dos que tres verdades. Subjetivas, claro. Aunque ésta vez creo que tanto discurso informal, pero al fin discurso hizo que el amargado gargamelesco empiece a robar pedazos de mi masa encefálica y se construya a sí mismo a breves rasgos. ¿Será que la ley de cine nos beneficia a todos? Y si lo hace, ¿Quiénes son esos Todos? ¿Soy yo? ¿Es la caramelera de la esquina? Imposible responder estas preguntas. Un fondo de cine administrado por concurso, en donde un comité formado por quién sabe quiénes, escoge bajo no sé que criterios, cuáles son los proyectos que ameritan ser financiados. ¿Eso es un concurso? ¿Qué es un concurso? Por Dios, que me ahogo en preguntas ni tan retóricas.
Yo solo espero -y para no poner mis inquietudes en formato de pregunta las haré como una hipótesis a comprobar- que lo que diré a continuación sema producto de mis alucinaciones.
Por lo visto el espacio cinematográfico en nuestro medio (hablo de Quito) es un monopolio que se ha ido formando sin querer queriendo, y en donde sólo entran los que de alguna manera o de todas las maneras pertenecen a la redecilla que se ha ido formando. Yo tengo razones para decir esto, aunque quizás me equivoque. Un amigo que quiere ser cineasta (qué ingenuo suena) lleva dos años consecutivos siendo rechazado para participar en el supuesto concurso de cortometrajes. ¿Por qué? Quizás se deba a que sus cánones de calidad no entran en los de los organizadores y jueces. Y tal vez mi amigo no sea un gran cineasta, o sí lo sea. Ése no es el punto. El punto es que él es un whatever que no pertenece a la redecilla y sus ideas sobre el cine son diferentes a las de los "Cero latitud". Yo no sé qué tanto tenga que ver la intelectualidad o la subjetividad del sujeto o el pajazo mental vuelto cine, pero al parecer influye. Yo la verdad a todos los que de alguna manera deciden sobre lo que entra y no, les ubico y a algunos los conozco y no les considero una luminaria simbolista. Sin embargo, al menos en el caso de mi amigo, actuaron como tal. Él está interesado en un cine realista, pero no realismo social, ni realismo sucio, peor surrealismo o simbolismo anacrónico. Él está interesado en el realismo cotidiano, en la historia per se, clásica, vamos, los tres actos aristotélicos y punto. Pero a los señores "cero latitud" esto no les tinca y punto. Les parece simplón al parecer.
Pero, quiénes son ellos para dictaminar qué es cine y qué no es. O qué es cine bueno y qué no lo es, basándose en estilos y seudo géneros. Como dije antes, es una discusión demasiado subjetiva. Y si -como al parecer sucederá- ésta gente escogerá con esos mismos criterios los proyectos que accederán al fondo de cine, pues estamos perdidos. Se financiarán ellos mismos y su clan subjetivo surreal realista folkie social sucio fantástico con tintes marxistas caducos. Nótese el caduco. Luego me dirán que no, que son democráticos, que cualquiera que tenga un buen guión o un buen corto, entra. Que son democráticos. Ja. Cómo se puede ser democrático si una o dos personas se dedican "concienzudamente" a ver doscientos cortometrajes, uno tras otro, para luego escoger "los más bacanes". Bacanes que curiosamente siempre tiene padrinos redecilla o son redecilla. Y me dirán también que para muestra un botón: Este año participaron cortos de los países andinos compitiendo junto con los nuestros. Lindo me parece pero, por favor, seamos honestos, necesitamos esa plata, ese apoyo y todavía más meten competidores afuereños para hacerlo más democrático o más internacional. Digan. Ay. Ay. Aceptémoslo, el cine en Ecuador está en pañales y hay que tratarlo como tal. Necesita apoyo, el mayor posible. Los nuevos realizadores tienen suficiente con sacar trucos debajo de la manga para hacer sus producciones (sé que este lamento boliviano ya cae mal) como para venir a hacernos los internacionales en el concurso de cortometrajes. Cortometrajes. Me parece una estupidez. No necesitamos hacer los democráticamente internacionales para que nos tomen en cuenta afuera. Necesitamos escuela, bases y cimientos cinematográficos primero. ¿Cómo se logra eso?. Entre otras cosas, apoyando todo. TODO. Porque de los bodrios también se aprende, y es mejor apoyar un bodrio en cortometraje que un bodrio en largo. Así que evitémonos ese proceso.
Continuando con la idea de qué es lo que necesitamos para entrar en el circuito internacional, pues lo siguiente es eso, apoyo gubernamental. Ahí sí un aplauso a Marco Proaño Maya, impulsor del proyecto en el Congreso (sí han servido algunitos para algo). Luego hace falta que las políticas funcionen a través de una administración óptima de todo el aparataje que se generará. Ahí mi miedo es la casi inevitable burocratización de los procesos y de los gestores o administradores. Esperemos que no pase eso. En este punto, otro problema que dentro de mi tesis a comprobar sería la centralización, el monopolio y el vulgar acaparamiento. Esperemos que no suceda también. Esto debe convertirse en una organización tal cual, y por eso yo creo que debe ser administrada en su estructura por gente que sea eso, Administrador, no Cineasta. El Cineasta se encargaría de las áreas en concreto en las que tiene potestad.
Y bueno, por último, lo que le sigue a la cadena sería intentar de alguna manera ser industria por fin. Ello lleva tiempo, paciencia y sobretodo madurez cinematográfica. Así que vamos por partes y dejemos de hacernos los internacionales antes de hora, que aún nos falta mucho por hacer.
Y volviendo -para cerrar- al principio, parece que nos estamos poniendo viejos o el festival lo está haciendo puesto que a la salida todo el mundo resaltaba con nostalgia que la inauguración del año pasado estuvo mejor... Quién sabe, serían en verdad los bocaditos deliciosos y el trago, o es que todavía éramos más criollos...

