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Morrissey

miércoles, agosto 30, 2006

Ayer quería decir y no dije


Las protestas: el traspaso de lo subjetivo a lo objetivo.

Ayer quería decir que el nivel subjetivo de una protesta de tintes socio políticos, es necesariamente sobreseído por la necesidad inherente de la materialización de la idea. Un termómetro de objetivización es el eco social, actualmente léase como acogida y difusión mediática, pero quizás lo que más des-subjetiviza la protesta es invadir el espacio público y producir mutaciones instantáneas. Así lo privado se polariza con lo público y se hermana con la noción de subjetividad, mientras que lo público se transforma en lo objetivo, en lo material y palpable. Una protesta callejera bien planteada (recuérdese los scratches argentinos) materializa de una manera eficaz aunque quizás coyuntural, los anhelos reprimidos de la masa, las inconformidades y quejas del colectivo, interpolando e inquiriendo a esos pocos entes de poder que representan al individuo privado, que es a la final el gobernante y el causante del malestar social. Quizás la misión de la protesta no sea el cambio ni la consecución de las demandas, sino el acto coyuntural que causa deformaciones públicas in situ e inmediatas. Tales "deformaciones" se materializan como bloqueo de vías, alteraciones o suspensión de labores productivas, desorden urbano, destrozos a la propiedad pública y privada; lo cual, dependiendo de la duración, produce especulación, inflación, disminución de la productividad y del PIB, en suma, alteraciones socio económicas que distan mucho de los objetivos sociales primigenios. Sin embargo, todo ello es bien aceptado por el común, como medidas de presión hacia el gobierno. Así, de alguna manera, arriesgando el bien colectivo, se han conseguido algunas de las demandas populares.
Por otro lado, retomando un punto citado anteriormente, en la materialización de lo subjetivo, no es suficiente el contingente humano y las acciones específicas de la protesta, así como su palpabilidad urbana o rural. El acto por sí mismo no llega al nivel objetivo mientras no pase por el filtro de construcción narrativa de los medios. Dado que la realidad inmediata compite muy de cerca en verosimilitud con la realidad mediática, el hecho por sí solo no puede estar validado sin pasar a través de esa reconstrucción mediática. La narrativa de los medios, que genera el discurso de los mismos, obedece a una lógica propia auto generada, pues no se puede asegurar a ciencia cierta, de dónde surge el modelo estructural de esta sintaxis. Creo mas bien que obedece a un proceso histórico acelerado, con el surgimiento de los medios visuales, en concreto la TV, en donde en menos de cincuenta años nos enfrentamos a una constantemente variable narrativa audiovisual que genera nuevas estructuras dialécticas y semiológicas. Así, la capacidad interpretativa del público se ve directamente influenciada por esta nueva lógica narrativa, por lo tanto hay un adecuamiento visual, intelectivo e interpretativo dependiente y derivado del auto discurso mediático. Para ponerlo más claro: Una imagen vale más que mil palabras. No es la imagen en su génesis la que vale más que mil palabras, es el uso articulado de esa imagen juntos con otros cientos de imágenes que, dependiendo de su sintaxis y concordancia, producen un texto nuevo que descontextualiza la realidad misma, y la pone en duda. Y aunque en estos niveles narrativos claramente manipulados, se pueden generar varias lecturas, algunas críticas, el acondicionamiento, o la programación mental para responder interpretativamente en los niveles de esta lógica, está inserto en el público consumidor de esas imágenes. Por lo tanto, al entrar la protesta en el plano mediático, es cierto que se materializa, pero dentro de esa lógica narrativa, mas en el plano real, en realidad se subjetiviza, dado que la manipulación de la imagen a través de la yuxtaposición de una imagen con otra, crea metáforas visuales, que, narrativamente hablando, son las madres de la ficción.
Gracias, es todo.

2 comentarios:

rimbod dijo...

hermoso.
sobran palabras

Dalila dijo...

¿Tú crees?