Ídolo

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Morrissey

martes, septiembre 05, 2006

Novelita por entregas

Ubaldo
Conozcan a Ubaldo, un pequeño hombresito de un metro cincuenta. Treintón pero acabado para su edad. Medio calvo, medio gordo, medio tímido, medio negro. Medio. Su mamá murió hace tres semanas; desde entonces Ubaldo come en la picantería de la esquina y tiene acidez todas las noches. Sí, Ubaldo vivía con su mamá, una señora muy religiosa que iba a misa religiosamente todos los días a las siete y aveces le llevaba a Ubaldo, aunque él, nunca quería ir. Por éste y otros motivos, Ubaldo se sintió descarado e hipócrita cuando lloraba y suplicaba al santísimo sacramento por el alma de su madre, el día que ella pasó a mejor vida. Su madre murió a causa de un aneurisma. ¿Qué es un aneurisma? Es una especie de inflamación de una arteria, la cual debido a su extrema dilatación puede explotar y producir un derrame, que dependiendo de su localización, puede ser mortal. El derrame de la mamá de Ubaldo fue mortal -según Ubaldo-.
Ubaldo no es tonto, es lento. Por eso no cayó en cuenta de que su mamá había muerto cinco horas antes y pensó que ese rictus era exceso de sueño. Llamó al médico y éste le informó que si llamaba enseguida, a lo mejor habrían podido hacer algo por ella. ¡Oh, cuán devastador fue esto para el pobre Ubaldo! Creyó que se culparía por ello toda la vida, pensó que el complejo de culpa le perseguiría hasta su muerte... En fin, se dio por vencido y fue a rezar, en primera instancia por su alma atormentada. Al día siguiente Dios le había hecho el milagro, Ubaldo había perdido la culpa y se puede decir que estaba algo contento. Todavía quedaba un pedazo de torta de zanahoria.
Aunque le dieron un día de licencia por la muerte de su madre, Ubaldo prefirió irse a trabajar porque él no era un amargado, a su saber. Al llegar por la mañana a su cubículo, tenía una fila de trámites por revisar y sellar. Ay que tedio el de Ubaldo, y todo por haber dejado acumular esa papelería durante tres días. Sin embargo, no le quedaba más que despachar y despachar, todo el día sin cesar hasta las cinco de la tarde. Faltó decir que esa mañana recibió más saludos y palmadas que de costumbre, hasta una esquelita de mi sentido pésame que guardó junto con sus demás recuerditos, la mayoría de ellos, tarjetas plásticas de los noventas. Retomando la historia, a las cinco de la tarde en punto se levantó de su asiento y dejó casi la misma cantidad de papeles que tenía esa mañana. Ello se debía a que su colega Maye, había pedido el día libre y sus trámites le fueron endosados. Refunfuñó emitiendo una frase vaga, y se fue a su casa.
Al subir por las gradas de cemento que conducían a su piso, pudo divisar en la terraza unas ropas de su madre colgadas en el tendedero. Sintió angustia de no saber qué hacer con esa ropa. No quería toparlas. Se hizo el loco y el alivio vino con una sensación intuitiva de que pronto vendría la solución a sus problemas, sin tener que esforzarse mucho. Por eso Ubaldo era feliz de vez en cuando. Dado que su estómago se había resentido en esos tres días de cambio alimenticio, le urgía cuanto antes entrar y desfogar. Ubaldo tenía una fijación con este momento digestivo, fijación que sería satisfecha ese día, cómo no.
Tras haber descargado el almuerzo de la picantería, Ubaldo procedió a realizar el mismo acto que durante veinte años venía repitiendo sin éxito: Buscar cuicas en sus heces. Así que, una vez más, después de la concerniente limpieza, se dió vuelta y se agachó para ver su creación. Allí estaba, flotante y descarada. Ubaldo creyó ver -como cientos de veces - que algo se movía, tomó un palito que tenía listo para estos casos y empezó a despedazar el mojón. Cuánta satisfacción había en la cara de Ubaldo, esta era la primera vez que conocería sus cuicas en persona. Tuvo nervios y por primera vez en su vida, asco. Sin embargo no dejó que estos sentimientos le paralicen y continuó con su misión.
Al fin, tras dos minutos de limpieza, pudo sacar del escusado un blanco gusanito retorciéndose sobre el palo. Ubaldo lo miró fijamente y sin inmutarse descubrió que el gusanito aquel tenía ojos o algo similar. Ubaldo desde ese día está convencido de que la cuica que salió de su estómago, le reconoció...