martes, octubre 17, 2006

Llegó el correo.

Ay el leopardo corría por la habitación. Ay. ¡Despiértate!
Y él que pensó que era un vuelo de ayaguashca.


No, nada de eso. Era una común y corriente indigestión que le devolvió en ácido clorhídrico R.E.M.


Hay una vieja loca que me queda viendo siempre. Yo la detesto. Yo la detesto. Vieja loca: ¡Déjame en paz!


No. No, no y no. Así no se hacen las cosas amiga. Tú te fuiste, ahora asume las consecuencias. Pero eso no te lo puedo decir en la cara porque soy muy cobarde. Sí, Pepito es muy cobarde y por eso prefiere esconderse bajo las faldas de su novia.


Annie Annie. Qué linda está la mar. Y yo con gripe. Y yo con ganas de irme al caribe. ¿Y mi dosis de caribe a dónde se fué? No respondas.


No me dirijas la palabra. No me hables que tu conversación me cansa. Eres como el taxista de hoy, a quien tuve que explicarle lo que era el arte contemporáneo. Cómo es que me meto en estos callejones sin salida.


Taxista: Pero sí es bonita la chica. Yo: Ssssssi, es linda.


Oye loca, esta man sí que es fotogénica. Salió guapa en el video.


Y si de fotogenias hablamos. Hoy debieron habernos tomado una foto afuera del Swissôtel protestando por los farsantes de e-vote. Y conste que yo solo pasaba por ahí...


Luego de hoy, qué más nos da. Mañana de gala con medias nailon y zapatos taco aguja. A bailar en la fiesta, para variar, falsa. Como todos los besos que me he dado últimamente.


Att,

Dalila.

domingo, octubre 15, 2006

Depresión post voto.

¡Qué clase de payasada es esta! Hoy tenía ganas de caerles a cachetadas a los que votaron mal. Luego me di cuenta de que todos habíamos votado mal de alguna manera, y aún los que no votaron, los que dejaron en blanco o nulo, también decidieron mal. Cachetadas para todos y escupitajos para el sistema.

-Yo no soy anti sistema, dale eso a los que son anti sistema. Yo voté por Roldós.

Eso me dijo Gonzalo -un amigo a quien encontré afuera del Colegio Benalcázar- cuando quise entregarle la papeleta Vote por Tico Tico. Y tampoco es que yo haya estado haciendo proselitismo por Tico Tico, el payaso de los dientes amarillos (en realidad todos los payasos tienen los dientes amarillos y nosotros también si nos pintáramos la cara de blanco), sino que en el último momento me acordé de aquella obra de "arte contemporáneo" que proponía una campaña para pegar en la papeleta de votación un papelillo que decía, nuevamente, Vote por Tico Tico. Ya saben, por lo de los payasos en el Congreso.

Yo ya empezaba a hablar huevadas y a causar risas generales cuando el Matías, mi sobrino de siete años, me ayudaba a votar. Entonces me acordé de Tico Tico, el payaso que me enseñó los planetas (quien no contaba con la astucia de que años después su canción se cagaría porque decidieron sacar a Plutón), y bueno, en un tierno gesto patriótico destinado a divertir a mi sobrino y al público presente (o al menos a los que contarían los votos) saqué el papelillo con la cara del payaso y lo doblé juntándolo por las puntas a la papeleta de diputados. Igual iba a votar nulo a la final, pero ahora tuve el plus de que mi sobrino gozó y fue feliz con mi voto. Suficiente para mí. Luego él llegó corriendo a contar a mi familia que su tía había votado por Tico Tico. Por un momento dudaron si en verdad estaba de candidato, hasta que les aclaré que era un proyecto de bla bla bla.

Para la hora del almuerzo, la sospecha del bajón post emoción del votante promedio vino a mí. Oh y ahora quién podrá defenderme. Rin Rin pues. El mismo teléfono que odio en las horas matutinas, es el que me salva en las vespertinas. Alfredo que invitaba a "hacer algo". Qué fácil es hacer ¿no? Vamos al cine. Ok. Listo. Perfecto. Y así nos olvidamos de la parafernalia mediática y parturienta del quién gana, quién gana, quién pasa. Error. La Luna de Avellaneda de Juan José Campanela es un himno a la desesperanza que edulcora la amargura con un final que no levanta ni a un guardia escocés. Más allá de análisis cinematográficos, ésta película pretende meterte en un round tras otro de knock outs en tus propias narices. Knock outs que los veías venir en tu propia vida, quizás de aquí a veinte años, pero que hoy tranquilamente podrían dejarte la sabia opción del amargado: No vivir para no sufrir. ¡Qué pesar!

