Ídolo

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Morrissey

domingo, agosto 27, 2006

Unas reflexiones


Qué inhumano resulta apegarse a las conveniencias. Y aún así se debe tener en cuenta, que para sobrevivir, es necesario mirar por encima del hombro. Así resulta, aunque todos lo nieguen, porque la democracia, al menos en el trato cotidiano, no existe. Nadie es demócrata en el tercer mundo, y aparte, aunque parezca, no es cierto que el progreso esté construido por el engranaje perfecto de la gente que compone una nación. No, la verdad es que la suma de individualidades, a veces produce progreso. Lo que genera en realidad son avances y los avances son hermanos de las conveniencias. Estoy convencida, como Dalila, que desde unos siglos acá -quizás desde el renacentista humanismo- que el proceso de individualización de la colectividad, creó los conceptos de masa, de globalización, de aldea global y de democracia, incluidos socialismos, comunismos y modelos económicos neoliberales. ¿Por qué? Porque todo se complicó desde que Dios dejó de ser el gobernante celestial y terrenal (incluidas instituciones clericales y todo aquello). Aunque muchos sigan creyendo que la iglesia es aún un ente controlador, la verdad yo no hablo de instituciones ni de adquisición de poder, sino del control de la moral. La moral como tal, no la moral religiosa, que es tan solo una de las vías de control. Porque la moral señores, se controla, sépanlo. En este punto yo creo firmemente que Sacco y Vanzzetti, y todos los anarquistas de principios del siglo XX se equivocaron. Es necesario el control, al menos en el ámbito moral. Porque si no, qué pasa, que la moral colectiva desaparece y el individualismo se apodera de las sociedades. Se necesitan reglas de juego, y quien las puso en primera instancia fue la religión, en el caso preciso de occidente, el cristianismo. Y aunque parezca, creo conveniente decir que no estoy hablando de moralismos, en el sentido peyorativo de la palabra, ni estoy haciendo apologías de la iglesia. ¿Qué pasa cuando una sociedad no tiene reglas morales comunes? Impera la moral individual, que se convierte en la moral de unos cuantos y que produce ideas caóticas -por inaplicables- como el marxismo, o modelos socio políticos verticalistas como el imperialismo. Modelos que siempre tendrán una cabeza regidora y que a la final impondrán su moral al común, basada en las conveniencias. Porque nadie puede negar que de las ideas de una cabeza pensadora, se extienden lazos que atan las conciencias de los demás, cuando estas ideas y esta cabeza pertenecen a una persona pública, influyente ideológicamente hablando. Esto al menos hasta entrado el siglo XX y antes de que los conceptos de postmodernidad traten de convencernos de una ruptura social. Ruptura inexistente, ya que el movimiento Beat, por ejemplo, fue tan solo una derivación histórica de un proceso de constante liberación de ataduras ideológicas endebles. Todos los mayos 68 y las liberaciones femeninas (puesto que actores y tiempos fueron disímiles, mundialmente hablando) no rompieron nada, solo terminaron de deshilachar el último hilo de la costura de las conveniencias sociales de la época. Conveniencias que hasta entonces no se revelaban como modelos económicos y que fueron desenmascaradas en esos días (Nixon y sus implicaciones directas en las dictaduras latinoamericanas, por ejemplo).
Ahora que los conceptos de progreso vienen del individualismo está claro. Desde que los conceptos de civilización echaron al lado marginal a todo lo que no era occidental, y lo acusaron de barbarie, las sociedades empezaron a construirse sobre modelos de poder económico. Todas las colonias europeas obedecieron al mismo sistema de explotación que poco le interesaba el factor humano, no entendido como una masa con alma, más bien todo el aparataje estuvo construido en base de caprichos e intereses de la monarquía europea, que como tal representa a ese individuo exclusivo y en vías de extinción, aún en esa época. Por lo tanto, los procesos de avance histórico y progreso, se han construido sobre la base de los intereses económicos de unos pocos, y no sobre el interés de la masa. Obviamente todo esto suena a un socialismo manoseado, pero yendo más allá de teorías marxistas, aún éstas estuvieron construidas sobre el individuo: El Estado. El Estado se vuelve un individuo, algo así como una persona jurídica, una sociedad anónima, un ente capaz y antropomorfo que absorbe al resto, y que, como un frankeinstein gigantesco, se construye de pedazos de seres humanos que tampoco se convierten en masa, sino que se convierten en uno solo. Porque las nociones de masa que maneja la globalización son otras, las son precisamente constituidas sobre la paradoja del socialismo: A cada cual según sus capacidades. ¿Qué capacidades? dice el capitalismo neo liberal. Las del poder adquisitivo. La capacidad de comprar para enriquecer a unos cuantos individuos. Y así toda la maquinaria contemporánea del progreso genera premios materiales a quienes entraron al ruedo, y a quienes no, pues que busquen satisfacer sus necesidades en otra parte. Entonces, a trabajar para enriquecer al estado, que luego de por sí esos ingresos serán repartidos según lo que cada individuo necesite. Falso. Es un mecanismo totalizante y monárquico que desaparece al colectivo, es una vuelta sutil al feudalismo. Un rey disfrazado de estado, de donde de seguro, asomarán cortesanos que aprovecharán todo el esquema armado para favorecer sus intereses individuales, nuevamente su conveniencia. (Léase Stalin)
En el nacional socialismo y el fascismo, pues ocurrieron cosas similares, como era de esperarse. Sólo que con una aparatosidad amarillista capaz de deslumbrar al individuo promedio. De ahí que figuras como Franco, Mussolini o el mismo Hittler, fueron capaces de lograr amasar a las masas. De distintas formas, pero de todas maneras igualmente trataron de imponer una moral individual al colectivo. Es un traspaso reflexivo, pues la finalidad de sus acciones era que recaigan sobre sí mismos. No en vano, asistimos a una segunda mitad de siglo XX llena de cambios supuestamente abruptos. Supuestamente, porque ante los ojos mediáticos, la caída del muro por ejemplo, se dio de un día para el otro, y que España se transformó a la muerte de Franco. Cuando no fue así, cuando la realidad es que todos estos cambios se fueron generando en el individuo colectivo, en aquella conciencia masificada que se produce luego de años y años de hermandad silenciosa, la cual termina en un escepticismo que termina produciendo progreso. Y volvemos al principio, un progreso producido por la suma de individualidades, que a la final crea anhelos similares que son los que moverán los engranajes.
Hoy vemos que la moral colectiva es una figura variable, que se mueve según la conveniencia del status quo. Y creo que ahí radica el éxito del Imperialismo, en saber cómo moldear esa variable al establecer reglar claras y fórmulas fáciles de desarrollo. Y esto empieza por los cambios en los estilos de vida, los gustos y las necesidades del individuo masa. La sutileza de estos cambios - que en el caso de nuestro país sí son abruptos- hace que la línea trazada, considerada como normalidad, sea rápidamente aceptada y que se introduzcan nuevas formas sociales aceptadas. Aculturización, como dicen los sociólogos. Creo que la debilidad de nuestra moral colectiva es la que permite la supuesta alienación cultural. Somos una sociedad permeable, por el hecho de nuestra vulnerabilidad socio económica, que produce políticas estatales frágiles, y que crea individuos altamente influenciables. En Europa el caso es otro, a pesar del individualismo reinante, no se puede aplicar la frase "divide y reinarás" por una simple razón: Los niveles de vida son demasiado altos como para que sus anhelos se vean afectados por la permeabilidad. En un país como el nuestro, en donde las clases reinantes son el 2% de la población, qué se puede esperar sino una moral endeble que permite el paso de casi lo que sea. Dicho esto cabe aclarar que quienes lograrían tener un criterio firme desean con todas sus fuerzas abandonar el país, para formar su criterio fuera. Y quienes están más preocupados en lo que comerán mañana que en votar por un buen prospecto presidenciable, también desean huir cuanto antes del hambre o de la falta de oportunidades. No se nos puede acusar de maleables cuando hay temas más urgentes que resolver. Seguiremos siendo los sudacas siempre, al menos hasta que ese anhelo perdido de desaparecer al 80% de la pobreza, sea materializado. Y allí entran discusiones más profundas acerca de las causas de esta injusticia social. No es tan fácil desaparecer un modelo escalera de un día para el otro. Modelo que por supuesto tiene unas gradas gigantescas que separan a una clase social de otra. Esto, a conveniencia de los grupos de poder, es imposible de cumplir. Cambiar la estructura social clasista no conviene al capitalismo, peor al imperialismo. ¿Y ahora por quién votamos?
Podría seguir y seguir, pero ya es tarde, tengo tos y ya me voy a dormir.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

