Ídolo

Ídolo
Morrissey

jueves, septiembre 07, 2006

Novelita por entregas

Ubaldo II

Sin reparar ya que aquel ser había salido de sus entrañas, se quedó mirándolo detenidamente e intuyó una desafiante mirada. Hubo un momento de inacción. Ubaldo pensó que tenía parálisis facial o algo por el estilo, ya que por unos segundos sintió un hormigueo en las mejillas. Al poco rato, la sensación desapareció y se quedó solo nuevamente con su cuica, quien ahora trataba de trepar a la inversa por el palito. A Ubaldo le dio miedo de que huyera y se instalara a vivir en algún recoveco de su casa. No pensó que las cuicas solo viven en los intestinos, su idea era más bien la de una lombriz de tierra que tiene vida autónoma. Así que no le entró para nada en gracia que la cuica aquella conviva con él y tenga prole en su propia casa. El asco que sentía para estos momentos le impedía moverse de la postura en la que se hallaba: De rodillas frente al escusado con el brazo derecho levantado y su muñeca girando para tratar de enrollar a la rebelde cuica que solo pensaba en escapar –según él-.

Ubaldo no supo que hacer durante dos horas, se mantuvo junto al escusado y a la cuica que cada vez parecía más desesperada por salir de allí. Al fin tuvo la idea de bañarla -aunque no sabía bien para qué- pues el olor ya le estaba fastidiando. La metió en el lavabo y abrió la llave. Cuánta angustia sintió cuando por la fuerza del chorro su cuica casi perece ahogada en las entrañas del sumidero. Logró salvarla. Quiso intentar lavarla con jabón pero aún no tenía el suficiente apego hacia ella como para tocarla. Entonces hizo un a piscinita con baño de burbujas de champú, y cuando iba a sumergirla, le entró una chispa de conciencia. No podía hacer eso, de ninguna manera, puesto que podría matarla por los químicos del champú. Pensó en ese momento que si ese día que olió aquel acondicionador nuevo que su mamá compró, cedía a sus ganas de saborearlo, su cuica habría muerto intoxicada. No se sintió culpable por ello, puesto que Dios ya le había borrado todas las culpas el día anterior, pero no le pareció nada agradable ver a la cuica agonizando. Ubaldo entonces decidió seguir sosteniendo a la cuica bajo el chorro hasta que quedara completamente blanca.

La noche ya estaba cayendo y Ubaldo seguía encerrado en el baño. Con la cuica. Estaba sentado sobre la tapa del retrete y había puesto a buen recaudo a su cuica. Ella estaba retorciéndose - siempre rebelde- en un frasco vacío de crema pond’s. Por supuesto Ubaldo se procuró en limpiar prolijamente el frasquito, no vaya a ser que la cuica se intoxicase nuevamente. Esto porque él creyó que algo de champú se había colado por los poros de la cuica y creyó por un momento que aquellos retortijones eran convulsiones propias de un shock anafiláctico. ¿Qué es un shock anafiláctico? Es una intoxicación alérgica extrema que libera grandes cantidades de histamina, produciendo entre otros síntomas, convulsiones. Puede causar la muerte. Ubaldo no deseaba la muerte de la cuica en ese momento, así que después del susto intuyó que quizás fue el exceso de agua lo que produjo esos movimientos que cesaron a los pocos segundos. La cuica no estaba intoxicada y sobrevivió.

Esa noche Ubaldo tuvo miedo de que la cuica se escapase del frasco mientras él dormía, pero si lo tapaba, entonces ella se ahogaría. En un principio se le ocurrió la incómoda idea de vigilarla toda la noche dejando el frasco abierto para que ella respirase. Sin embargo, luego se le ocurrió algo mejor: Hizo un hueco en la tapa con un cuchillo caliente –de paso se quemó tres dedos- y así pudo tapar el frasco con tranquilidad. Así, logró por fin irse a dormir y a su cuica la puso junto a su cama, en la mesita de noche. Ubaldo pensó que al día siguiente encontraría una solución a su problema y se durmió confiando, como siempre en Dios. Él sabría qué hacer con la cuica. Apenas cerró los ojos, cayó en el laberinto aparentemente inconexo de los sueños. En un principio se hallaba en un corredor de estilo boom petrolero y una gente le llamaba desde el fondo, quién sabe para qué. Luego se halló en una especie de habitación que tenía una cama victoriana y que estaba llena de periodistas con cámaras de flashes antiguos. Fotografiaban algo que se hallaba en la cama, pero Ubaldo, por más que se esforzaba, no podía llegar a ver lo que pasaba, había demasiada gente y la habitación parecía infinita, en constante crecimiento. Cuando por fin se empezó a despejar la gente, pudo ver que una mujer mulata se retorcía en la cama y daba a luz un hijo tras otro. Había como cinco ya desparramados sobre la cama, y seguían naciendo más, pero sin derramar fluido alguno. Nacían limpios.

Al fin Ubaldo despertó de aquel sueño que le produjo ganas de vomitar. Lo hizo por el sonido de las campanas de la misa de siete. Pensó en ir pero nuevamente le dio pereza, así que lo primero que hizo fue revisar a su cuica. Cuando abrió el frasco vio que la cuica dormía plácidamente, así que no quiso molestarla. Se fue a desayunar y mientras calentaba la leche, empezó a temblar y su corazón a acelerarse. Casi hiperventiló. Su cuica no estaba dormida, había muerto durante la noche. Él la había matado y se sintió culpable por más de que trataba de convencerse de que él ya no sentía culpa jamás. Regresó a su habitación y abrió nuevamente el frasco. Allí estaba ella, boquiabierta, patas arriba. Ubaldo vio sus ojos desencajados y supo entonces que la cuica había muerto de pena…

4 comentarios:

Natalie Sève dijo...

Está entretenido el texto, lo pasé muy bien leyéndolo, pero confieso no saber que significa la palabra "Cuica"...jugué con varias acepciones, lo que hizo más lúdica la lectura...en mi país ser cuico significa ser "estirado", arribista, de boca fruncida, por lo que la muerte de la cuica del relato no me produjo tanta penita...jejeje

Anónimo dijo...

Mas, Ubaldo volvio a ver los ojos desencajados de la cuica, y vio que la misma no estaba muerta de pena, estaba de parranda.
Y Ubaldo cobijó a la cuica entre sus manos y salió corriendo del cuarto. Pero tropezó en algo y su media humanidad se estrelló contra el suelo. Entonces, con su dulce tono de voz, la cuica le dijo:
-¿Te hiciste daño hijo mío?

Dalila dijo...

Natalie:
Cuica es una lombriz de estómago. Esta es la continuación de un post anterior: Novelita por entregas.

la hambrienta lúcida dijo...

Y yo que pensé que la cuica viviría...