Entonces, no conforme el azar maquiavélico con nuestra cabizbaja salida del cine, me encuentro con una amiga de aquellos nihilistas días colegiales, quien me da el pésame: Pasaron Correa y Noboa a la segunda. No. No puede ser. Tautología mediática. Si ya lo sabíamos todos, pero igual: No, no puede ser. Me niego. Y entonces que vivan los globos desinflados, o mejor dicho que viva el globo a medio inflar que acaba de ser atropellado por una turba carnavalera ebria. Así fue.

-¿Qué hacemos ahora?
-Inyección de chocolate a la vena.

Y así la comida resuelve ciertos problemas sentimentales...
No, no los resuelve. Sigo aquí pensando en cómo salir de todo esto. Sigo.

sábado, octubre 14, 2006

Y ahora qué

Creo que hoy es un día excepcional para dejar botado el kiosco y permitir que los ladrones mediocres se roben lo poco que queda en él. Hoy me largaría sin remordimientos ni rencores, a besarme con alguien en la mitad del mundo. Con ese alguien que no me gusta y cuyo contacto anterior con mis labios fue totalmente malinterpretado. Él juró que yo estaba apasionada y entonces empezó a meterme la lengua, pero yo sólo actuaba y trataba de ser natural para que "las directoras de actores" no jodan. Así fue.
Entonces me largo y lo boto todo. Dejo las puertas abiertas, roben lo que quieran. Si no les interesa nada, que es lo más probable, entonces curioseen mi habitación y abran mis cajones, aunque les aseguro que encontrarán lo mismo en todas partes. Palabras desordenadas, palabras que forman ninguna frase porque todas son sustantivos. Por eso creo que es inútil llevarse algo más que no sea la tele o la plancha, o hasta mi ropa por qué no. Yo seguiré mi camino hacia el medio del mundo a encontrarme con Rob, que en la vida real es un viejo de unos cincuenta y pico, y es artista conceptual. Uy, qué falta de sentido tiene todo esto. El Rod quiteño se llama Raúl y ayer me llamó ebrio para llevarme a una piscina. Me llamó como cinco veces y yo me dije: ¿Será que Rob está pensando que Alba se muere por besarlo?
Yo recibo llamadas cuando estoy aún en la cama y a la gente no le importa. Todo el tiempo me irrespetan de esa manera. Saben que me cuesta mucho y aún lo hacen. Debo seguir los consejos de Alfredo y apagar mi celular por las noches. Pero igual, no sirve de nada, puesto que me llaman a la casa y ahí es peor porque me toca levantarme para coger el teléfono y es entonces cuando se me caga el día. Ayer soñé en mil besos, besos de ex amantes, de nuevos amantes, besos de desconocidos, como cuatro o cinco historias en una. Y rin rin, el teléfono, me sacó de la historia. Aunque la verdad aún no sé si la estaba disfrutando del todo, había un halo de angustia en todo ello. Estoy llegando a pensar que besarse porque sí perdió su sentido. Ahora sí, ¿Para qué?
El otro día el antropólogo (mr. regeneración urbana) se despidió en un taxi con un beso quebrado de medio labio. Me besó hasta la mitad de mi boca y la otra mitad desde la comisura hacia el principio del cachete. ¿Qué es eso? ¿Por qué lo hacen? ¿Es que acaso creen que vamos a continuar en el taxi fingiendo que fue un beso mal calculado? Yo me quedé con el aguijón, no me gusta que me hagan eso porque me quedo con el aguijón y detesto las medias tintas...
Luego me pidió mi número, era de noche y llovía. Si me quedo mañana te llamo. Si me quedo, si me quedo, qué clase de estúpida preconjetura es esa. Por favor.
Sin embargo aún creo que debo abandonar el Kiosco, aunque me caigan cien besos oblicuos encima. Es tan sólo un pequeño descuido incidental. Yo sé que mañana estaré votando tranquilamente en el colegio Benalcazar. Mañana.

viernes, octubre 13, 2006

La crónica y la novela. Quién da más.