11 comentarios:

Anónimo dijo...

...y los ojos del gusanito eran los mismos ojos de Ubaldo. Y Ubaldo cobijó a la cuica entre sus manos y salió corriendo del baño. Pero tropezó en algo y su media humanidad se estrelló contra el suelo. Entonces, con su dulce tono de voz, la cuica le dijo:
-¿Te hiciste daño hijo mío?

Eduardo Varas C dijo...

Dale... y qué más?
qué sigue?

CS DUDE dijo...

La cuica exclamó: "¡Ahora soy una mariposa de verdad!" y después de un magnifico salto al vacío, murió.

Ubaldo comprendió entonces, que la morada de la cuica no era morada sino café y que la crisálida era una mierda.

Dalila dijo...

Casi casi

Galo Roldós Arosemena dijo...

Y Ubaldo un día despertó flotando en un inodoro. Mirándose a los ojos fijamente.

Anónimo dijo...

hola, gracias por tu historia, la verdad es que no leí nada más de tu blog -a lo mejor nunca lo haga, no por descortés sino porque tu sabes como es la maraña de links e hipervínculos y elaces cruzados- llegué acá ya que tu nombre de ex algo se me presentó como una licita vía de escape a una aburrida lectura en algun blog, instantáneamente me cautivó la historia de Ubaldo que para mi es una historia sin continuación, no solo por el motivo descrito arriba sobre la promiscuidad internética, sino que me parece brillante hasta allí, hasta esa escena. A partir de ese momento uno puede sacar conclusiones variadas de acuerdo a su estado mental. Yo saqué las mias y me alegraron el fin de un domingo triste y medio depresivo.
Gracias!

Anónimo dijo...

Fe de erratas: ya leí casi todo tu blog -insisto en no leer el final de la historia de Ubaldo -. Decidí traicionar la clásica promiscuidad internética y he de convertirme en un comprometido y leal lector de tus palabras. Porqué? por que escribes bien y estás en Quito, ojalá pongas alguna foto del parque la Carolina a las 7 de la mañana, sin gente, y que se pueda ver el rocío sobre el pasto. No se.. me traería buenas sensaciones.

Dalila dijo...

Hola F, no sé si habrás entrado otra vez a mi blog. Hoy recién he leído tus comentarios. Gracias.

Una pregunta. ¿Qué es mi nombre de ex?

Ya veremos lo de la foto, aunque no tengo cámara... una pena

Anónimo dijo...

Como verás he complido mi palabra y he vuelto y he seguido silenciosamente pero con atención tus comentarios. En cierta medida me has servido como brújula en momentos de desvarío. Lo de "nombre de ex" es menos paranormal de lo que suena, lo dije porque tuve una "polola o algo así", - no digo enamorada o algo asi, porque es chilena- que tiene tu nombre, si es que es tu nombre o tu alter ego, seudónimo o algo así.
No importa lo de la foto, mi hermana me acaba de mandar una desde el itchimbia, que si bien no me produce lo mismo que la que pedí, es un buen aporte a la nostalgia. Salu2

Anónimo dijo...

nótese, complido ja ja

Dalila dijo...

Je je, no te preocupes, siempre se me van errores de tipeo garrafales. Así que vives en Chile y tenías una ex que se llamaba como yo... Interesante.

Te espero, y sigue comentando más arribita, aunque sea para conversar un rato. Ja ja.