23 de agosto de 1927.
Pena de muerte, esquizofrenia gubernamental.
Sacco: ¡Viva el anarquismo!
Minutos después...
Vanzetti: ¡Soy Inocente!
Después, solo humo.
Probablemente fueron sacados sus cuerpos de la silla eléctrica, llevados al forense y después de comprobar tautológicamente la muerte de ambos, serían enterrados en una fosa común o entregados a sus familiares.
Uno de los más grandes teatros de apología de la paranoia se dio en 1920, tras la captura de dos emigrantes italianos Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti, zapatero y vendedor de pescado, respectivamente. Ambos pertenecientes a una célula anarquista que salieron de Italia en 1908, junto con la masiva emigración europea -sobretodo italiana- que se produjo en esos años. Inmediatamente la histeria antiroja se difundió en el país y empezó el acoso y el hostigamiento. Ciertamente anarquistas, socialistas y comunistas creían en la violencia como método político, por ello el gobierno estadounidese se embarcó en un camino de represión absoluta de cualquier indicio de subversión. Sin embargo, no era la violencia en sí, ni tratar de proteger al ciudadano civil de ella. Era el terror a la pérdida del control político liberal capitalista. Esto debido al triunfo de los bolcheviques en 1917 y la proclama mundial de las intenciones de la Revolución Rusa. Suficiente para ponerles a orinarse en los pantalones.
Así, al más puro estilo "Inquisición", la justicia hizo oído sordo a las contradictorias pruebas e indicios que trataban de inculpar a ambos italianos, y en un confuso juicio en julio de 1921, fueron declarados culpables de asesinato en primer grado. ¿El delito? El robo de 16mil dólares a dos empleados de una fábrica de zapatos en South Braintree, Massachusetts, y el asesinato de las dos personas. Durante los seis años desde su sentencia hasta su ejecución, gente de distintos ámbitos como intelectuales, escritores y defensores de derechos humanos se proclamaron a favor de Sacco y Vanzetti y trataron de interceder ante las autoridades. Se dieron grandes manifestaciones y protestas en todo el mundo. Todo fue inútil, ni uno de los mejores abogados de la época logró que el testimonio de un reo condenado a pena de muerte por un asesinato les absolviera de culpa. Este hombre aseguraba que los dos italianos no habían tenido nada que ver con el asalto y que él había participado junto con otra banda de delincuentes italianos. Hasta el día de hoy aún no se han esclarecido las verdaderas circunstancias del crimen, algunos aseguran que Sacco sí era culpable, ya que incluso las pruebas presentadas le imputaban más a él que a Vanzetti. Sin embargo se cree que por una cuestión de lealtad no se aclaró nunca esto. De todos modos ambos condenados murieron creyendo que su muerte le daría gran valor a la causa justa por la que, según ellos, luchaban.
Existió material fílmico que detalló en proceso de los presuntos asesinos, el cual fue ordenado ser destruido...
Y así, se crean héroes y mitos. Pregunta retórica: Quién incentiva ello, a quién le conviene crear héroes del "mal". Mitos de la "dañina" subversión.
Esto nos suena tan familiar. La eterna cacería de brujas. Los inacabables chivos expiatorios de una política disfrazada de "universalismo" cuando lo que tenemos en realidad es una deformación mercantilista de un nacionalismo, condimentado con métodos fascistas. Ayer los anarcos y los rojos, hoy los terroristas y el narcotráfico. Pretextos suficientes para sembrar el terror. ¿Quiénes son los verdaderos terroristas? Todos nos hemos hecho esta pregunta alguna vez. Los que derrumban dos torres icono del imperio -sin restar la salvajada del asesinato colectivo- o los que reinventan el mundo y generan mitos universales, metarelatos que a punta de sangre quieren convertir en realidad un delirium tremens. Patrañas materializadas a través de un discurso falsamente proteccionista. En realidad el cazador traduce la violencia de la fiera en un miedo a la asechanza silenciosa. El gran terror xenofóbico que han tenido siempre el gobierno norteamericano.
El vecino que sueña vivir en constante amenaza y que los monstruos atacantes que producen sus sueños insomnes, cobran vida y se vuelven en contra de él. Seres míticos engendrados en sus propias entrañas que saldrán algún día de sus leyendas y tratarán de cometer parricidio. Ahí está la clave de terror terrorista de los EEUU. Ellos creen -y quizás tengan razón- que su construcción occidental ha criado cuervos que les sacarán los ojos. Y por eso se protegen.
Por lo menos nosotros podemos dormir tranquilos...
3 comentarios:
Sin ser paranoico yo le agregaría un '¿no?' al final del post y con eso creo decir todo...
"¿Quiénes son los verdaderos terroristas?" Pues creo que el peor terrorismo no es el de una organización, sino el terrorismo de Estado, y de eso se ve mucho
Puse los puntos suspensivos pensando crear el mismo efecto. pero tienes razón, el ¿No? es más que contundente.
Por supuesto que ambos tipos de terrorismo, el oficial y el no oficial producen tragedias equiparables. Pero en lo embustero del terrorismo de estado está la mayor ofensa. En tratar a las masas como imbéciles que se tragan cualquier cuento. Si ya el teatro dejó de pretender ser realista. El realismo social está out. Los EEUU apuestan a un retorno anacrónico, claro y directo al surrealismo vanguardista. Saben que están desconstruyendo la realidad y que todos lo sabemos, ya casi no pretenden ocultar nada. Siguen con el mismo cuento como un recurso meramente retórico.
Cada día el descaro de Bush y su caterva de negociantes es más grande. Por eso me gozo con Chavez, no por chavista sino por sus genialidades atrevidas:
"Por aquí estuvo el diablo, todavía huele a azufre" Ja ja ja
Es cierto, esa estuvo muy buena...
Es un genial comediante, Chávez...
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