El otro día asistí a una conferencia en donde decían que el texto, al volverse ficción, está mucho más cerca de la realidad que cuando se convierte en una simple crónica. Entendiéndose como ficción a la novela, y como crónica al ejercicio periodístico que toma partes del relato y trata de volverlo un reflejo de la realidad. En efecto sabemos que en palabras toda teoría se sostiene, así que traté de desmembrar esta tesis para adaptarla a mi discurso demagógico que trata de encontrar el "donde calza todo". Y mi reflexión fue la siguiente:
¿Por qué la novela está más cerca de la realidad que la crónica? Para responder esto necesariamente debo remitirme a las dicotomías. Realidad vs.ficción, público vs. privado, oficial vs. marginal. En cierto nivel abstracto con miras a la concreción, cada uno de estos contrarios se puede polarizar en un mismo grupo. Suena medio falso, pero veamos. Si decimos que la novela se acerca más a la realidad, aunque suene paradójico, es porque al desarticular la estructura de la realidad, el creador toma estos pedazos y construye una nueva narración dentro de los cánones de la ficción. Sin embargo, lo que más exige la ficción es la verosimilitud -dentro de el campo en que se maneje- sin importar el estilo, la corriente literaria o lo que sea. La ficción deberá ser lo más símil a la realidad, aunque ésta sea utópica. Digamos que en la vida real, la del segundo a segundo, no tenemos que justificar nada de lo que pase porque simplemente pasa, mientras que en el relato novelado, todo aquello que se nos presente, deberá tener su razón de ser. Es la búsqueda del sentido. Por otro lado, retomando que la novela deconstruye la realidad pero la vuelve a armar, en este punto entra algo importante: La mentira. La libertad que da la mentira dentro de la ficción permite más aún esa verosimilitud y además corrobora algo que la crónica no lo hace: Que la mentira es parte de la realidad. Para la crónica lo fidedigno es lo único que vale, y cree que así está siendo lo más fiel posible a los hechos, por lo tanto a la realidad. Cuando no es así, cuando esa supuesta fidelidad no es más que un método de segregación y escogitamiento. Esto va y esto no va.
Seguro que los límites entre lo uno y lo otro son borrascosos, y que dentro del ejercicio periodístico, la sinceridad con uno mismo y su trabajo a veces está comprometida. Y bueno, también se puede entrar al plano eminentemente lingüístico, en donde diríamos que todo lo que la palabra reconstruye ya es ficción. Pero creo que ese sería otro tema, en este caso, lo que se plantea es que es esa división entre los géneros de ficción y los géneros realistas, curiosamente el que imita más la vida real, es la ficción novelada. Mientras que la crónica se queda en el simple relato, en la primera instancia de los hechos, en la estructura dialéctica de la realidad contada, mostrada. La ficción va mucho más allá, recupera, sí, la sintaxis y secuencia de la realidad (y lo puede hacer de muchas maneras) pero devuelve a su cauce lo excluido, lo no oficial. Entendiéndose no oficial como aquello que no se muestra, no solo desde el punto de vista social gregario, sino también desde la intimidad del individuo. Así tenemos, que lo oficialista de la crónica se contrapone con lo marginal de la novela. Y me refiero con "marginal" a todo aquello que está al margen, que no se dice o que no se muestra, pues no es visible en la vida real. No estoy hablando de bajo mundo ni nada por el estilo.
Entonces la discusión entra el lo permisible de la novela y lo excluyente de la crónica. La crónica desecha información que no conoce, en una pre decisión que toma antes de ser siquiera generada. Por su lado, la novela toma lo desechado -en un proceso absolutamente arbitrario- por más que hablemos de una novela histórica o de una crónica novelada tipo A Sangre Fría. En este punto la discusión nos lleva inevitablemente a las nociones de lo público y lo privado (y no hablo de la estructura del estado), viendo a lo público como aquello socialmente aceptable y por lo tanto mostrable (out-doors), y a lo privado como aquello concerniente al individuo social y su mundo de afuera hacia adentro, a lo que sucede in-doors. La esfera de lo público entra de inmediato y es parte del discurso oficial (nuevamente, no me refiero al estado), y lo oficial es validado directamente en el plano mediático. Por lo tanto es la realidad aparente, la realidad oficial. De este modo, la novela estaría desenvolviéndose en ese in-doors que constituye el ser privado, no mediático, que desarrolla su sentido en lo que está al margen y que se constituye como esa realidad no aparente, la no oficial.
Y vamos, que todo se puede explicar ¿no?

jueves, octubre 12, 2006

Tan elegantes como los de antes

A veces me gusta sentirme donjuanesca con las mujeres. No con todas, sólo con esas... A veces me siento un fisgón masculino en los baños femeninos. A veces tengo ganas de invitarles un helado, salir a pasear con ellas y protegerlas del frío. Esto me pasa quizás una vez cada dos años (esto último lo digo porque la última vez que me pasó eso fue hace dos años). Y la verdad, no sé si donjuanesca sea la palabra indicada, puesto que lo que siento no es algo sexual. Es más bien como una fijación medio estética, medio palabrera que me producen un cierto tipo de chicas. Quizás las vea más frágiles que yo y por eso me de ganas de protegerlas. Y a lo mejor sí soy un Don Juan pues uso inconscientemente sus formas y artimañas: Soy infinitamente amable y caballerosa, suave y cortés. Sin embargo la diferencia es que el Don Juan lo hace porque quiere conseguir algo que ya todos sabemos y yo no sé por qué lo hago. Supongo que con su compañía me es suficiente. Pero tampoco es que quiero su compañía total, la quiero pero sutil y esporádica. No la quiero ver todo el tiempo, aunque la extraño. Lo más curioso de todo es que ella dice que es igual a mí, que pensamos en sincronía, que nos han pasado las mismas cosas y que nos parecemos en casi todo. Yo le digo que sí, que somos la misma, pero no lo creo. Ella es más real que yo y por eso la quiero. Es linda y pequeña, y quisiera regalarle una flor.
Soy una romántica cursi con mi chica. Ella no sabe que es mi chica y si lo supiera saldría corriendo espantada. Pero yo no quiero nada erótico, nada de contacto hormonal. Y no sé si entendería esto, no sé si me malinterpretaría. Hasta ahora no logro ponerle un nombre a esto, (pendeja lingüística que me tiene atrapada en camisas de fuerzas semánticas) supongo que es sináptico...
Hoy me travestí para un rodaje. Fui uno de esos gentleman de los cuarenta, con traje oscuro de líneas blancas verticales. Me pinté un bigote fino bastante sensual -a mi parecer- pero no pude levantar nada. Ninguna de las chicas me paró bola. ¡Qué pesar! Tendré que afinar mi puntería la próxima vez...