densa la mensa

Dalila dijo...

denshíshima ñañitoshhh

Dalila dijo...

Es obvio que eres el mismo de siempre, por qué te cambias de nombres panita.

¡Trabaja, no envidies!
¡Ábrete tu propio blog!

Anónimo dijo...

Hola Dalila
Encuentro muy interesante este teman planteado en tu web, estas "refelexiones" como dices. Reomo el punto de la moral individual impuesta en un colectivo. Tenemos que considerar sobre esto que el carácter social de la moral determina una peculiar relación entre el individuo y la colectividad, por que, tanto lo individual como lo colectivo se presuponen necesariamente. En efecto, el individuo recibe todas las enseñanzas morales del medio social que le rodea. Estas enseñanzas influyen decididamente en la formación de las costumbres, hábitos y normas de conducta de los individuos. Recíprocamente, las actuaciones personales de los individuos influyen también en la realización de los actos morales. Sin embargo, no podemos olvidar que, en ultima instancia, el individuo no deja de causar la influencia del mundo social que le rodea, pues, es un producto social.
Saludos
Alfredo

Dalila dijo...

Alfredo:
¡Wow! Por fin alguien se interesa de verdad por un post que no hable de "digiere fácil".

Sí, tienes razón en la influencia del individuo hacia su entorno y lo cíclico del proceso. Pero mi reflexión iba más allá de la discusión de la moral per se. Yo hablaba de la necesidad de controlar esa moral, y aunque hallo contradictoria -yo misma- mi postura, puesto que las imposiciones históricas del interés individual, sólo han creado conflicto social. Voy a que, y quizás no aclaré en mi post, es necesario apelar al origen intrínseco de esta moral humana, y desde allí (no de una manera impuesta sino hasta biológica y natural) obedecer a un comportamiento moral colectivo.

Difícil lo creo en realidad. Por ahí saco a colación de que este proceso moral debe sostenerse necesariamente en algo más fuerte que el ser. De allí la inapelable necesidad de la base moral que da la religión, no sólo en nuestra cultura de occidente, sino en todas las culturas. No hablo de misticismo, ritualismo y peor aun de la religión como intitución de poder. Hablo de las bases éticas y morales que contienen las enseñanzas cristianas en nuestro caso, que a la final no son impocisiones sino que obedecen a una necesidad de armonía individual y social. Nadie puede negar que, el no matar, por ejemplo, es una regla moral ineludible. Hay un gran cimiento humanista en todas estas supuestas "prohibiciones cristianas", que aún no se ha detenido a analizar la sociedad actual.