miércoles, octubre 11, 2006

Un hombre de letras

Todd dice:
Por Dios, cómo crees que me voy a aguantar las ganas de no hablar contigo
Todd dice:
Eso hice hoy apenas llegaste
Dalilah dice:
No me digas eso
Dalilah dice:
Que me convierto en flan
Todd dice:
Ya lo dije...
Todd dice:
Demasiado tarde
Dalilah dice:
Me convertí en flan entonces
Dalilah dice:
ja
Todd dice:
(Hay momentos en los que consigues dejarme speechless y lo único que salen de mí son boludeces como "ya lo dije... demasiado tarde")
Todd dice:
jajajaja
Todd dice:

Dalilah dice:
Speechless
Dalilah dice:
Te cuento una hostoria
Dalilah dice:
Historia
Todd dice:
Dale
Todd dice:
Cuéntame
Dalilah dice:
La del hombre que tenía un hombro de letras
Todd dice:
Dale
Dalilah dice:
xxx
Todd dice:
dale
Todd dice:
DALe
Dalilah dice:
es que no puedo dibujar su hombro
Todd dice:
yo imagino el dibujo
Todd dice:
improvisa en la representación
Rocío dice:
pero es el típico dibujo en las época arcaicas nos hacían dibujar con una máquina de escribir
Dalilah dice:
es un hombre de letras
Dalilah dice:
pero no por culto
Dalilah dice:
sino porque su perfil está hecho de letras xxxxx
Dalilah dice:
pero no es pornográfico
Dalilah dice:
solo está confundido
Todd dice:
pues estás improvisando bien
Dalilah dice:
el hombre de letras me prestaba su hombro de letras cuando yo estaba triste y se lo empapaba todo con mis lágrimas
Dalilah dice:
entonces él tenía que someterse a una sesión de secado intenso, si quería volver a verme
Dalilah dice:
porque yo con mis lágrimas lo empapaba todo, tanto que se volvía tan frágil y podía romperse en cualquier momento
Dalilah dice:
porque era de papel
Dalilah dice:
y tú sabes que el papel es muy frágil cuando se moja
Todd dice:
claro
Dalilah dice:
además, él solo podía verme muy poco, porque tú sabes, la tinta no era indeleble, y con tanta lágrima pues estaba por desaparecer después de un año de haberme prestado su hombro
Todd dice:
y cómo hizo?
Dalilah dice:
así que luego tuvo que prestarme el otro, puesto que un día, el hombro donde yo solía recargarme, desapareció. Se borró por completo
Dalilah dice:
entonces me prestó el izquierdo
Dalilah dice:
una vez que me tropecé en la calle y me torcí un tobillo
Dalilah dice:
le busqué para que me preste su hombro y fue tanto mi llanto que terminé por borrar ese hombro también
Todd dice:
y qué pasó de ahí
Dalilah dice:
entonces el pobre hombre de letras se quedó sin hombros y se entristeció mucho porque yo no tenia donde recargarme
Dalilah dice:
y yo le dije: No importa, yo no voy a llorar y así puedes seguir escrito/dibujado en el papelito
Dalilah dice:
Él se puso feliz y yo un poco inquieta porque no sabía si en realidad podría cumplir mi promesa
Todd dice:
y cómo se definió todo
Todd dice:
estás en esa inquietud?
Dalilah dice:
Entonces la cumplí
Dalilah dice:
sí, la cumplí durante algunos meses. Ya no lloré por nada
Dalilah dice:
y sí, evité caerme o al menos herirme, poniéndome esponjas en el cuerpo
Dalilah dice:
y no le llamé, puesto que ya no lloraba
Dalilah dice:
Ya no sabía para qué llamarlo, con qué motivo verle
Dalilah dice:
y me olvidé de él
Dalilah dice:
de las letras xxxxxxx y de todo
Dalilah dice:
de la calidad de su papel y de las manchas de lágrimas que yo había dejado en él
Dalilah dice:
Pero un día que iba caminando por la calle
Dalilah dice:
luego de muchos años en los que no había llorado
Dalilah dice:
encontré un papel hecho puñete, sobre la banca de aquel parque en donde yo me sentaba a borrar sus hombros cada vez que me caía.
Dalilah dice:
Abrí el papel...
Dalilah dice:
al tocarlo sentí que estaba húmedo
Dalilah dice:
Cuando lo vi, solo había manchas borrosas grises que aún goteaban por la faz del papel
Dalilah dice:
Creí ver un par de equis que asemejaban un zapato abandonado...
Dalilah dice:
FIN

Todd dice:
insisto....
Todd dice:
en este momento te doy un abrazo de ficción...
Dalilah dice:
yo también...
Dalilah dice:
esta historiecilla que la acabo de inventar en la marcha
Dalilah dice:
es para ti
Todd dice:
si ves mi foto?
Dalilah dice:
si
Todd dice:
mírala bien....
Todd dice:
pero muy bien
Dalila dice:
Ok
Todd dice:
la ves?
Dalilah dice:
si
Todd dice:
bueno....
Todd dice:
sonríe por ti...
Dalilah dice:
..........
Dalilah dice:
en los puntos va un sentimiento que acabas de provocarme que no puedo describir
Dalilah dice:
Pero se asemeja a las lágrimas de felicidad

martes, octubre 10, 2006

Rodando

Tengo una bola dolorosa en mi antebrazo y otras tantas más pequeñas en varias partes de mi cuerpo. Ayer estuve en un parque, frente al reservorio de Cumbayá y fui devorada por antropófagos mosquitos enanos. Tomé tres o cuatro cervezas y dejé que el sol me aplastara contra la hierba la masa encefálica. Creo que me pasé de bacana cuando dije a todo el equipo de trabajo del Closing Time que yo entendía todo el guión, que no era confuso y pajero como decían, sino que tenía una lógica absoluta. Caí mal, estoy segura. Otros como Cecilia y Raúl -con quienes más afinidad tengo- pues no cambiaron sus sentimientos hacia mí. O al menos es el pajazo que yo me echo. Ayer, me insolé, tuve una reacción alérgica en la noche por los moscos esos y por último rodé la escena de Eva que saca una manzana de la refri. Yo era Eva y todo el rodaje pensé que debía verme feísima, que qué clase de Eva era yo cansada y ojerosa. Eva debía ser bella y enérgica, y yo solo era la sombra de mi sombra... Una semana de trabajo mental incesante, de trabajo físico, a veces lúdico a veces utilitario, me dejaron con un agotamiento que terminó en fiebre y escalofríos nocturnos. Y en ojeras moradas incorruptibles.
Me dejaré el próximo mes como mes sabático y dormiré hasta las once del día, para compensar mis articulaciones resentidas. Eva se llama Alba y mañana se junta con su Adán que se llama Rob y se besarán en un picado de diez pisos de altura, en el medio del mundo. Así que, ésta escena se rodará en el alba, a las cinco de la mañana. ¡Qué salvajada! Si yo ya estoy varios días con el piloto automático. Por eso todos estamos desarticulándonos en pura malanoche, y empezando a querernos o comenzando a odiarnos. Como sucede en todo colectivo. El secreto, ya se sabe, es matar lo más posible los egos contestatarios. Un ego camuflado o disfrazado, funciona bien.
Y entre los encuentros de la realidad y la ficción seguimos recolectando historietas de uno, historietas que hoy son de todos y que de largo me hicieron sentir desnuda el domingo. Yo, por bocona. Sí, ni modo, habría sido mejor un poker de prendas que soltar secretos...

domingo, octubre 08, 2006

Flower Power

Yo soy la flor del principito. Yo soy la flor única en un planeta único. Soy soberbia y egoísta y no quiero dejar partir a mi único espectador. Mi único espectador me adora y cree que soy única, por eso cuando descubra que allá afuera hay más planetas y millones de flores, no me lo dirá. Sabe que lloraré de rabia y decepción, y me marchitaré antes de hora. Por eso él sufre y se angustia sólo de pensar que algún día yo me enteraré de que soy una más. Mi forma no es tan linda, mi color no es único. Sólo soy una flor y estoy sola. Nadie me visita y nadie sabe que soy bella. Y si sus ojos no me ven más, entonces desapareceré y moriré bajo la lluvia, perdiendo uno a uno mis pétalos rojos hasta quedar desnuda en tallo verde. Decapitada.

viernes, octubre 06, 2006

Biomáquinas

Ayer me di cuenta que las sanducheras y las cafeteras son biomáquinas. Yo pasaba con languidez de medio día por la avenida intoxicada y antes de ver mi silueta dibujada en el vidrio, ví la biomáquina. Esa sanduchera gigantesca que me dijo: Hey, tienes hambre, compra un sánduche. Horas más tarde no compré un sánduche sino una empanada. La empanada lucía sospechosa, quizás estaba empolvada. No es bueno comprar una empanada en una estación de Ecovía. La empanada viene con ese jugo, me dijo la dependienta mientras señalaba la máquina revoloteadora de líquidos. Ella no sabía que ésta era una chismosa. No te lo tomes, no te lo tomes, me dijo la máquina juguera. Yo creí que el sol estaba causándome efectos alucinatorios y no le hice caso a la supuesta ilusión auditiva. Cuando recibí mi comida y mi bebida, la máquina me hizo un guiño y me dijo: La colombiana es una sucia, hizo el jugo con agua del grifo. Yo salí corriendo y no miré atrás.
Mientras hacía fila para el bus alimentador, me comí la empanada y me bebí el jugo. Ninguno de los dos sabía extraño. Cuando por fin logré subir al colectivo, escuché una voz que me dijo: No me gusta el que va adelante. Yo respondí girando mi cabeza hacia atrás: ¿Qué? El que va adelante tuyo sabe mal, está sucio. Yo solo abrí mis ojos lo más que pude, tratando así de abarcar en mi ángulo de visión lo más posible para descubrir quién era el que me hablaba. No lograba encontrar sospechoso alguno y al parecer, nadie más escuchaba lo que yo. No me siento esquizofrénica, lo siento. Entonces me senté y empecé a escuchar frases a viva voz que en un principio no tenían sentido. ¡Qué asco! ¡Qué porquería! Por qué tenía que entrarme, por qué. Yo no quería parecer esquizoide, así que disimulaba mi asombro y me fingía gringa -por supuesto en una improvisación histriónica forzada- para poder hacerme la que veía la ciudad y así aprovechar para descubrir quién era el chistoso que me hablaba. Porque si de algo estoy segura es de que las palabras estaban dirigidas a mí.
Yo seguía intentado leer, vibrando la avenida con náuseas y mareos. Con letras bailarinas. Y las palabras que traía impresas mi libro se convertían en una voz en off que me gritaba en el oído. ¡Dile que se baje, dile que se baje! Y yo que trataba de fingir que no pasaba nada y tres o cuatro páginas que se iban en balde, sin sentido alguno, como un convoy de letras muertas. De repente empecé a escuchar unos gemidos ahogados en una especie de tos. Y los gemidos se fueron convirtiendo en arcadas, como si alguien fuera a vomitar en ese preciso instante sobre mí. Yo de un sopetón me levanté pensando que me iba a caer encima la porquería y fui empujada por unos brazos de aire. Entonces el hombre que estaba parado en la puerta, salió expulsado como escupitajo hacia la vereda y un grito sangrante se puedo ver desde la ventana.
Luego escuché un suspiro en mi oído. Uf... Por fin. Olí cadenas de carbono y me bajé con sus palabras retumbando en mi caja toráxica.

jueves, octubre 05, 2006

Aros

Cada vez que encuentro a gente casada -gente de mi medio- me sorprendo y sigo sin entender. Yo pensé que ya nadie se casaba y estaba totalmente equivocada. La gente lo sigue haciendo y todo tipo de gente. "El amor es el centro de todo" me dijo ayer aquella chica tan descomplicada. Ella estaba casada y yo ni lo noté. La otra chica, miembro del equipo de trabajo, también estaba casada y tampoco se le notaba. Creo que definitivamente tienes problemas cuando se te nota el matrimonio. El tedio ese que carga el señor enternado o la señora con peinado de peluquería. El terrible tedio que me espanta y que es un homicida en potencia del amor. De mi amor. Por eso me sorprendo cuando alguien como estas dos chicas de ayer, defienden el matrimonio y es más, le incitan a uno a casarse. ¡A casarse! Justo todo lo contrario de lo que hace el resto de la sociedad, a quienes solo les basta mostrarse unos momentos en su frustrada cotidianidad, para que a uno le de ganas de salir corriendo de la iglesia o del registro civil. En sueños, claro.
No voy a reflexionar sobre obviedades. No. Solo quería mostrar mi asombro. Asombro de ver cómo gente que yo consideraba o consideraría sintonizados en mi mismo dial, resulta que siguen y cumplen al pie de la letra las reglas sociales. Pero sin embargo, había una diferencia entre ellos y los otros: Parecían felices. Y eso me devolvió alguna esperanza. Claro que ambas parejas llevaban dos años de casados... Quien sabe...

miércoles, octubre 04, 2006

De vuelta al tiempo de clausura

Hoy definitivamente se resolvió que para ponerse de acuerdo, hay que alborotar las palabras. Se nos ha definido como "carnavalescos". Dicen los europeos de París y de Bilbao, que los procesos de creación nuestros tienen la dialéctica y la estructura jaranesca del carnaval. Si es así, pues qué lindo me parece, pero creo que siempre -según mi pensar- terminamos siendo más andinos que nada. Y claro que en los carnavales de los pueblos de la sierra la gente se divierte. Pero tienen un elemento catalizador: El trago. Sin trago no hay calor, por lo tanto hay algo de sentimiento artificial provocado en todo esto. Por lo tanto, ¿Estamos siendo tan sinceros como lo proclamamos? ¿Somos en realidad más puros y consecuentes que los primer mundistas? Será que somos más fieles a nuestro entorno mixto que un europeo viejo mundista que ya agotó los temas de creación. Será que nuestros procesos "carnavalescos" de creación son tan genuinos como parecen ser. (Me cansé de encerrar todas las preguntas en signos de interrogación). Me explico y quizás estoy pareciendo rebuscada: El Closing Time es un proyecto de arte que conjuga varias propuestas en las sedes de Quito, Bilbao y París, y que se interconecta entre sí por una idea base: La desarticulación del tiempo en el discurso de la ficción. La potestad que tiene la ficción de romper la temporalidad y generar una nueva. El tiempo discontinuo. Esto es el tan discutido arte contemporáneo, que manosea, es cierto, los monstruos que ha producido el sueño de la razón. Ay Goya, gracias.
La idea surgió el año pasado, cuando las protestas estudiantiles en Francia causaron grandes desmanes, y bastante revuelo y retumbo internacional. Hubo toque de queda, y partiendo de esta suspensión de la temporalidad, se ha propuesto toda la idea del paralelo atemporal de la ficción con el transcurrir de la realidad. El toque de queda, como espacio y tiempo robados a la realidad, se convierte en este tiempo alterno en donde pueden surgir todos estos procesos ficcionarios. No sé si me explico. Y la misión es adapatar este discurso reflexivo al contexto local.
Bueno, en todo caso, lo interesante de todo esto es que hay obras concretas y diversas interpretaciones que se contrapolarán y se articularán definitivamente en un producto final que será un video. De ahí hay más eventos paralelos con exposiciones de obras de varios artistas. Participa gente de Guayaquil y Quito. Para mayor información diríjase a Closingtime.

martes, octubre 03, 2006

Y nos vamos poniendo techno

¿De qué habla uno cuando no tiene nada de qué hablar? ¿Qué puede contar uno de su vida cuando todos los días pasa lo mismo? ¿Cómo surgen polémicas informales acerca de temas de interés común cuando nuestra capacidad crítica se agotó? Me pregunto esto hoy. Y lo hago puesto que aún me asombra la capacidad verborreica que todavía encuentro en mucha gente, capacidad que yo a veces creí agotada y que sin embargo me sorprende día a día. Quizás tenga que ver con el medio en el que cada una de estas personas se desenvuelve. Hay lugares donde la información es un caldo de cultivo de la polémica. Siempre tiene que pasar algo. Sería fácil nombrar a los medios de comunicación, y su ir y venir de noticias y opiniones, pero me interesan otros sectores menos "formales". Un lugar de trabajo común y corriente, una oficina burocrática, un buró de abogados, una tienda por departamentos, el camal, el puesto de frutas en el mercado, en fin qué se yo. De qué se habla en estos lugares. Tengo graves sospechas de que se habla siempre de lo mismo. Siempre se recorta la misma tela y se teje el mismo mantón que será destejido constantemente para volver a empezar. Penélope en Itaca.
Aunque ayer haya habido un accidente con cien muertos, hoy se habla igual que ayer, y por simples probabilidades estadísticas, que un accidente así vuelva a ocurrir en un par de años no es una idea tan descabellada. Pero, por otro lado, qué se puede decir acerca de algo, cuando ya se ha opinado lo suficiente a lo largo de nuestras vidas. Y es que sí, en efecto, todo el tiempo estamos opinando. Esto es bueno, esto es malo o esto es más o menos. Hasta no emitir opinión alguna es opinar. ¿Somos concientes de que siempre procedemos de la misma manera aún cuando pensamos que podemos ser contradictorios en nuestras acciones? Los años pasan y la ilusión del progreso o en nuestro actual caso, el avance de la tecnología nos ha querido mostrar un cambio de contexto social, ideológico, urbano, etc. Contexto que no deja de ser un espejismo de nuestras construcciones materiales. Es cierto que la conciencia del cambio está presente en las sociedades, y que identificamos la diferencia entre un siglo u otro, entre una época u otra, entre una etapa u otra, por medidores tan simples como el status quo. Sin embargo, despojándonos de toda la aparatosidad dentro de la cual vivimos, quitándonos las plumas de pavo real, aún quedan sospechas del "no hay tal". Nos hemos adaptado a lo que hemos construido de una manera tan arquitectónica que en gran medida el pensamiento contemporáneo surge del objeto inanimado y su desarrollo, y no del ser animado y su desarrollo. Y que no se confunda con el materialismo dialéctico, el cual, es a la final una respuesta concreta a la necesidad de una progresión estructurada. A esa angustia que produce el no hallar un porque sí. La causa encausada.
En fin que lo que nos da ahora el pensamiento contemporáneo, que incluye la opinión popular y todo, son sustitutos artificiales de los agotados temas humanistas. Creo que hoy estamos pasando por la etapa del techno existencialismo. Las reflexiones humanas del techno hombre cuyas pautas de pensamiento -por lo tanto de opinión y crítica- surgen de ese nuevo mundo inanimado que ha creado y que es capaz de sustentar toda una filosofía del progreso tecnológico. Una redundancia constante auto generada sobre un materialismo de papel. Hoy en día vivimos la era del techno discurso, con todas sus techno lecturas, lo cual no necesariamente se descifra en primera instancia. Al parecer la gente sigue hablando de lo mismo y sigue anhelando lo mismo, sin embargo, mis anhelos y deseos hoy en día pasan por el MSN, y por los mensajes de texto de mi celular...